martes, 20 de mayo de 2014

EL CAMBIO CLIMÁTICO. UN PROBLEMA COMPLEJO SOBRE EL QUE DECIDIR AHORA

La solución estándar

A la vista de los informes de evaluación del IPCC, podría concluirse que la solución del problema  cabría plantearse del modo siguiente: primero, atender las advertencias de los científicos de que es necesario un cambio tecnológico hacia una economía más baja en emisiones de carbono; y segundo, realizar los cambios tecnológicos adecuados, de la mano de los expertos, para implantar dicha tecnología. 

Sin embargo, si prestamos atención a los detalles,  el problema se nos   presenta con mucha mayor complejidad.

La solución compleja

En primer lugar,  los debates científicos siempre permanecen abiertos, y por lo tanto, permanece abierta la posibilidad de que desde la ciencia procedan informaciones que reorienten la toma de decisiones tecnológicas. Esto supone en la práctica política un importante condicionante porque implica la necesidad de deslindar entre las conclusiones científicas sólidamente asentadas y las cuestiones sobre las que permanecen incertidumbres todavía importantes, una demarcación necesaria para tomar decisiones; necesaria, pero en absoluto sencilla.

Por otro lado, los científicos no son actores aislados sino que forman parte del entramado social. La comunidad científica no está en un compartimiento estanco y es necesario considerar las interconexiones entre ésta y el resto de la sociedad. No es suficiente considerar los resultados científicos como salidas de una caja negra de la cual se desconoce el funcionamiento interno ni tampoco ignorar las acciones externas sobre su actividad.

Todo ello dificulta enormemente el enunciado de afirmaciones categóricas, que se quedan normalmente en el ámbito de lo cualitativo, o como mucho, se da un rango dentro del cual se mueve el resultado.

En un informe[1] de mayo de 2001, R. LINDZEN[2] expresaba la importancia de la cuantificación para la ciencia y las dificultades que ésta presenta en el caso particular del cambio climático:

“El cambio climático es un asunto muy complejo en el que la simplificación conduce a la confusión. Mientras que la opinión pública y publicada, prestan su atención a los signos de aumento o disminución de tal o cual magnitud, la ciencia debe ocuparse de signos, pero también de los valores numéricos de las magnitudes…el calentamiento global afecta a tantos aspectos diferentes y complejos que es imposible un consenso científico amplio sobre todos ellos”.
  
La cuantificación, sin embargo, es fundamental para  tomar  decisiones.

Si pasamos a la segunda parte de la fórmula, es decir, a la realización de transferencias de tecnología encaminadas a la mitigación o adaptación a los cambios en el clima, las oportunidades para el debate son todavía mayores.

Con respecto de la tecnología existe todo un abanico de posiciones que van desde el rechazo total al entusiasmo ferviente. Aun situándonos en un posición intermedia en la que se admite que la tecnología resuelve ciertos problemas,  cada solución tecnológica concreta lleva aparejado un conjunto de controversias que tienen que ver con la investigación, el desarrollo y la innovación; pero también, y quizás especialmente, con las consecuencias sociales y medioambientales que resultan de su implementación.

Si problemática es la cuestión de qué hay que hacer, también lo es quién tiene que decidir lo que se hace, y quién tiene que llevarlo a cabo; qué grupos se benefician, y qué grupos salen perjudicados, o simplemente menos beneficiados.

Pero el verdadero problema, el mayor de todos, es que la complejidad de la solución no puede ser el pretexto para no hacer nada.




[1] Lindzen (2001): “Testimony before the senate Commerce Committee”,
[2] Richard  S. Lindzen ha sido profesor en las universidades de Chicago, Harvard y el MIT, y es miembro de la “Nacional Academy of Sciences”.[]

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