la adhesión a una teoría científica
La racionalidad es un concepto con contornos difusos sobre el que se ha discutido intensamente en distintas ramas del conocimiento y en particular en filosofía de la ciencia.
Los modos de ser y actuar racionalmente han sido ampliamente tratados en la literatura de la disciplina, pero resulta oportuno preguntarse también por lo irracional y si ello juega algún papel relevante en la actividad científica
¿Pueden ser algunos elementos irracionales los que hacen que un científico se adhiera a una u otra teoría científica?
En el
lenguaje cotidiano nos referimos a los miedos irracionales o a la confianza
ciega como causas que explican ciertas conductas, pero no parece que los
científicos, en general, se dejen llevar por estos motivos en la elección de
teorías. LAUDAN, de lo que habla, es de una especie de conversión religiosa cuando trata de explicar el modo en que
algunos científicos cambian su filiación de una teoría por otra; lo cual, nos
puede dar una pista de dónde hay que buscar los elementos irracionales de la
actividad científica: hay que indagar en el ámbito de las creencias profundas.
Esto es, en el ámbito de lo que un científico da por conocimiento plenamente
asentado y que no está dispuesto a modificar sin resistencia.
Ciertamente,
la ciencia ofrece ejemplos en los que las creencias de los científicos les
impiden, o les hacen muy difícil, abrazar nuevos desarrollos teóricos.
la tenacidad de los científicos
Por ejemplo, EINSTEIN nunca abandonó la idea de que el principio de incertidumbre de la mecánica cuántica era incompatible con
la existencia de leyes deterministas universales.
Los
científicos tienen, desde esta perspectiva, una especie de cuadro físico del
mundo en el
que han de encajar las distintas explicaciones científicas de los fenómenos
estudiados. Por ejemplo, si cierto conjunto de fenómenos se considera que debe
ser interpretado en términos de propagación de ondas, supone un cambio
conceptual profundo la interpretación de dichos fenómenos en términos de
partículas en movimiento.
Entre la
detección de anomalías y la aceptación
del nuevo tipo de explicación, media el reajuste de las explicaciones de
los fenómenos análogos, frente al que el científico presenta una resistencia
derivada de un conocimiento acumulado, que en el caso de aceptar la nueva
teoría deber ser revisado y reciclado, o en el peor de los casos, abandonado.
Por ello, muestra una tenacidad que puede a
veces ser calificada de irracional, en el sentido de que se opone a las
evidencias empíricas y analíticas.
Lo
irracional surge entonces, entre los científicos, de una especie de
convencimiento íntimo de que se tiene razón a pesar de las evidencias en contra, y de que no se pueda articular un discurso argumental para defender la
posición.
En los casos
en los que los cambios afectan a ámbitos importantes del conocimiento, se habla
en filosofía de la ciencia de un cambio de paradigma. Un cambio de este tipo
exige efectivamente una conversión, en la que el converso adopta como propias
las creencias de la comunidad de creyentes a la que se incorpora.
El
convencimiento íntimo de que se tiene razón puede hacer del científico una persona muy tenaz. Esta tenacidad es su mayor virtud, cuando le hace defender
su teoría por encima de todo, pero es también su mayor defecto, cuando le lleva a oponerse con empecinamiento a teorías nuevas que contradicen las creencias que tiene
por verdaderas.
Los científicos y las preferencias sociales. El reconocimiento
Los científicos son sensibles a los requerimientos sociales, a lo que se supone que se espera de ellos.
En el proceso de elección de alternativas y construcción de teorías científicas influyen las preferencias de aquellos sectores de la sociedad que van a valorar de algún modo el trabajo del científico y, por lo tanto, hay que analizar también estas preferencias si se quiere tener una visión un poco más completa del modo en que se produce la construcción de las teorías científicas. Los científicos son sensibles al reconocimiento social de su trabajo.
Un ejemplo: Cambio climático y reconocimiento científico
En este orden de cosas, la inclinación hacia la teoría del efecto invernadero, por ejemplo, que responsabiliza a los combustibles fósiles del cambio climático, va unida a la preocupación por la conservación del medio natural, presente en sectores muy activos de la sociedad.
En un contexto social en el que la defensa del medio ambiente ha sido asumida como un valor básico, el científico prefiere ser reconocido por haber contribuido a la preservación del medio natural, a ser identificado, por ejemplo, con la defensa de los intereses de la industria del carbón y del petróleo.
Ahora bien, existe la posibilidad de un reconocimiento mayor que se derivaría de la elaboración de una teoría alternativa o una modificación relevante de la teoría, que tuviese éxito y a la que se adhiriese una parte importante de la comunidad científica.
Evidentemente, esto tendría por delante un arduo trabajo de investigación y sobre todo de persuasión, y cada científico valora cuál de las dos opciones le resulta más atractiva en función de su situación personal y la del resto de científicos de su campo.
En el caso de la ciencia del cambio climático la elaboración de teorías alternativas tiene especiales dificultades que se refieren a las fuentes de datos y a la pluralidad y multidisciplinariedad de los modelos matemáticos que intervienen. Estas dificultades hacen que esta tarea sea en la práctica apenas abordable para un científico individual, que tiene que optar normalmente por estudiar algún eslabón de la cadena, por ejemplo, alguna consecuencia de los incrementos de temperatura en algún aspecto de su especialidad.
En el caso de la ciencia del cambio climático la elaboración de teorías alternativas tiene especiales dificultades que se refieren a las fuentes de datos y a la pluralidad y multidisciplinariedad de los modelos matemáticos que intervienen. Estas dificultades hacen que esta tarea sea en la práctica apenas abordable para un científico individual, que tiene que optar normalmente por estudiar algún eslabón de la cadena, por ejemplo, alguna consecuencia de los incrementos de temperatura en algún aspecto de su especialidad.
Por ejemplo un biólogo puede estudiar el impacto del incremento de temperatura sobre una determinada especie animal o vegetal.
Las dificultades para embarcarse en una investigación poco ortodoxa son mayores en el inicio de las carreras y no es extraño que hayan sido profesores eméritos los que hayan hecho más incursiones fuera de la corriente principal.
En cualquier caso, se trata de opciones que pueden ser valoradas mediante un cálculo racional, en el que se intenta dedicar esfuerzos razonables proporcionados a lo que se desea.
El sentimiento misional en la ciencia
Tanto en el ámbito de las preferencias como en el de las creencias, existen actitudes que pueden caer fuera de la frontera de lo estrictamente racional. Puede optarse por dedicar a la defensa de un teoría un esfuerzo mayor de los que un cálculo estricto racional aconsejaría.
En la relativamente breve historia de la ciencia del calentamiento global[1], algunos científicos han tenido actitudes cercanas al activismo.
Así, a pesar de las incertidumbres algunos vieron claros signos del impacto destructivo que el hombre está teniendo sobre el planeta y que era una misión para ellos salvar el planeta de las manos del hombre y en definitiva salvar al hombre de sí mismo[2]. Consideraron justificado construir historias impactantes que lograsen atraer la atención de los medios y de la opinión pública, aunque el contenido científico de estas historias fuera relativamente escaso[3]. . Lo vieron como un modo legítimo de persuadir a los políticos y a la opinión pública de la importancia del problema y de la perentoria necesidad de actuar.
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La historia del cambio climático contada por Spencer Weart:
The Discovery of global Warming
Así, a pesar de las incertidumbres algunos vieron claros signos del impacto destructivo que el hombre está teniendo sobre el planeta y que era una misión para ellos salvar el planeta de las manos del hombre y en definitiva salvar al hombre de sí mismo[2]. Consideraron justificado construir historias impactantes que lograsen atraer la atención de los medios y de la opinión pública, aunque el contenido científico de estas historias fuera relativamente escaso[3]. . Lo vieron como un modo legítimo de persuadir a los políticos y a la opinión pública de la importancia del problema y de la perentoria necesidad de actuar.
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La historia del cambio climático contada por Spencer Weart:
The Discovery of global Warming
[1] “The discovery of global warming”, S. Weart, Harward University press, 2004
[2] S. Weart atribuye a Hansen afirmaciones de este tipo
[3] T. Gilland “Digging up the roots of the IPCC”, www. Spiked-online.com, 2007; atribuye a Schneider haber admitido que se han construido historias “con muy poco contenido científico”
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Enhorabuena por el blog, que acabo de descubrir y que me parece sumamente interesante. Lo he agregado a mis favoritos. Un saludo
ResponderEliminarGracias Jesús.
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