Carnéades en Roma
Cuenta Plutarco que en el año 154 a. de C., el académico Carnéades, el estoico Diógenes de Babilonia y el peripatético Critolao marcharon a Roma, como embajadores para hacer de abogados de Atenas, Los tres filósofos son enviados a Roma para defender los intereses de Atenas en una pugna con otra ciudad griega en la que Roma, ejerciendo de arbitro, había intervenido y sancionado a Atenas con una multa de quinientos talentos.
Durante el tiempo que duró su embajada dieron conferencias a las que la juventud romana acudió en tropel. Cuénta también que Carnéades pronunció un día un discurso en elogio de la Justicia, ganando todos los sufragios, y que al siguiente combatió con igual fuerza y éxito aquella virtud, y refutó victoriosamente su discurso de la víspera.
hay que decir que Carnéades había pasado toda su vida disputando contra todas las escuelas, atacando todas las opiniones, sin retroceder ante el absurdo, y recogiendo los aplausos de una juventud aficionada a los buenos discursos, y a la que no exigía ningún esfuerzo de inteligencia. Había estudiado las obras de Crisipo y la dialéctica de Diógenes de Babilonia (ambos estoicos), y volvió contra aquéllos sus propias armas. En lo moral rechazaba los dogmas del Pórtico (los estoicos) y las doctrinas de Aristipo de Cirene (que defendía el hedonismo bajo la forma de una de las corrientes socráticas) , manteniéndose en un lugar medio entre la severidad de los unos y la facilidad de los otros.
Se dice que su ardor para el trabajo era tan grande, que desatendía el cuidado de su persona, y con frecuencia se olvidaba de tomar alimento. El eco extraordinario de su voz, la flexibilidad de su espíritu, la riqueza inagotable y la impetuosidad de su elocuencia, que se ha comparado a una corriente rápida que arrastra cuanto halla a su paso, la sutileza de sus razonamientos, la vivacidad de sus ataques y de sus réplicas, le rodearon de una multitud de jóvenes deseosos de oírle y de asistir a sus controversias, que parecían verdaderos combates, y en las que el jefe de la Academia era siempre el vencedor.
Catón alarmado
Semejante situación, no ya en Atenas sino en Roma, alarmó a Catón el Censor, que había asistido a las conferencias de Carnéades, y al que le pareció profundamente subversivo el planteamiento; así que decidió que dado que los embajadores ya habían terminado con su cometido, lo más adecuado era que volviesen a Atenas sin mayor demora.
¿Por qué le pareció el discurso de Carnéades tan subversivo a Catón?
Poner en duda la definición de justicia, relativizarla, es poner en duda lo que se tiene por justo, y con ello, lo que es una guerra justa. Catón mismo se había ocupado de ese tema afirmando que la guerras justas son las defensivas y también aquellas que se hacen por alcanzar el poder y la gloria. Son injustas las que se hacen por ambición personal o por avaricia.
Si no queda claro qué es una guerra justa, cuál es entonces la legitimidad de la dominación romana. Y cuál es su legitimidad como gobernante si todo su prestigio se ha forjado con la guerra. Es precisamente ese prestigio el que le permite actuar de Censor con mano de hierro contra la corrupción económica.
Sembrar la duda sobre la justicia de la guerra justa significa para Catón debilitar la moral de los romanos que necesitan mantenerla integra para defenderse de sus enemigos.
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Carthago delenda est
Será Catón mismo el que pocos años después de la embajada de los filósofos atenienses exhortará la Senado para que Roma sea implacable con Cartago. Aunque es Catón también el que defiende la autodeterrminación de Macedonia. Cartago sería destruida en el 146 a. de C., aunque Catón ya no viva para verlo.--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Opinión pública y privada
Roma está en el tiempo de Catón en un periodo constituyente,mientras que Grecia está en decadencia política. Catón quiere que eso quede claro y permanezca. Dedica no poco esfuerzo a escribir Orígenes, obra en la quiere demostrar la superioridad y la grandeza de Roma.
Catón no ignora ni desprecia la cultura griega, pero la relega al ámbito de lo privado, dónde no pueda debilitar la virtud romana, que consiste sobre todo en la unidad frente a los personalismos. Ahí es dónde ve Catón la superioridad de Roma y ahí la debilidad de Grecia.
El relativismo es terreno abonado para el subjetivismo y las visiones personales y personalistas, y por la tanto, en él crece la semilla de la debilidad que ataca la fortaleza de Roma. Defender el relativismo, que la opinión individual tenga el mismo valor que los principio de la república es lo que alarma a Catón.
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Catón y Carnéades
La influencia del helenismo en la Roma del siglo II a. de C.
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