Atanasio, egipcio, obispo, doctor de la Iglesia, nacido en Alejandría hacia el 305 d.C. y fallecido en la misma ciudad el 2 de mayo del año 373. Fue el más acérrimo defensor de la doctrina ortodoxa cristiana nicena, combatiendo principalmente contra el arrianismo. Por ello se le conoce como «la columna de la Iglesia», y «el martillo de los arrianos». La Iglesia de Oriente lo considera el «padre de la ortodoxia», y la Iglesia de Roma lo cuenta entre los cuatro grandes padres de Oriente.
Atanasio, San
Vale lo anterior como una reseña rápida, pero en el caso de Atanasio hay que ir más despacio.
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LA INFANCIA Y JUVENTUD DE ATANASIO DE ALEJANDRÍA
Gonzalo Fernández Universidad de Valencia
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Atanasio nace entre el año 300 y el 305. Es muy joven, por lo tanto, en el año 325, año del Concilio de Nicea. Demasiado joven, de hecho, para tener la influencia que algunos después le atribuyeron. Fue un luchador contra el arrianismo, pero eso tuvo que venir necesariamente más tarde.
En el año 335, diez años después de Nicea, y coincidiendo con su tricennalia, Constantino quiere que el arrianismo se integre en la ortodoxia para componer un cristianismo internamente pacificado. Su idea es la de presentar esa pacificación como logro que unir a la celebración. Es en este momento cuando Atanasio se opone totalmente a la integración de Arrio, como un peligro para el credo niceno. Eso le cuesta el exilio en Treveris.
Lo que viene después tiene bastante que ver con el modo en que Constantino toma sus grandes decisiones: un indicio que procede de lo alto.
Durante la misma víspera,
mientras Arrio hacía su entrada triunfal en la ciudad de Constantinopla, rodeado del
jubiloso cortejo de sus partidarios, al llegar al Foro de Constantino se
sintió indispuesto y expiró en unas letrinas víctima de "una ruptura de
sus vísceras" según el testimonio de Atanasio. El fallecimiento de Arrio
rnotivó la conversión al nicenismo de muchos de los partidarios del heresiarca y la toma de conciencia por
parte del emperador del caso providencial del perjurio que Arrio habla
cometido al afirmar que fue condenado por una doctrina que verdaderamente él nunca expuso.
Lo más interesante de este asunto es que con el tiempo, veinte años después, Atanasio va adornando el relato para acentuar el carácter de castigo divino de la muerte de Arrio. En el relato adornado los detalles son importantes: blanquea la figura de Alejandro de Constantinopla, al que hace aparecer en la narración, cuando ya había muerto; y hace desaparecer de ella, por el contrario, al obispo Pablo, con el que no le liga a Atanasio ningún interés común.
Atanasio crea todo un cúmulo de circunstancias prodigiosas tendentes a una
finalidad propagandística que acabó por imponerse a consecuencia de
las progresivas victorias de la ideología nicena y del prestigio del propio Atanasio. Arrio va quedando desprestigiado ante los suyos puesto que en realidad había renunciado a su posiciones, ya fuera de modo real o con perjurio, plegándose a lo fundamental del credo niceno: el homoousinos: que el Hijo es de la misma naturaleza que el Padre.
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Gonzalo Fernández, U. Alcalá de Henares
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