La ontología modal, que se ocupa de los modos de ser, es un desarrollo típico de Aristóteles en el que nos presenta básicamente cuatro modos: lo posible, lo imposible, lo necesario y lo contingente.
Este desarrollo le parece especialmente interesante a la hermenéutica actual.
ARISTÓTELES Y LA ONTOLOGÍA HERMENÉUTICA ACTUAL. METAFÍSICA IX 6-10 Y LA FRASE DEL DEVENIR DEL SER
Aristotle and the Hermeneutic Ontology Nowadays. Metaphysics IX 6-10 and the Sentence of the Becoming of Being TERESA OÑATE Investigadora de HERCRITIA / UNED, España
"Para la Ontología Modal del Aristóteles griego la verdad ontológica tiene estatuto práctico y poético de transmisión histórica comunitaria. A su vez la ontología hermenéutica contemporánea y el pensamiento de la diferencia francés beben abundantemente de esta comprensión de la verdad que pertenece de lleno a la ontología modal-temporal que piensa los modos del ser tiempo de la acción posibilitante (enérgeia) y la potencia (dúnamis) en Aristóteles".
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Luis Camacho
Posibilidad, imposibilidad, contingencia y necesidad:de la filosofía a la ciencia
La filosofía de la ciencia se ha intensado por la lógica modal, que ha tenido un hito en Leibniz y que regresó con fuerza en el siglo XX. Pero es la ontología la que tiene para nosotros mayor interés ahora. Aunque lo ontológico y lo lógico están sin duda relacionados. Y lo están desde luego en Aristóteles, una vez que se es capaz de leerlo como un todo coherente.
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Ser y Devenir
Una cuestión ontológica clásica es la discusión sobre el ser y el devenir. La hermenéutica actual propone tratar esta cuestión a partir de Aristóteles, en concreto, retomando un ejemplo que recorre varios textos suyos: el flautista que sabe tocar la flauta.
."..si nada obsta a que el flautista sepa tocar y toque públicamente, se ha dado la acción-unitaria del tocar la flauta (el flautista va y toca la flauta). Ocurren entonces algunas cosas muy interesantes. Pues resulta entonces que la unidad de obra [en-ergon] que ya acontece como Alétheia se agencia a la configuración del todo en juego: es la unidad de acción la que se agencia al flautista, a su subjetualidad, a su alma racional, a su respiración, a los dedos, a la flauta misma, al público, a la sala donde se celebra la interpretación… La unidad de obra es una acción-praxis extática intensiva que lo que reúne son los procesos —cinéticos, tecnológicos, retóricos— que se manifiestan en la Alétheia. Esta manifestación, dice Aristóteles, no tiene error ni engaño; no se le opone algo contrario, como la verdad a la falsedad disyuntiva judicativa, sino que se alcanza o no, se logra o no se logra".
"[...] el sonar de la acción de la flauta que toca el flautista acontece porque, a la vez (háma, simultáneamente) es recibido por el público: si en el público hay algún crítico filoi (hijo, amante, querido, discípulo) que es capaz de asumir el sentido de la acción para recrearlo de una manera original, libre, intensiva. Devolviendo de manera original el sentido de aquella acción que re-crea y continua, que relanza al futuro. Entonces estamos exactamente en el devenir del ser con la Nóesis de la recreación, retransmisión y comprensión, no de la forma, sino del modo de la excelencia que da lugar a comunidad y trans-historicidad. La temporalidad que entra en juego aquí, siendo sincrónica e intensiva, no es la del tiempo diacrónico del presente-ahora que fagocita la alteridad-ausencia incluso a lo presente. Se pone en juego más bien la temporalidad del instante eterno (Aión) que comunica en un cruce a la eternidad del continuo de la unidad indivisible con la inmanencia —por tanto distante— de ese instante que, dure lo que dure esa puesta en escena, es siempre eterno por indivisible (de él nada se puede añadir o quitar, pues es un límite)".
"...¿cuál es el criterio que permite diferenciar entre movimiento (óntico) y acción ontológica? ¿Entre Kínesis y Praxis-Enérgeia? Pues, tal y como estamos viendo, el tiempo. El modo de ser del tiempo".
En la ontología , y también en la lógica modal, la diferencia fundamental no está está entre verdadero y falso, sino que la verdad ontológica se muestra o no se muestra. No tiene contrario. No porque no se dé estamos en lo falso, simplemente no se ha logrado.
Ese instante, de durabilidad indeterminada en el que se muestra, en el que se ha logrado, es el instante eterno, intensivo, no divisible.
Es el tiempo intensivo el que nos da la clave para decir que lo necesario es la que se da siempre (que se den la condiciones), lo contingente es lo que se da habitualmente pero puede no darse. Nuestro interés puede estar entonces en las condiciones de posibilidad, en lo posibilitante.
¿Qué hace posible que el concierto sublime del flautista pueda ser reproducido de forma igualmente sublime por el discípulo?
Es la temporalidad intensiva la que reúne lo posible de lo presente, con lo posible de lo pasado, y lo posible de lo por-venir.
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