Habitualmente se cita el año 529 d.C. como la fecha en la que se pone fin definitivo a la filosofía antigua. Es el año en el que Justiniano decreta el cierre de la Academia de Atenas.
Sin embargo, no todo acaba entonces. De algún modo, continúa en Bizancio la actividad filosófica. La teología que se hace en Bizancio está marcada por la filosofía, aunque es cierto que la filosofía no tendrá un desarrollo brillante allí, principalmente porque no se dan en Bizancio las condiciones para ello: no hay una tensión suficiente entre polos de poder que estimule el pensamiento filosófico. El poder está concentrado en el entorno del emperador. Esa tensión sí se dará, sin embargo, en el occidente europeo como lucha entre el papado y el imperio.
Lo que queda claro en todo caso a partir del año 529 es que hay elementos heterodoxos, sobre todo en Aristóteles, que no pueden ser utilizados por la ortodoxia cristiana: la eternidad del mundo, la no inmortalidad del alma individual. Sólo aquello que apoya la doctrina es utilizable.
Lo que va a ser útil, sin embargo, es el vocabulario técnico de los dos filósofos, Platón y Aristóteles, en aquello que sirva para explicar mejor el dogma cristiano. Por ejemplo, cuando la distinción entre materia y forma contribuye a la aclaración de la distinción entre cuerpo y alma.
Esa condición de reserva filosófica de la filosofía antigua que tuvo Bizancio le sirvió a occidente para recibir en ocasiones influjos que contribuyeron a mantener la llama encendida de la filosofía. Es el caso de la vía que llega hasta Alcuino de York y Escoto Eriugena, influido éste último por el Pseudodionisio. Alcuino es el organizador de la escuela palatina de Carlomagno y Escoto es la cabeza de esta escuela en el siglo IX. Aunque hay que decir, en todo caso, que Bizancio fue más generoso con el califato que con los reinos occidentales a la hora de compartir los textos.
En el siglo XIII llega a Europa occidental una visión más completa de Aristóteles, precisamente por la vía indirecta árabe, a partir de la cual Alberto Magno y Tomás de Aquino componen una teología racional, en la que no obstante se postula la superioridad de la teología frente a la filosofía, que queda en posición subordinada.
Así las cosas, en el siglo XIV lo que vemos en occidente es una crisis general de la Edad Media, lo que incluye una crisis del aristotelismo que había sido encumbrado en el XIII.
En este punto, las cosas no son nada sencillas puesto que internamente en occidente ya hay material suficiente para que en el siglo XIV quepan distintas alternativas a la teología racional basada en Aristóteles. La marginalidad de Oxford en el XIII se vuelve centralidad en el XIV, y con ello la impronta agustinista, y en el fondo platónica, de los franciscanos, acaba abriendo nuevas vías por el camino del valor de lo individual (Duns Scoto) y el no demasiado previsible camino de la ciencia experimental. Aunque son por supuesto las implicaciones políticas del individualismo que se opone al comunitarismo las que tienen más consecuencias inmediatas, apostando por el lado del Imperio. Ockam tiene ya preparada la vía moderna en el año 1348, año de la peste y año probable de su muerte.
No obstante, esa vía individualista franciscana, es ni más ni menos que la que resulta de un cierto triunfo de las posiciones radicales franciscanas respecto de la pobreza (de los espirituales finalmente apoyados por el general de la orden Miguel de Cesena), y que implica poner el acento en la relación de cada individuo con Dios: la pobreza es una opción individual. Que no obliga al clero a ser pobre (de ahí la moderación en la radicalidad) pero que tiene cabida en el seno de la iglesia (en las orden franciscana), y que, en todo caso, es un testimonio que deja en evidencia al clero que no se acoge a esa opción.
No es ese el giro del siglo XV en Florencia, al menos en principio. El giro del cuatrocientos es humanista, en el sentido de colocar al hombre en el centro. Pero no precisamente un hombre pobre y mucho menos humilde.
A Florencia llegan las aportaciones de lo que quedaba aun en Constantinopla de lo antiguo y en concreto del neoplatonismo.
Para esto, la figura principal, en los años cercanos a la caída de Constantinopla, es Pletón.
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Jorge Gemisto Pletón (ca. 1355/1360 - 1452)
A partir de Pletón y en el contexto cultural y político de la Florencia de los Medici nace la Academia platónica de Florencia.
Pero el final del cuatrocientos aun deparaba giros sorprendentes en la ciudad de Florencia.
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