La tecnología como solución
El decrecimiento sostenible está sin duda vinculado con la ecología económica, pero en el ámbito intelectual francés se ha desarrollado de forma un tanto diferente, con aspectos interesantes.
Las
raíces de esta corriente son profundas y arrancan en la crisis posterior a la Primera Guerra Mundial, que
inspiró a autores como Ellul, que tuvieron a partir de los años cuarenta un
discurso pesimista respecto de las soluciones que podía aportar la tecnología.
La dimensión no tecnológica del ser humano
Ellul considera que vivimos en una sociedad
tecnológica cuyo modelo de racionalidad es la eficacia.
Sin embargo, el hombre es un ser constituido por una gran diversidad de
dimensiones (poética, simbólica, religiosa, técnica, etc.), pero la tecnología
ha borrado todas las demás, para centrarse en la potencia y en la eficacia.
Ante esta situación propone una ética del no-poder, que se caracteriza por no colaborar con el sistema técnico. El no-poder es lo contrario de la impotencia y se caracteriza por la frase puedo pero no quiero.
Ante esta situación propone una ética del no-poder, que se caracteriza por no colaborar con el sistema técnico. El no-poder es lo contrario de la impotencia y se caracteriza por la frase puedo pero no quiero.
Actualmente el movimiento es el resultado de
dos corrientes. Una más ligada a la economía ecológica, en la que Georgescu-Roegen
es quizás el autor de referencia; y otra, más influenciada por los trabajos de Ivan
Illich, con la antropología de Marshall Shalins y los escritos de Ellul de fondo.
Decrecimiento a la francesa
Realmente, el decrecimiento francés toma su carácter
diferenciado en contraste con la “steady state economy” (economía de estado estacionario) que se está desarrollando en Norteamérica, por
ejemplo por el Centro para el Avance de la Economía de Estado Estacionario (CASSE), que defiende la estabilización de los
principales parámetros económicos en un plazo de tiempo de 10 años
Martinez-Alier, en un artículo de 2010, ve no obstante compatibles estos dos propósitos.
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Sustainable de-growth: Mapping the context, criticisms and future prospects of anemergent paradigm
Joan Martínez-Alier et alter.
Ecological Economics journal
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Se podría, dice, plantear un decrecimiento en los países industrializados del Norte, acompañado de una disminución global de la población, con un máximo en el 2050, lo que llevaría a un estado cuasi-estacionario en equilibrio dinámico, en el que algunos sectores industriales crecerían y otros disminuirían.
A pesar de esa compatibilidad, el decrecionismo de origen francófono tiene un sello característico: el marxismo. Lo cual significa que identifica los problemas políticos y los económicos. El capitalismo se ve sin duda como un problema. Aunque no se propone como alternativa el socialismo, se apoya, por ejemplo, la regulación pública.
De lo que se desmarca el decrecionismo es de la sostenibilidad al modo en que ésta se entiende en el informe Bruntland. La prueba de que el planteamiento del desarrollo sostenible no funciona, se dice, es por ejemplo el pobre resultado que se está obteniendo en la lucha contra el cambio climático. Algo que se puso en evidencia en la cumbre de Copenague.
Son los fracasos del desarrollo sostenible, que se arrastran durante 20 años, los que alimentan precisamente la idea del decrecionismo.
De todos esta idea se encuentra con grandes obstáculos en la mentalidad de la sociedad contemporánea, puesto que requiere una redefinición completa de lo que se entiende por buena vida.
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Sustainable de-growth: Mapping the context, criticisms and future prospects of anemergent paradigm
Joan Martínez-Alier et alter.
Ecological Economics journal
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Se podría, dice, plantear un decrecimiento en los países industrializados del Norte, acompañado de una disminución global de la población, con un máximo en el 2050, lo que llevaría a un estado cuasi-estacionario en equilibrio dinámico, en el que algunos sectores industriales crecerían y otros disminuirían.
A pesar de esa compatibilidad, el decrecionismo de origen francófono tiene un sello característico: el marxismo. Lo cual significa que identifica los problemas políticos y los económicos. El capitalismo se ve sin duda como un problema. Aunque no se propone como alternativa el socialismo, se apoya, por ejemplo, la regulación pública.
De lo que se desmarca el decrecionismo es de la sostenibilidad al modo en que ésta se entiende en el informe Bruntland. La prueba de que el planteamiento del desarrollo sostenible no funciona, se dice, es por ejemplo el pobre resultado que se está obteniendo en la lucha contra el cambio climático. Algo que se puso en evidencia en la cumbre de Copenague.
Son los fracasos del desarrollo sostenible, que se arrastran durante 20 años, los que alimentan precisamente la idea del decrecionismo.
De todos esta idea se encuentra con grandes obstáculos en la mentalidad de la sociedad contemporánea, puesto que requiere una redefinición completa de lo que se entiende por buena vida.
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