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Sobrevolanado el Glacier National Park
“Las nuevas tecnologías podrán eliminar en un futuro las causas del calentamiento global. Mientras, de momento, podemos seguir quemando carbón. Dehecho, si los Estados Unidos no lo hacen, China y la India lo harán, lanzando más carbono a la atmósfera que el resto del planeta lo ha hecho en los últimos 150 años”.
El gobernador aboga por pensar las cosas más fríamente, e invoca para ello la poca certidumbre científica:
“Hace treinta años nos dijeron que debíamos estar muy preocupados sobre el enfriamiento global. El Science Digest de febrero de 1973 informaba que los científicos del clima de todo el mundo estaban de acuerdo en que debíamos prepararnos para una próxima edad de hielo. En agosto de 1974, el Christian Science Monitor decía que el clima de la Tierra estaba cambiando a mayor velocidad de lo esperado, que los glaciares habían comenzado a avanzar, que el verano era más corto en Inglaterra y Escandinavia y que el Atlántico norte se estaba enfriando más aprisa de lo normal. La revista Newsweek, en abril de 1974, convenía en que los meteorólogos eran casi unánimes en que las hambrunas serían un resultado del enfriamiento global; el Times del 21 de mayo de 1975 decía que un mayor enfriamiento de clima era algo inevitable y que estaba bien establecido que el clima del hemisferio norte se había hecho más frío desde 1950; el 14 de septiembre, el New York Times abundaba en el retorno de la edad de hielo y todavía en diciembre de 1976 la revista Science avisaba de la glaciación que se iba extendiendo por el hemisferio norte”.
La postura que defiende el gobernador SCHEWEITZER[ es que hay motivos para dudar de las catástrofes anunciadas por los científicos, o al menos, hay buenas razones para dudar de las noticias que nos llegan a través del periodismo científico, y concluye su exposición con una pregunta:
“¿Cómo podemos saber que antes estaban equivocados y ahora están en lo cierto? Hay que pensar las cosas más despacio antes de comprometer el crecimiento económico y gastar miles de millones de dólares”.
Efectivamente el disenso científico existe, pero hay que ver con detenimiento quiénes son los que dienten y con qué argumentos.
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Las tesis de la corriente principal
Las tesis de la corriente científica principal se centran en tres afirmaciones básicas:
(1) Que la temperatura media de la superficie terrestre se ha elevado desde finales del siglo XIX
(2) Que esa elevación tiene que ver con la actividad humana, en particular con la emisión de gases de efecto invernadero, y
(3) Que la temperatura continuará elevándose si continúa la emisión de gases, y que los efectos del incremento de temperaturas serán muy graves provocando fenómenos meteorológicos extremos y elevando el nivel medio del mar.
Cada una de estas afirmaciones ha sido puesta en cuestión ¿con qué argumentos?
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El disenso básico
El disenso más básico sobre el cambio climático es el que se refiere al hecho mismo de la elevación de la temperatura.
Se alega para contradecirlo que el registro de datos no es fiable o que los datos no se han analizado bien.
THIMOTHY F. BALL, profesor de geografía en
Sobre el origen humano
Otro grupo
de científicos piensa, que si bien es cierto que el calentamiento se produce,
éste es debido a causas naturales y no a la emisión de gases.
La variación en la radiación solar es la causa principal, de acuerdo con GEORGE W. CHILINGAR[1], profesor de ingeniería civil enla Universidad del Sur de California. WILLIAM M. GRAY[2], profesor emérito en la Universidad del Estado de Colorado, apunta a las
variaciones naturales de las corrientes marinas inducidas por la variación de
salinidad como causa principal.
Para IAN CLARK, hidrogeólogo, profesor de Ciencias
de la Tierra
en la Universidad
de Ottawa, los problemas están el modelo que relaciona el dióxido de
carbono con la elevación de temperatura: “El
modelo es incompleto y deja fuera causas relevantes”. TIM PATERSON, paleoclimatólogo en la Universidad de Carleston, Canadá, asegura que la
correlación entre CO2 y temperatura queda cuestionada cuando se observa que en
tiempos geológicos pasados, niveles diez veces superiores a los actuales
coincidieron con el tiempo más frío de los últimos quinientos millones de años[3]. IAN PLIMER, profesor de geología minera en la Universidad de Adelaida, apunta que parece más bien
como si el CO2 siguiera al calentamiento y no al contrario[4]. FRED SINGER, uno de los escépticos más
conocidos, profesor emérito en la Universidad de Virginia, asegura que el efecto
invernadero es real pero que su efecto es pequeño, insignificante y muy difícil
de detectar[5]. ANTONINO ZICHICHI, profesor emérito de física nuclear
en la Universidad
de Bolonia y presidente de la Federación Mundial de Científicos, hace una afirmación
radical sobre los modelos que utiliza el IPCC: “Son incoherentes y no son válidos desde el punto de vista científico”[6].
Sobre los efectos
La variación en la radiación solar es la causa principal, de acuerdo con GEORGE W. CHILINGAR[1], profesor de ingeniería civil en
Sobre los efectos
Otra
cuestión fundamental es la que se refiere a los efectos del incremento de
temperatura. Aun admitiendo que el aumento se produce, y que su origen es antrópico,
se puede dudar sobre si los efectos serán necesariamente negativos.
CRAIG D. IDSO, investigador dela Universidad de Arizona afirma:
CRAIG D. IDSO, investigador de
“El aumento de CO2 en el aire hará crecer
enormemente la productividad de las plantas permitiendo a la humanidad disponer
de más alimentos, fibras y madera, y por lo tanto continuar alimentándose,
vistiéndose y construyéndose refugios aunque aumente la población. Estas bendiciones
del CO2 -enfatiza- son tan seguras
como la muerte y los impuestos”[7]
Patrick
Michaels, profesor de ciencias ambientales en la Universidad de Virginia, por su parte, dice:
“Los
científicos saben con toda precisión cuál
va ser el aumento de temperatura en un futuro previsible, 0,75º C, como máximo
1º C[8] […] un modesto
calentamiento que seguramente es beneficioso”[9].
Este listado[10] es
evidentemente incompleto, y los autores de las citas pueden ir variando o
matizando su posición. De hecho, Los científicos se sienten en general mal
interpretados cuando sus afirmaciones se
resumen, o se atiende a declaraciones puntuales, especialmente si estas han
sido previamente editadas por algún medio de comunicación. Por ello, esta
referencia es simplemente una muestra de
cuáles son los puntos en conflicto y los términos en los que se expresa el
disenso científico.
La percepción de quién es el que juega con ventaja
La percepción de quién es el que juega con ventaja
En este debate, la
percepción que los científicos escépticos tienen de su posición en el debate
sobre el cambio climático, sea la que refleja un artículo[11] de DAVID HENDERSON, un economista de la Westminster Business School, en el que argumenta que los gobiernos han dado el
monopolio[12] del
conocimiento sobre el clima al IPCC;
algo que debería ser, según su opinión,
repensado.
Por su parte, BENNY PEISER[13], profesor en la
Universidad John
Moores de Liverpool denuncia que los artículos de los científicos que dudan
del cambio climático ni siquiera son admitidos por los editores de las revistas
científicas, a pesar de que muchos están reconociendo que los modelos matemáticos
que se están utilizando para hacer predicciones no son adecuados para tratar
con un futuro inherentemente impredecible.
Realmente,
sólo un pequeño grupo de científicos tiene un acceso relativamente fácil a los
medios de comunicación de masas. RICHARD LINDZEN es uno de ellos.
LINDZEN en un artículo[14] publicado en abril de 2006
en el Wall Street Journal, después de
criticar la relación entre aumento de temperatura y formación de huracanes,
denunciaba que muchos científicos se reprimen, no sólo por dinero sino por
miedo. En el artículo se cita un ejemplo del tratamiento distinto que reciben
los científicos que pertenecen al
entorno del IPCC, en comparación con el trato que reciben los que él
denomina antialarmistas:
“Cuando el representante de Texas, Joe Barton, exige a Michael Mann
que justifique los detalles de un estudio financiado con fondos públicos que
habría de servir para tomar decisiones
políticas, y este se niega a hacerlo, recibe el apoyo oficial de la Academia de Ciencias, de la Sociedad Americana
de Meteorología y de la
Unión Americana de Geofísica; acusando a Barton de intimidar a Mann. Cuando el senador
Gore, desde su posición de fuerza de vicepresidente, hizo una lista de escépticos
y cuando Ross Gelbspan, en una serie de
libros y artículos, etiquetó a los
científicos que disentían del senador Gore, acusándolos de trabajar para la
industria del petróleo, nadie salió en defensa de los agredidos”.
Tristemente,
dice LINDZEN, este ejemplo es sólo la punta de
un iceberg, y añade:
“En Europa, Henk Tennekes fue cesado como
director de la Royal Dutch
Meteorological Society, después de haber
cuestionado los cimientos científicos del calentamiento global. A Askel
Winn-Nielsen, exdirector de la Organización
Meteorológica Mundial, Bert Bolin le colgó el sanbenito de
ser un instrumento de la industria del carbón, por criticar el alarmismo
climático. Los profesores italianos Alfonso Sutera y Antonio Speranza
desaparecieron de la escena después de haber perdido las subvenciones tras sus cuestionamientos”.
Las quejas de LINDZEN se extienden también a las revistas
Science y Nature:
“Que rechazan sin revisarlos los artículos que no apoyan la corriente principal”.
Finalmente
cita una experiencia propia:
“Cuando
otros colegas de la NASA
y yo, intentamos determinar cómo se comportaban las nubes frente a la variación
de temperatura, descubrimos el efecto Iris. Al publicarlo, lo normal es que las respuestas
aparecieran en forma de cartas al
director. Sin embargo lo que se hizo fue publicar un montón de artículos que se
referían a errores en nuestro estudio, mientras que nuestras repuestas se
demoraban durante meses. Aquello permitió
referirse a nuestro estudio, durante este tiempo, como desacreditado”.
De todo
esto, LINDZEN concluye:
“Más que la genuina curiosidad científica se
trata de mantener las subvenciones. Solo los más veteranos- sobre todo los
profesores eméritos- pueden permitirse una posición de enfrentamiento y
desafiar la corriente dominante”.
Todos estos argumentos fueron perdiendo fuerza a partir de 2007, con la publicación del cuarto informe de evaluación del IPCC, y con la posición más moderada de la industría
Entre 2007 y 2010 se alcanza quizás el mayor grado de consenso, que finalmente no concluye en un consenso sobre medidas políticas en la cumbre de Copenhague. Las discusiones científicas a partir de 2010 se vuelven más de detalle, pero sobre todo son más conscientes de la complejidad de problema y de que no hay una relación lineal simple entre ciencia y política.
Después vino París y las demás cumbres en las que el consenso científico parece en la práctica completo sobre el diagnóstico pero no hay un consenso político sobre las soluciones.
Entre 2007 y 2010 se alcanza quizás el mayor grado de consenso, que finalmente no concluye en un consenso sobre medidas políticas en la cumbre de Copenhague. Las discusiones científicas a partir de 2010 se vuelven más de detalle, pero sobre todo son más conscientes de la complejidad de problema y de que no hay una relación lineal simple entre ciencia y política.
Después vino París y las demás cumbres en las que el consenso científico parece en la práctica completo sobre el diagnóstico pero no hay un consenso político sobre las soluciones.
[1]Khilyuk y Chilingar (2006): “On global forces of nature driving the Earth’s
climate. Are humans involved?”
[3] La referencia en este caso es Tom Harris, articulista del Canada Free
Press: “Scientist respond to Gore´s warnings of climate catatrophe”, artículo
de 12 de junio de 2006.
[4] En este caso la referencia es una emisión de la Australian Broadcasting
Corporation, de 15 de agosto de 2002, cuya trancripción literal está disponible
en:
Ian Plimer ha mantenido su posición escéptica después del cuarto
informe de evaluación. En 2009
ha publicado “Heaven and Earth. Global Warming-The
Missing Science”, libro en el que cuestiona el trabajo de los meteorólogos en
cuanto que no tienen suficientemente en consideración el trabajo de los
geólogos.
[5] Singer defiende estas posiciones desde mediados de
los noventa. Más recientemente en Singer, S. f.; Avery, D. T.
(2007): “Unstoppable Global Warming:
Every 1,500 Years”,
[6] En la dirección http://www.skepticalscience.com/climate-models.htm,
se pueden ver algunas posiciones críticas a los modelos climáticos, y en
particular la del profesor Zichichi.
[10] En la red se
pueden encontrar distintos listados de científicos escépticos y se puede seguir el trabajo de cada uno de esos
investigadores.. Por ejemplo hay
listados en wikipedia.org o en http://www.skepticalscience.com,
[12]
Sobre si el IPCC tiene el monopolio del
conocimiento sobre el cambio climático, se puede ver el artículo de Richard Tol
(2010): “Regulating Knowledge Monopolies. The Case of IPCC”. En este artículo se aboga por la
necesidad de que el trabajo del IPCC pueda ser auditado externamente.
[14] Lindzen (2006): “Climate of
Fear”
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"EL GRAN TIMO DEL CALENTAMIENTO GLOBAL” VS. “UNA VERDAD INCONVENIENTE”
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