Después de
Algunos sectores de la sociedad se muestran en aquellos años muy difíciles de convencer, pero también hay grupos que ven el tema con
agrado.
SONJA BOEHMER-CHRISTIANSEN[1], por ejemplo, argumenta al respecto que:
“Las llamadas a la regulación son atractivas para las burocracias medioambientales, en tanto que permiten aumentar su influencia; y por otra parte, un escenario de preocupación pública por el medio ambiente les permite a algunos políticos explayarse en una retórica medioambiental”.
SONJA BOEHMER-CHRISTIANSEN[1], por ejemplo, argumenta al respecto que:
“Las llamadas a la regulación son atractivas para las burocracias medioambientales, en tanto que permiten aumentar su influencia; y por otra parte, un escenario de preocupación pública por el medio ambiente les permite a algunos políticos explayarse en una retórica medioambiental”.
En
todo caso, el esfuerzo de persuasión es notable, y de la alianza entre
científicos y algunos grupos políticos resulta la Convención de Viena para la Protección de la Capa de Ozono, firmada
por veinte naciones en 1985, y el Protocolo
de Montreal, de 1987.
El
éxito de Montreal anima, sin duda, la convocatoria de la Conferencia de Toronto, en 1988, que se convoca
bajo la denominación de “Conferencia Mundial
sobre Cambios en la Atmósfera :
implicaciones para la seguridad global”.
A Toronto asisten básicamente científicos expertos, y no representantes oficiales de los gobiernos.
Puede decirse que la comunidad científica que se reúne en Toronto es básicamente la que se había formado en Villach, y que éste es el núcleo de la corriente científica principal sobre el cambio climático.
A Toronto asisten básicamente científicos expertos, y no representantes oficiales de los gobiernos.
Puede decirse que la comunidad científica que se reúne en Toronto es básicamente la que se había formado en Villach, y que éste es el núcleo de la corriente científica principal sobre el cambio climático.
Siguiendo
el modelo de Montreal, en Toronto los científicos llaman a la toma de medidas.
Y también siguiendo el ejemplo del ozono, se proponen objetivos
internacionales, pero dejando a los estados nacionales que establezcan sus
propios mecanismos para alcanzarlos.
MARGARET THATCHER es
quizás la que da mayor importancia al asunto y así lo hace ver en un discurso
que dirige a la Royal Society , en
septiembre.
Asimismo, los partidos verdes europeos, sobre todo los
alemanes, se ponen también trabajar sobre el tema.
Pero, sin duda los más importante que ocurrió en 1988, desde el punto de vista de la corriente científica principal, fue la constitución del IPCC
[1] Sonja Boehmer-Christiansen
(n. 1942) está vinculada al Departamento de Geografía de la Universidad de Hull, Inglaterra,
en el área de política ambiental. Editora de la revista
Energy
& Environment desde 1998 y evaluadora experta para el
IPCC, es, sin embargo, crítica con el enunciado de que el cambio climático es
de origen antrópico. Un entrevista en la que explica algunas de sus principales
posiciones puede leerse en: http://www.fcpp.org/files/1/130%20Sonia%20Boehmer-Christianson.pdf
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