“Tres personajes han estado hasta hoy en la
cúspide de la jerarquía del mundo. El representante de la sublimidad
apostólica, vicario del bienaventurado Pedro, príncipe de los apóstoles, de
quien ocupa la sede. Lo
que le ha ocurrido al actual ocupante de la sede, vuestra bondad se ha
encargado de hacérmelo saber.
Viene,
a continuación, el titular de la dignidad imperial que ejerce el poder secular
en la segunda Roma: la noticia es muy conocida, de cómo y de qué impía manera
ha sido depuesto el titular de este Imperio, no por extranjeros sino por los
suyos y por sus conciudadanos.
Viene
en tercer lugar la dignidad real que nuestro Señor Jesucristo os ha reservado
para que gobernéis al pueblo cristiano: prevalece sobre las otras dos
dignidades, las eclipsa en sabiduría y las sobrepasa.
Ahora,
sólo en ti se apoyan las Iglesias de Cristo, sólo de ti esperan salvación, de
ti vengador de crímenes, guía de los que vagan, consolador de los afligidos,
soporte de los buenos ….”
Los hechos
En ese mismo año 799, el papa León III había sido atacado por los romanos,
quienes intentaron arrancarle los ojos y la lengua. León escapó a duras penas y se refugió
con Carlomagno en Paderborn, solicitándole que interviniera en Roma y
restaurara su gobierno. Esos hechos son los que le había contado Carlomagno a
Alcuino y a los que se refiere en la
carta.
Al año siguiente, el rey franco, aconsejado por Alcuino, acepta viajar a Roma. Lo demás es conocido. Durante la misa celebrada en Navidad, en la Basílica de san Pedro, .cuando Carlomagno se arrodilló para orar ante el altar,
el papa lo coronó Imperator
Romanorum ('emperador de los
romanos').
Ese el punto culminante de la colaboración entre Alcuino y Carlomagno que se había iniciado veinte años antes,
cuando Carlomagno reclama a Alcuino para que le organice la escuela palatina.
El discurso político
Carlomagno
era consciente de que necesitaba un discurso político que le legitimara para
guiar a las naciones de este lado del Imperio, y era consciente también de sus
limitaciones respecto de los conocimientos que hacían falta para construirlo.
Ahí
entra Alcuino, que se había formado
en la escuela episcopal de York con el arzobispo Egbert, que había sido a su vez discípulo
de Beda el Venerable. Lo que tenia a su disposición Alcuino era una biblioteca de 300 o quizás 500 volúmenes, que había sido
reunida recogiendo libros en distintos
viajes. principalmente por el fundador de los monasterios de Vermouth y Harrow,
Benito Biscop.
Pero
ese bagaje fue suficiente para que Alcuino construyera un discurso en el que
Carlomagno sería un nuevo David dotado de la realeza davídica simultáneamente regia y sacerdotal, y que como rey-sacerdote
esgrime en su mano derecha la espada triunfal del poder mientras que en su boca
resuenan las trompetas de la predicación católica: es el guía de un nuevo imperio
cristiano.
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Lo que revela el tono de la carta es que Alucino
no es un mero instrumento en manos de Carlomagno.
El conocimiento y el poder político no tienen una relación
simple en la que uno es el medio y el otro pone los fines. El fin no está
completamente determinado desde un principio y va tomando forma a medida que
avanza el proceso.
En este caso, de hecho, puede que Carlomagno no
conociera la intención del Papa de coronarle durante la misa. No todo estaba premeditado. Alcuino, Carlomagno y el Papa interactúan cada uno desde su posición.
La racionalidad de los científicos
Pero eso es anecdótico. Lo importante es que
esta historia es ilustrativa del tipo de relación que se establece entre científicos
y políticos. En la ciencia y menos aún en la tecnología, no funciona sólo la
racionalidad instrumental.
En este ejemplo sencillo, se ve mejor que en
otros casos más complicados que el experto introduce nueva información, nuevos
conocimientos, nuevos argumentos, que van transformado los fines de un
proyecto, definido, en principio, por el que lo promueve, pero que se transforma durante el proceso con aportaciones de los expertos, que no sólo se refieren a los medios sino también a los fines. Los expertos tienen en determinadas situaciones más poder del que están dispuestos a reconocer.
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