miércoles, 12 de diciembre de 2018

PLATÓN: ALCIBIADES Y LA CONSTRUCCIÓN DE LA TEORÍA DE LAS IDEAS

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Alcibíades aparece como personaje destacado en varios diálogos platónicos. Tiene un valor dramático muy especial su entrada en escena al final del Banquete (Symposium), en la que hace de contrapunto de Sócrates en una especie de lucha de titanes, cada uno haciendo uso de sus mejores armas para atraer al otro. Platón hace triunfar a Sócrates, con todo lo que ello significa respecto de la superioridad de la belleza moral respecto de la belleza sensible. 

Aunque sólo fuera por esa aparición, ya nos quedaría el impulso de saber algo más sobre Alcibíades. En ningún caso ese impulso queda defraudado, y al acercarnos a su biografía comprendemos por qué Platón lo toma como personaje protagonista en algunos de sus diálogos y puede decirse que es también un personaje conceptual del mismo modo que lo es sin duda Sócrates.

El Alcibíades del banquete es todavía adolescente y le sirve a Platón para ilustrar el acceso posible a través del eros al mundo inteligible que contiene el ser en sí, en este caso, la belleza en sí, que es más perfecta, y por lo tanto con más poder de atracción, que cualquier belleza sensible. No obstante, el Alcibíades adulto de la guerra del Peloponeso inspira al Platón político, siendo la filosofía política el fin último del pensamiento platónico. La teoría de las ideas es el soporte de la teoría política. La discusión sobre los conceptos está en le trasfondo de la lucha política. La discusión de Sócrates y Alcibíades sobre la belleza está en el fondo de las discusiones políticas de lo que es justo  o injusto en una situación de guerra.

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Para una visión no sublimada de la relación entre Sócrates y Alcibiades en el Banquete:

De amore: Sócrates y Alcibíades en el Banquete de Platón 


Lorena Rojas Parma 

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Alcibíades en la guerra del Peloponeso:

Antes de llegar a los treinta años, Alcibíades había logrado hacerse un lugar en la complicada política de Atenas. Codeándose con los más influyentes del momento, consiguió ganarse el respeto de un sector de la ciudadanía; aunque, por otra parte, se generó algún que otro enemigo. Con quien mantuvo la relación más complicada fue con Nícias, hijo de Nicérato, un aristócrata muy rico gracias a las posesiones familiares en las minas de plata del Laurión.  

Nícias, en el año 421 a.C., firmó la paz con los lacedemonios. La llamada Paz de Nícias puso fin a la primera parte de la Segunda Guerra del Peloponeso, además de devolver los cautivos de guerra y prácticamente todos los territorios a su dueño inicial. 

Alcibíades, indignado porque no le habían tenido en cuenta durante las negociaciones, trató de romper el tratado con el que Nícias se había ganado el aprecio de los atenienses. Envió mensajeros a la ciudad de Argos, tradicional enemiga de Esparta, y maquinó una alianza con Mantinea y Elis, otras ciudades del Peloponeso. Con esto, provocó que los espartanos enviaran a su vez embajadores a Atenas, preocupados con la alianza y con otros aspectos de la reciente paz con Nícias. Sin embargo, durante la Asamblea de los ciudadanos que debía tratar estas cuestiones, Alcibíades maniobró de tal modo que consiguió desacreditar por completo a los emisarios espartanos, pues les hizo afirmar en público que no habían venido con plenos poderes para negociar.

Con este engaño y con el posterior fracaso de Nícias con las negociaciones en Esparta, aprovechando su cargo de estratego, Alcibíades consiguió que fuera aceptada su alianza con Argos, Mantinea y Elis, lo que le permitió, pese al prematuro fracaso de este pacto, erigirse como el gran político del momento.

Era evidente ya que Alcibíades gozaba de una influencia considerable, y que junto a Nícias, era el hombre más destacado de Atenas. A pesar de esto, Alcibíades no había nacido para dirigir una ciudad en paz, y su carácter ambicionaba otros proyectos.

En el año 415 a.C., la Paz de Nícias con los lacedemonios llevaba años permitiendo un respiro a todo el mundo heleno, pero aprovechando su popularidad, Alcibíades se esforzó sobremanera para que Atenas emprendiera una campaña sobre la ciudad siciliana de Siracusa, como si esa expedición fuese originada de un mero capricho. La mayoría de los jóvenes, movidos por la misma ambición de Alcibíades, apoyaron en masa esa empresa. A pesar de esto, este deseo desenfrenado de Alcibíades no fue defendido por otro importante sector de la ciudadanía, entre ellos Sócrates, quien comprendía que la realidad siracusana era mucho más complicada de lo que se quería hacer entender. (Aunque no son éstos, o al menos no fundamentalmente éstos, los motivos que luego preocuparán  a Platón).

La votación en la Asamblea de Atenas dio el visto bueno a la operación, nombrando estrategos a Alcibíades, Lámaco y Nícias. A pesar de que este último, en varias ocasiones, trató de paralizar la expedición, y de que además hubo varios auspicios desfavorables, Alcibíades se encargó de que todo estuviera preparado. 

Sin embargo, poco antes de partir hacia Siracusa, sucedió en Atenas uno de los acontecimientos más importantes en la vida de Alcibíades. La noche anterior a la partida de la expedición, la ciudad de Atenas amaneció con la mayoría de sus hermai (bustos esculpidos), colocados en diferentes lugares públicos, parcialmente mutilados. La  acusación de uno de los rivales de Alcibíades, culpó a éste y sus amigos de cometer dichas mutilaciones durante una de sus continuas borracheras.

Pese a que el proceso judicial contra Alcibíades debía comenzar, ofreciéndose él mismo a ser juzgado por su declarada inocencia, se decidió emprender cuanto antes la campaña sobre Siracusa, a la cabeza de la cual, entre otros, iba él. Junto a los otros dos estrategos y a miles de soldados atenienses, partió hacia la isla de Sicilia.

Con Alcibíades ausente y discutiendo las estrategias a seguir en Siracusa, en Atenas, sus enemigos pusieron en marcha una campaña con el único propósito de que fuera declarado culpable pese a la falta de pruebas fiables. Al poco tiempo, esos esfuerzos surgieron efecto y Alcibíades fue condenado a muerte. Éste, enterado de su complicada situación, omitió las llamadas para acudir a Atenas, con lo que fue declarado en rebeldía y se confiscaron todos sus bienes.


Resultado de imagen de fracaso de siracusa alcibiadesLa campaña ateniense en Siracusa terminó con un fracaso absoluto el año 413 a. C. Los estrategos atenienses perdieron la vida en aquella fatídica expedición. Con miles de apresados, heridos, muertos y perdida una cantidad enorme de dinero y naves, Atenas sufrió una de las derrotas más terribles. Mientras tanto, Alcibíades, quien había originado tal expedición, y lejos ya de esos peligros, continuaba su particular carrera política y militar, nada menos que en favor de Esparta.


A partir de aquí, la trayectoria de Alcibíades se vuelve todavía más convulsa: huida de Esparta hacia Persia, colaboración con Persia, nueva fidelidad a Atenas que sufre la derrota final en Egospotamos; tras lo cual no hay un lugar seguro para Alcibíades en Grecia. Nuevamente en Persia su intención de liberar a Atenas del control de Esparta es interceptada: Alcibíades, durante una noche cualquiera, sufrió un grave incendio en su hogar. Éste, que había sido provocado a consciencia por varios sujetos a cargo del rey Agis II de Esparta, no acabó con él. Su ingenio y particular habilidad para sobrevivir a situaciones de riesgo le permitió escapar de las llamas. Sin embargo, al salir de su domicilio, fue atacado a distancia mediante dardos y flechas, con lo que no pudo defenderse, cayendo definitivamente muerto. A la edad de 46 años, en el 404 a C., Alcibíades ya era historia.

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Gerard Maldonado

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Alcibíades representa para Platón aquello  a lo que la democracia asamblearia de Atenas puede conducir, movilizada, persuadida, por una retórica no basada en la verdad sino en la apariencia de verdad. No movida por la justicia sino por la desmesura de los lideres, no guiada por el bien de la ciudad sino por el interés particular; en el caso de Alcibíades, el interés de conseguir poder y gloria.  

La asamblea no es sólo presa fácil de la retórica populista sino que es también voluble y oscila sin apenas solución de continuidad entre el fervor y el desdén, entre la condena a muerte y el seguidismo sin condiciones.  

La ciudad no puede estar al arbitrio de tiranos ni de una asamblea demagógica. Ni los unos ni lo otros son capaces de constituir una ciudad justa. Para ello se requiere, en primer lugar, saber qué lo justo y qué es la justicia. En segundo lugar, es necesario un grupo de gobernantes que, desde ese conocimiento, tome las riendas y dirija la ciudad por el camino adecuado.

Qué es lo justo, quiénes conocen lo justo y cómo gobernar de acuerdo con el criterio de lo justo, es un trabajo de ardua investigación en el que Platón se empeña durante toda su vida. La teoría de las ideas le sirve en un principio de base sólida para apoyarse en contra de demagogos y sofistas. Pero el argumentario de estos últimos, en particular el de Protágoras y sobre todo de Gorgias, resultan ser menos vulnerable a la crítica de lo que podría suponerse, y la teoría de las ideas menos consistente, de lo que el programa presumía. 

Pasada una fase digamos acrítica, muy brillante sin duda aunque sólo fuera por su valor literario: Fedón, Fedro, El Banquete, República; inicia Platón una autocrítica con matices argumentales casi infinitos. Como resultado, sale del atolladero con una solución mitológica, pitagorizante, que será acogida con gran desconcierto por Aristóteles. Pero esa ya es otra historia.  


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FUENTES ANTIGUAS SOBRE ALCIBÍADES:

Plutarco. Vidas Paralelas: Alcibíades, VI.

Tucídides. Historia de la Guerra del Peloponeso

Cornelio Nepote. De viris illustribus; de excellentibus ducibus exterarum gentium: Alcibíades, IX


Jenofonte. Helénicas
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viernes, 7 de diciembre de 2018

HERMENÉUTICA DEL FRAGMENTO DE ANAXIMANDRO


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De lo apeiron (ilimitado) surgen los mundos"pero cualesquiera que sean las cosas de donde procede la génesis de las cosas que existen, en esas mismas tienen éstas que corromperse por necesidad; pues estas últimas tienen que cumplir la pena y sufrir la expiación que se deben recíprocamente por su injusticia, de acuerdo con los decretos del Tiempo", (en el orden del tiempo, en el tribunal del tiempo).

Este fragmento es un joya de un valor inestimable, dice Werner Jaeger. Frente a un texto de este tipo caben no obstante  diferentes actitudes. 

Dejando a un lado aquellas digamos ordinarias, no expertas, no iniciadas; podemos todavía distinguir las actitudes que se inclinan por relativizar la  importancia del texto de otras que ven este texto algo que vale la pena analizar con detenimiento.

Al primer grupo pertenece aquellos que apelando a que hay textos anteriores, de Hesíodo por ejemplo, que quizás por conocerlos en toda su extensión nos parecen menos profundos y menos filosóficos. Por lo tanto, habría una cierta arbitrariedad en reverenciar unos textos y no los otros. De hecho, el listado de filósofos se debe a la intencionalidad de Platón y Aristóteles, primero; y más tarde, a la de compiladores como Diógenes Laercio.

Sin embargo, desde la corriente hermenéutica, una corriente que se ha convertido  quizás en la corriente filosófica principal en éste siglo XXI, se están haciendo no pocos esfuerzos por interpretar los fragmentos de los filósofos presocráticos en  toda su profundidad, y especialmente este texto de Anaximandro, que por ser tan antiguo y sugerente merece singular atención. 

La hermenéutica sigue para ello la estela de Niestzche (que por ejemplo interpreta el origen de la tragedia griega en términos de lo apolineo y lo dionisiaco); pero sobre todo de Heidegger; y después de él, de Gadamer, y más recientemente de Vattimo. 
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Una interpretación hermenéutica del fragmento:

Anaximandro de Mileto


Teresa Oñate
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La temática a partir del fragmento:

Génesis vs. arjé. 

Unidad en la multiplicidad. Coordinación. Armonía matemática.


Pasados con posibilidades no cumplidas  y futuros posibles. 
Múltiples posibilidades que se dan en el presente (que se pierden pero que podrían ser recuperadas).

Big bang y evolución intuidas.


Justicia y configuraciones excluyentes. Injusticia en las configuraciones excluidas.  
Heidegger. Los presentes cometen injusticia contra los ausentes. 

En definitiva, queda sugerida una ontología modal, de lo posible, lo necesario y lo contingente

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Un pequeño relato ilustrativo

El tema de las configuraciones posibles excluyentes, de las cuales sólo una de ellas se da en el presente, podría remitir a los mundos posibles que postulan algunos desarrollos de la mecánica cuántica. Sin embargo Teresa Oñate elige para ilustrar lo que se plantea en el fragmento de Anaximandro un enfoque diferente relativo a un episodio que  sucede en un pequeño asentamiento rural chino. 

Aquí, es costumbre que los ancianos sintiendo cerca la muerte se alejen del poblado para morir. La señal inequívoca de que deben hacerlo es haber perdido todos los dientes. el caso es que la anciana protagonista conserva sus dientes pero siente que debe dar paso a la siguiente generación. Entonces, lo que hace es golpearse contra una piedra  hasta perderlos, sin que nadie lo sepa. Es su modo de no cometer injusticia, con su presencia, contra lo ausente, que podrá hacerse así presente sin su presencia excluyente. 

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¿Qué imagen implica el fragmento cuando habla de injusticia?

Dice Jaeger:

Implica la imagen de una escena en la sala de un tribunal. Cuando hay dos partes en disputa, aquella que ha tomado más de la cuenta, sea por la fuerza o por la astucia, tiene que pagar daños y perjuicios por su pleonexía a la parte a la que ha perjudicado. Para los griegos, para quienes lo justo es lo igual, esta pleonexía o tomar más de la cuenta es la esencia de la injusticia. No debemos pensar en derechos civiles ni políticos, sino simplemente en derechos de propiedad, en las querellas diarias por lo mío y lo tuyo.

En las cosas del mundo natural, que se generan y se corrompen, el juez es el Tiempo.

No sólo en el mundo político, sino en el reino entero del Ser hay exactamente tal justicia inmanente.

Algunos  han tratado de leer nuestra idea actual de las leyes de la naturaleza en las palabras de Anaximandro, pero lo que hemos encontrado, dice Jaeger, es algo enteramente distinto. No hay aquí una escueta reproducción de la secuencia regular de la causa y el efecto, sino una norma universal que pide un total acatamiento, pues no es nada menos que la justicia divina misma. 


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LA TEOLOGIA DE LOS PRIMEROS FILOSOFOS GRIEGOS 

WERNER JAEGER 
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Interpretaciones antiguas. De Teofrasto a Cicerón. 

A  menudo, les parece a los estudiantes de filosofía que se va demasiado lejos con un fragmento tan corto. En realidad, la interpretación se basa también en otras fuentes. Existen fuentes secundarias que una vez pasadas por el filtro de la crítica suministran información sumamente interesante.

Fuentes de los últimos años del período antiguo nos han dejado cierto número de notables testimonios que se remontan con toda certeza a Teofrasto y que por consiguiente no pueden menos de basarse en un conocimiento directo de los escritos de Anaximandro. Estos testimonios concuerdan todos en decir que Anaximandro creía en innumerables mundos.

Se dice que Anaximandro llamaba a estos mundos "dioses", enseñando así que hay innumerables dioses; y como estos mundos nacen y mueren periódicamente, puede hablar Cicerón de los dioses de Anaximandro, que no eran eternos, sino que se limitaban a tener una larga vida.

la pregunta ahora es qué relación tienen esos dioses con lo divino-apeiron. 

Parece que Anaximandro sigue en este punto con la concepción genésica de Hesiodo, de tal modo que estos dioses procederían del apeiron. Lo que tenemos entonces es una teogonía filosófica. 


La interpretación contemporánea de la hermenéutica.

Con todo, cabe una interpretación que tenga en cuenta que la noción de arjé ha de mantener cierta coherencia en el conjunto de propuestas presocráticas. Si el arjé no es algo que hubiera en un principio sino lo que principia, es decir, lo que legisla todo, entonces el apeiron no es el arjé, el principio que gobierna todo es precisamente el proceso de ida y vuelta desde el apeiron y hacia el apeiron, en un cambio de configuraciones que por ser mutuamente excluyentes originan una cierta injusticia por el hecho de que mientras una permanece la otra no puede presentarse. 

La posibilidad de darse la vuelta lo que hace posible es el retorno de pasados que fueron sustituidos quizás prematuramente sin quedar perfeccionados, pero que al volver tienen la posibilidad de perfeccionarse, de limitarse, empleando el término limitado como lo hacen habitualmente los griegos, puesto que lo limitado es lo acabado, mientras que lo ilimitado es lo inacabado.

Lo presente es siempre contingente. Lo que es necesario es el proceso por el cual hay  nacimiento y muerte. Todo lo que nace tiene que perecer necesariamente. Mientras lo presente está presente está bloqueando otras configuraciones, puesto que las posibilidades son infinitas, y con ello, está cometiendo injusticia con respecto de aquello que no está teniendo cabida.  
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LA ALTERIDAD CONSTITUYENTE ENLAZADA POR EL LOGOS. HERÁCLITO

Una vez que se descarta al Heráclito movilista que nos presenta la realidad como permanentemente cambiante, nos encontramos con otro Herácli...