miércoles, 28 de mayo de 2014

LA EXXON ANTE EL CAMBIO CLIMÁTICO Y EL CENIT DEL PETRÓLEO. CÓMO LOS GRANDES TRATAN DE REDUCIR LAS INCERTIDUMBRES.

REX TILLERSON, durante el año 2007, siendo el CEO de la Exxon, se vio obligado a desmentir en varias ocasiones que la estrategia de la compañía no tenía  que ver con el peak oil, el cenit del petróleo, esto es,  el momento en el que se alcanzará la máxima producción de petróleo en una región, una nación o a nivel mundial. 

Ese no era un tema nuevo. HUBBERT, un Geofísico que  trabajó para la Shell hasta 1964 y luego como experto del United States Geological Survey (USGS), había estudiado en los años cincuenta la curva de producción de petróleo y como resultado de su investigación presentó la que ahora se conoce como la Teoría de Hubbert.

La teoría se basa en un modelo matemático que predice el nivel de extracción del petróleo a lo largo del tiempo. De acuerdo con esta teoría, la extracción de un pozo cualquiera sigue una curva con un máximo, cenit de producción. Llegado  ese punto, cada barril de petróleo se hace progresivamente  más caro de extraer, hasta que la producción deja de ser rentable. Si la curva de un pozo sigue una función conocida (gaussiana), el agregado de producción de un país, o incluso  la curva mundial, seguirá un patrón similar.

¿ Que sucedía de nuevo en el año 2007 para que esta teoría retomara interés?

Dos años antes, en el año 2005, se habían unido una serie de circunstancias que hacía que la Teoría  de Hubbert y sus implicaciones futuras cobrasen mayor atención. En el mes de junio  la OPEP admitía que apenas podría bombear más petróleo para contener las subidas de precios habidas en el último semestre del año. Se oyen también voces de que la demanda empieza a rebasar la producción y también  hay acusaciones de que las tensiones en Oriente Medio son causa principal de la subida de precios. En septiembre, el huracán Katrina azota el delta del Mississipi  y el golfo de México, dañando plataformas petrolíferas marinas, oleoductos y refinerías costeras. La producción y capacidad de refinado de los EEUU queda gravemente dañada. Las bolsas europeas de venta de crudo Brent, un petróleo ligero muy adecuado para gasolina, que se produce en Europa Noroccidental y solo se exporta si el precio es bajo o la demanda, se ven inundadas por peticiones de compra de EEUU, lo que hace subir los precios en Europa. Por su parte, el crudo saudí apenas se vende, debido a la mala calidad, pues las refinerías capaces de procesarlo están precisamente en el golfo de México.  En el mismo mes de septiembre un nuevo huracán, El Rita, amenaza  buena parte de las refinerías de Texas. Se da la circunstancia de que  el golfo de México contiene el 20% de la producción estadounidense y el 50% de la capacidad de refino. Finalmente el huracán se debilita, pero la producción se paraliza como medida preventiva.

el caso es que a finales de 2005, LEE RAYMOND, principal valedor de la apuesta por los combustibles fósiles, y CEO de la compañía, se retira. Lo que se advierte desde entonces son indicios de cambios importantes en la tecnología de la energía. No obstante estos movimientos no necesariamente se encaminan en la dirección de utilizar más energías renovables. ¿A qué se debe ese cambio de actitud y hacia dónde se dirige? 

Para una compañía es tan importante lo que ella hace como lo que otros hacen. Mientras que para parte de la opinión pública el huracán había sido una consecuencia de que los océanos están más calientes y por lo tanto es una prueba de que el calentamiento global es un hecho, para JOHN WILDER, jefe ejecutivo de la compañía electrica TXU, el huracán, en cuanto que hizo subir los precios del gas natural por la escasez de petróleo, supone una oportunidad para defender la alternativa del carbón.

Al igual que lo fue LEE RAYMOND en su momento, WILDER es en el 2007 un ejecutivo que tiene la credibilidad  del éxito y parece disfrutar además de la amistad de un aliado clave en el estado de Texas, el gobernador RICK PERRY.

De acuerdo con una información publicada en el Galveston Daily News, después del huracán, la TXU acordó con el gobernador demorar la subida de precios de la electricidad, hasta después de las elecciones. El gobernador, de acuerdo con esta publicación, compensó a la compañía acelerando los permisos para construir nuevas plantas. El gobernador PERRY recibió para su campaña electoral contribuciones de la TXU y otras industrias del carbón que alcanzaron la suma de  130.000 dólares. Un comportamiento “demasiado a las claras y demasiado audaz”, según Laura Millar, alcaldesa de Dallas.

No obstante, Incluso los accionistas de la TXU se muestran preocupados por los riesgos financieros de la operación, y los grandes inversores, el CitiGroup y  Morgan Stanley se sienten alertados también de los riesgos que para su reputación  comporta  financiar este tipo de proyectos.

El proyecto no está desde luego exento de riesgos empresariales. El periodista JEFF GOODELL cita  a  analistas de Wall Street para destacar que el modelo de negocio de la TXU comporta grandes riesgos al asumir demandas futuras similares a las actuales y añade que el riesgo mayor está en suponer que será posible  seguir vertiendo a la atmósfera dióxido de carbono en los próximos años, sin pagar por ello grandes cantidades de dinero compensatorias. Otros observadores como VINOD KOSHLA, uno de los pioneros de Sillicon Valley, se refieren a  la construcción de plantas de carbón tradicionales como un  “proyecto insensato”.

La energía eólica parece ser, por el contrario,  la apuesta empresarial de dos gigantes del petróleo.  Según un artículo publicado en el Boston Globe el 2 de marzo de 2007,  Two oil giants plunge into the wind businesstanto la BP,  con sede en Londres, como   la Shell, anglo-holndesa, tratan de jugar un mayor papel en esta energía alternativa.  El artículo se hace eco también de las sospechas de algunos ambientalistas que temen que se trate simplemente de mejorar su reputación frente a los  consumidores y no de luchar contra el cambio  climático. GRAEME SWEENEY, portavoz de la Shell en este asunto, no tiene inconveniente en reconocer que en las predicciones que manejan indican que sólo un tercio de la energía procederá de energías renovables todavía en el 2050, y que:

Se puede tomar una posición de simple espera o se puede actuar. A nosotros nos gusta actuar. Vemos una clara oportunidad en el negocio del viento”.

¿Qué condiciona las decisiones de las grandes compañías?

Por supuesto el estado de la tecnología en determinado momento y lo que hace la competencia,  pero también la opinión pública, la respuesta de los consumidores, las presiones de los accionistas, las denuncias de grupos ecologistas.

Pero un factor muy importante que condiciona sin duda las decisiones de las compañías son determinadas subvenciones,  líneas de crédito, y por supuesto, las normas reguladoras de su sector de actividad. En los Estados Unidos, las compañías se preguntaron en su momento si los créditos a las energías renovables se extenderían más allá del año 2008;  y si se aprobaría un mandato legal que obligase a que  al menos el 15% de la energía del país procediera de fuentes renovables según la propuesta del senador BINGAMAN, presidente del Comité para la Energía y los Recursos Naturales.

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En este contexto, el cuarto informe de evaluación del IPCC es una pieza fundamental para tomar decisiones, en cuanto que se reafirma en las aseveraciones sobre el cambio climático.Pero sobre todo, porque deja prácticamente como residuales a los escépticos, quedando la posición que defiende el calentamiento global inducido antrópicamente como corriente científica principal
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Con todo, Las grandes compañías tratan de modificar algunos de sus condicionantes. Esto puede hacerse por medio de la investigación, el desarrollo y la innovación tecnológica; desarrollando productos más atractivos para los consumidores, o con menos problemas ambientales,  pero también, influyendo sobre la investigación científica básica,  o sobre las normas reguladoras: qué se investiga, con qué medios, qué consecuencias se extraen de una investigación, qué se divulga; qué normas favorecen a la compañía, cuáles  favorecen o perjudican a la competencia.

¿Hasta qué pueden estas estrategias  tener éxito?

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A veces no se trata tanto de poner dinero en esto o retirarlo de lo otro como de que esté la persona adecuada en el lugar adecuado:

EL INTENTO DE CAMBIAR LA LINEA DEL IPCC SUSTITUYENDO A WATSON POR PACHAURI. POR QUÉ NO FUNCIONÓ.



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La capacidad de influencia no es ilimitada:

LEE RAYMOND, CEO de la Exxon entre los años 1999 y 2005,  hizo en su momento algunos comentarios que pueden resultar significativos.

De acuerdo con el relato de RAYMOND, la compañía Exxon tuvo que ir tomando decisiones importantes para fijar su posición con respecto al cambio climático.

En aquellos momentos, hubo que decidir, por ejemplo, cuál era el esfuerzo económico que había que dedicar a la investigación en energías alternativas y, en concreto, qué parte de los beneficios era razonable asignar a este asunto.

RAYMOND dijo entonces que lo más sencillo hubiera sido decidir actuando en beneficio de la imagen pública de la empresa, es decir, dedicar algún dinero a la investigación de tecnologías alternativas para dar la impresión a la opinión pública, los medios y las organizaciones ecologistas, de que la empresa estaba comprometida con el medio ambiente y con la lucha frente a las amenazas del cambio climático.

Sin embargo, bajo la dirección de RAYMOND,  la compañía se inclinó por la estrategia de transmitir de forma transparente su vocación de apostar por los combustibles fósiles. Con lo cual, apostó realmente por dar la  imagen de una empresa que no oculta sus intenciones y con una clara vocación de liderar el sector. De lo que era consciente, en cualquier caso, es que, una vez tomada la decisión, era muy difícil volver atrás. La decisión principal, la apuesta por los combustibles fósiles, tenía que ver con las incertidumbres que rodeaban a los aspectos básicos del negocio. Las mayores incertidumbres no estaban en los aspectos estrictamente técnicos, puesto que tanto la tecnología para la producción de energía a partir de combustibles fósiles como la tecnología de las energías renovables estaba suficientemente asentada.

Las incertidumbres más graves estaban, y en el periodo al que nos referimos lo estaban de un modo muy acusado,  en dos cuestiones fundamentales externas al propio proceso productivo. Por un lado, no estaba clara la evolución del clima terrestre en términos cuantitativos, es decir, cuál sería la temperatura media de la atmósfera terrestre en el  plazo de cinco, diez o treinta años; y,  por otro lado, tampoco se tenía ninguna certeza sobre la regulaciones a las que iba a verse sometido el sector, un sector singularmente regulado, sometido a las normas que dictan los organismos nacionales e internacionales, que condicionan en alto grado la forma de llevar el negocio.

Lo que parece, al menos para el observador externo, es que la compañía estuvo tratando de reducir ambas incertidumbres. Por un lado, las incertidumbres científicas; investigando con medios propios el cambio climático, y por otro lado, tratando también de reducir las incertidumbres relativas a la regulación del sector.

En este segundo asunto, la compañía tenía, o al menos creía que tenía,  unas capacidades realmente singulares respecto a la posibilidad de influir sobre aquellos que generan las normas y leyes que regulan el sector. Siguiendo con la imagen de la escalada de una montaña, creía ser capaz de allanar el camino aunque para ello tuviera que utilizar maquinaria muy pesada o incluso voladuras.

La ventaja de tomar una determinación clara sobre una ruta a seguir es que todos los esfuerzos se encaminan en la misma dirección. Esto es especialmente importante cuando no se puede cambiar de ruta fácilmente, y éste es el caso efectivamente de la producción de energía.

Las instalaciones que requieren tanto el refinado del petróleo, como las centrales térmicas de gas, o de carbón, son completamente diferentes a las instalaciones de un campo de molinos de viento o de un huerto solar. Ni las unas ni las otras se improvisan en plazos de tiempo breve. Apostar por una ruta tiene la ventaja no obstante de que los esfuerzos  que se hacen para persuadir, por ejemplo, a los agentes reguladores, no son contradictorios.

Ahora bien, poner todos los huevos en la misma cesta, tiene el peligro de que las equivocaciones pueden ser  mayores. Una elección racional puede ser sin duda una elección equivocada. 

La elección racional nos lleva a lograr nuestras preferencias a partir de nuestras creencias, pero puede llevarnos efectivamente a un lugar no deseado si nuestras creencias están mal fundamentadas.


En este caso, la compañía toma sus decisiones a partir de un conjunto de informaciones que conforman sus creencias sobre el estado de la cuestión. Este conjunto es muy heterogéneo y de él forman parte los informes elaborados por expertos sobre el estado del arte de las distintas tecnologías implicadas, los informes relativos a la ciencia del clima y su evolución previsible, informes sobre demandas futuras de petróleo, informes sobre reservas, etc. Pero también forman parte de este conjunto algunos informes, quizás más confidenciales, y a menudo sólo transmitidos oralmente, sobre las capacidades de la compañía para influir sobre distintos agentes. La decisión equivocada puede venir de la información imperfecta en cualquier parte del conjunto.

La sobrevaloración de la capacidad de influencia sobre el gobierno de los EEUU,  o la de este sobre la dirección del IPCC ¿Podría haber llevado a decisiones  finalmente equivocadas para los objetivos de la compañía?

Allanar el sendero de la incertidumbre puede no resultar una tarea fácil.

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