Dominicos, franciscanos y averroistas latinos
En el siglo XIII, principalmente en la universidad de Paris, santo Tomás de Aquino construye un sistema filosófico completo, una suma teológica, que explica y sirve a la revelación cristiana.
Aquino es un dominico, y pertenece por lo tanto a la orden de predicadores fundada por Domingo de Guzmán, una orden religiosa con el carisma de predicar los dogmas y de combatir la herejía mediante la fuerza del discurso.
En la universidad de París no sólo hay dominicos. Las cátedras se disputan con los franciscanos y con los averroístas latinos.
Si la filosofía de base de los dominicos es la de Aristóteles, adaptada para resolver algunas incompatibilidades con los dogmas revelados, la de los franciscanos se basa fundamentalmente en san Agustín, mientras que los averroístas latinos son aristotélicos radicales, en el sentido de que no han cambiado lo que ellos creen que es aristotelismo auténtico.
La emergencia de dominicos y franciscanos no es casual. Por un lado, son frailes que viven en conventos urbanos, y no monjes que viven en monasterios en el campo. Por otro lado, cada una de ellas tiene un carisma que le es necesario a la Iglesia para combatir las herejías promovidas por albigenses y cátaros. Los dominicos son especialistas en combatir versiones no heterodoxas de la doctrina. Los franciscanos son la versión de la pobreza evangélica que la Iglesia puede asumir.
Los habitantes de las ciudades, los burgueses, tienen preocupaciones y problemas cuya solución no parece que les pueda venir de una estructura de poder en la que al Papa se le atribuye el poder absoluto.
A la construcción del discurso que avalaba el poder absoluto del papa, la plenitudo postestatis, había contribuido la doctrina de san Agustín, en los últimos tiempos representada por los franciscanos.
Los dominicos, por su parte, con santo Tomás a la cabeza, construyen en el siglo XIII una doctrina política basada en la distinción entre la ley eterna, la ley natural y el derecho positivo, pero que en última instancia subordina también la legislación positiva a ley natural.
Sin embargo, en los nuevos espacios urbanos aparecen nuevos tipos de conflictos a los que no da respuesta el esquema existente. Son conflictos en los que la tutela del papa no les parece adecuada a los burgueses que ven en el emperador y a los monarcas figuras más acordes con sus necesidades. la actividad emergente es el comercio y el personaje el mercader.
En el siglo XIV, la necesidad de una división de poderes entre el papa y el emperador, una nueva legislación y nuevo discurso que de forma a todo eso, se hace ya evidente.
Una de las propuestas de ese nuevo discurso procede del averroismo latino que subsiste en la universidad de París, en concreto de su rector: Marsilio de Padua, que es también, no casualmente, consejero del emperador Luis IV de Baviera.
La emergencia de dominicos y franciscanos no es casual. Por un lado, son frailes que viven en conventos urbanos, y no monjes que viven en monasterios en el campo. Por otro lado, cada una de ellas tiene un carisma que le es necesario a la Iglesia para combatir las herejías promovidas por albigenses y cátaros. Los dominicos son especialistas en combatir versiones no heterodoxas de la doctrina. Los franciscanos son la versión de la pobreza evangélica que la Iglesia puede asumir.
Feudos y ciudades. Papas y emperadores.
En el siglo XIII, algunas cosas importantes habían cambiado con respecto de los siglos anteriores. En el mundo rural feudal se han ido incrustando las ciudades, con habitantes que tienen vidas e intereses distintos de los que habían tenido los habitantes del mundo rural.Los habitantes de las ciudades, los burgueses, tienen preocupaciones y problemas cuya solución no parece que les pueda venir de una estructura de poder en la que al Papa se le atribuye el poder absoluto.
A la construcción del discurso que avalaba el poder absoluto del papa, la plenitudo postestatis, había contribuido la doctrina de san Agustín, en los últimos tiempos representada por los franciscanos.
Los dominicos, por su parte, con santo Tomás a la cabeza, construyen en el siglo XIII una doctrina política basada en la distinción entre la ley eterna, la ley natural y el derecho positivo, pero que en última instancia subordina también la legislación positiva a ley natural.
Sin embargo, en los nuevos espacios urbanos aparecen nuevos tipos de conflictos a los que no da respuesta el esquema existente. Son conflictos en los que la tutela del papa no les parece adecuada a los burgueses que ven en el emperador y a los monarcas figuras más acordes con sus necesidades. la actividad emergente es el comercio y el personaje el mercader.
En el siglo XIV, la necesidad de una división de poderes entre el papa y el emperador, una nueva legislación y nuevo discurso que de forma a todo eso, se hace ya evidente.
Una de las propuestas de ese nuevo discurso procede del averroismo latino que subsiste en la universidad de París, en concreto de su rector: Marsilio de Padua, que es también, no casualmente, consejero del emperador Luis IV de Baviera.
El nuevo discurso de Marsilio
Luis de Baviera reabre contra el papa Juan XXII las luchas de Felipe el hermoso contra Bonifacio VIII. El papa acababa de denunciarle como protector de herejes y de excomulgarle ordenándole que deje dentro tres meses de administrar los asuntos del imperio.
El “Defensor pacis”, es el discurso que compone Marsilio como respuesta a la petición de consejo y ayuda por parte del emperador. El texto se presenta al emperador en 1326.
Marsilio defiende que la iglesia no tiene cabeza visible y que san Pedro no recibió más poder o autoridad que los otros Apóstoles, y que es dudoso que llegara a ir a Roma. El papa tiene solamente el poder de convocar un concilio ecuménico que es superior a él. Sus decretos no son obligatorios y solo puede imponer al pueblo aquello que el concilio general ha decidido e interpretado. La comunidad elige a los párrocos y supervisores y controla al clero en el cumplimiento de sus deberes. En pocas palabras, la comunidad o el Estado lo son todo, y la Iglesia juega un papel subsidiario.
Este es el nivel práctico del discurso que le interesa al emperador, pero el discurso de Marsilio tiene un nivel más profundo pensado para hacer frente a las controversias que pudieran surgir, especialmente entre sus colegas de París.
Marsilio trata de cambiar la relación entre fe y razón, que santo Tomás había dejado en la posición de que la filosofía sirve a la teología. Da el predominio a la razón, y con ello, a lo laicos frente a los clérigos.
Para ello cuenta con algo que no tenía disponible Abelardo en sus disputas con Bernado de Claraval cuenta con la lógica y con la metafísica de Aristóteles, ya plenamente disponibles; y cuenta con la forma de interpretar a Aristóteles que procede en última instancia de Averroes. Esto es, que las conclusiones obtenidas racionalmente no tienen por qué se coincidentes con las verdades reveladas, y cuando no lo son, hay que atender a la razón. porque la razón cuenta con el instrumento de la lógica.
Respuesta de Juan XXII
El discurso de respuesta del papa es menos elaborado y más visceral.Dice el Papa:
"1) Estos réprobos no dudan en afirmar sobre lo que se relata sobre Cristo en el Evangelio de san Mateo, la broma de que El pagó tributo…que lo hizo no por condescendencia y liberalidad, sino por necesidad – una afirmación que va contra las enseñanzas del Evangelio y las palabras del Salvador. Si uno fuera a creer a estos hombres se seguiría que toda la propiedad de la Iglesia pertenece al Emperador y que puede tomar posesión de ella de nuevo cuando quiera.
2) Estos hijos de Belcebú son tan atrevidos como para afirmar que el Apóstol san Pedro no recibió más autoridad que los otros Apóstoles, que no fue nombrado su jefe y más aún, que Cristo no dio cabeza visible a su iglesia y no nombró a nadie como su vicario aquí abajo todo lo cual es contrario a la verdad evangélica y apostólica.
3) Estos hijos de Belial no temen afirmar que el emperador tiene el derecho de nombrar, destronar y castigar al papa, lo que sin duda repugna a todo derecho.
4) Estos hombres frívolos y mentirosos dicen que todos los sacerdotes, sean papas, arzobispos o simples sacerdotes tiene la misma autoridad e igual jurisdicción, por la institución de Cristo; que todo lo que uno posee más que otros es una concesión del emperador que puede revocar lo que ha concedido – afirmaciones que son ciertamente contrarias las sagradas enseñanzas y tiene el sabor de herejía.
5) Estos blasfemos dicen que las enseñanzas de la iglesia universal no pueden infligir una pena coactiva a ninguna persona sin el permiso del emperador. Todas las proposiciones papales opuestas a las declaraciones de Marsilio de Padua y Jean de Jandun se prueban a al larga por las Escrituras, tradiciones e historia. Estas declaraciones están condenadas por ser contrarias a la Sagrada Escritura, peligrosas para la fe católica heréticas y erróneas y sus autores Marsilio y Jean por ser sin duda herejes y aún heresiarcas."
Secuela
El Emperador tomó la iniciativa. Después de una reunión en Trento con sus partidarios gibelinos, en marzo de 1327 entra en Italia, y en mayo, recibe la corona de hierro de los Lombardos en Milán.
Luis provocó la rendición de Pisa y fue recibido en Roma con gran regocijo. El 7 de enero de 1328 fue coronado en la iglesia de San Pedro, de manos del noble romano Sciarra Colonna. Luis IV respondió a los ataques pontificios mediante la deposición de Juan XXII y la designación como papa de Pedro de Corvara, que tomó el nombre de Nicolás V.
En cuanto a Marsilio, su suerte corre paralela la utilidad de su discurso.
Luis provocó la rendición de Pisa y fue recibido en Roma con gran regocijo. El 7 de enero de 1328 fue coronado en la iglesia de San Pedro, de manos del noble romano Sciarra Colonna. Luis IV respondió a los ataques pontificios mediante la deposición de Juan XXII y la designación como papa de Pedro de Corvara, que tomó el nombre de Nicolás V.
En cuanto a Marsilio, su suerte corre paralela la utilidad de su discurso.
En Baviera, la vida de Marsilio adquiere otro rumbo, alejado del poder y del influjo sobre el emperador.
A la muerte de Juan XXII, en 1334, el emperador Luis inicia negociaciones diplomáticas con el papado para superar la crisis y conseguir la aceptación de Avignon de su legitimidad imperial.
Esas negociaciones estuvieron a punto de tener éxito, pero en definitiva fracasaron. Luis estuvo a un paso de lograr el reconocimiento de su estatuto imperial, pero una vez más la monarquía francesa impuso su veto irresistible y el curso posterior de sus esfuerzos se vio interrumpido por su muerte.
Durante esas negociaciones, Marsilio no solamente fue alejado del círculo de consejeros del príncipe, sino que corrió el grave peligro de ser entregado a la autoridad papal.
De todos modos, las ideas de Marsilio tenían el viento a favor. Guillermo de Ockham, franciscano, pero ya favorable a la separación de ciencia y revelación, y favorable a dar valora al individuo, siguiendo la línea iniciada por Scoto, recoge parte del ideario político de Marsilio.
LA ORIGINALIDAD DE MARSILIO DE PADUA
M. A. Barbuto
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Marsilio de Padua
L. Salembier
The Catholic Encyclopedia, Volume IX. Published 1910.
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MARSILIO DE PADUA:
DEFENSOR MINOR Y DE TRANSLATIONE IMPERII
Jordi Puigdomènech
Luis IV, emperador del Sacro Imperio (1282-1347).
Juan Miguel Moraleda Tejero
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