jueves, 5 de junio de 2014

LA ENERGÍA NUCLEAR Y CAMBIO CLIMÁTICO (VI). EL LARGO CAMINO DE LA FUSIÓN. EL PROYECTO ITER.

En un informe sobre energía que se redactó en 1997 para el presidente Clinton, ya se citaba el proyecto ITER, acrónimo de International Thermonuclear  Experimental Reactor, como un esfuerzo internacional encaminado a diseñar un artefacto experimental que permitiese avanzar en el uso industrial de la fusión nuclear.

El informe se refería a este  proyecto como el modo en el que los Estados Unidos podrían seguir en la investigación de la fusión nuclear, una vez reducidos los fondos propios.

La idea de llevar adelante el proyecto ITER[1] era antigua y había surgido en la cumbre de superpotencias celebrada en Ginebra, en 1985. Aquel año,  GORBACHOV, después de unos encuentros mantenidos con el presidente francés MITERRAND, propuso al presidente REAGAN la creación de un proyecto internacional para el desarrollo de la energía de fusión con fines pacíficos.

El proyecto ITER fue en principio una colaboración entre la antigua Unión Soviética, los Estados Unidos, la Unión Europea y Japón.

Los problemas técnicos que hay que resolver en la fusión nuclear tienen que ver con las altísimas temperaturas que se alcanzan en los procesos implicados, que son del orden de los cien millones de grados. Realmente, se trata de reproducir en la Tierra fenómenos físicos que se producen en el interior de las estrellas. La parte de la física que se ocupa de las condiciones en las que se está la materia a estas temperaturas es la física del plasma.

El elemento básico del proyecto ITER es la construcción de un reactor experimental. Este reactor está basado en un diseño ruso[2] denominado tokamak[3].

En mayo del año 2000[4], físicos estadounidenses anunciaron que habían superado uno de los problemas[5] principales de la fusión nuclear usando el modelo tokamak.

Durante el periodo 1999-2003 los Estados Unidos estuvieron fuera del proyecto, pero vuelven a incorporarse en el año 2003, precisamente en un momento en el que se van a tomar decisiones importantes.

En este mismo año se incorporan también al proyecto China y Corea del Sur.

A finales del año 2003, se produce el proceso de selección, dentro de la Unión Europea, de la sede  que la Unión que había de presentar como candidata a la elección definitiva.

España se siente con fuerzas suficientes para presentar la candidatura de Vandellós frente a la candidatura francesa de Cadarache.

El 26 de noviembre de 2003, el Consejo de Ministros  de Investigación de la UE selecciona la sede francesa como única candidata europea para albergar el ITER y le otorga a España la sede del ente legal, el  ITER-ELE.

La candidatura francesa, candidata de la UE, tiene que enfrentarse, una vez dilucidada la selección interna,  con la candidatura japonesa.

La decisión definitiva tenía que haber sido tomada en diciembre de 2003, pero la candidatura francesa tiene entonces la oposición de los Estados Unidos. Son razones coyunturales las que parecen pesar más en este momento. Francia había sido contraria a la invasión de  Irak, a diferencia de España, y esto, si atendemos a los comentarios de prensa que aparecieron aquellos días, hace que los Estados Unidos apoyen la candidatura japonesa. La situación se complica  hasta el punto que la UE se plantea la posibilidad de seguir adelante sin Japón y los Estados Unidos.

Finalmente, un año y medio después, en junio de 2005 y en Moscú, se toma la decisión de que el reactor sea ubicado en Cadarache.

Eso sí, a cambio de algunas ventajas compensatorias para los japoneses.

El 21 de noviembre de 2006, el consorcio internacional firma el acuerdo formal para la construcción del reactor.

El 24 de octubre de 2007 el acuerdo entra en vigor y la organización ITER comienza su existencia legal con la participación de la UE, India, Japón, china, Rusia, corea del Sur y USA[1].

Las críticas hacia el proyecto ITER, sin embargo,  continúan.

Por una parte,  las organizaciones ecologistas[2] y los partidos verdes[3] critican el coste de oportunidad del proyecto que consumirá grandísimos recursos financieros que podrían utilizarse en otras investigaciones, por ejemplo en el avance tecnológico de las energías renovables. Por otra parte,  algunos científicos[4]  dudan de que algunos aspectos técnicos puedan ser resueltos eficientemente.

Realmente, el proyecto ITER es un paso intermedio y no el final de la investigación de la fusión nuclear.

El acrónimo ITER, que significa camino en latín, es indicativo de ello. Es el puente hacia la primera central que demostrará la viabilidad de la producción de energía eléctrica a gran escala. 

Al proyecto ITER le ha de seguir la construcción de un reactor de demostración llamado DEMO. 

La etapa DEMO es la que debe demostrar la posibilidad de producir energía eléctrica a gran escala en la práctica y la autosuficiencia del combustible de tritio. DEMO debería entrar en funcionamiento  30 o 35 años después del inicio de la construcción del ITER.

Llegar a la era industrial de la fusión y a las primeras centrales comerciales parece pues un camino de cincuenta años.

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[1] El acuerdo  ITER había sido firmado oficialmente en el Palacio del Elíseo en París el 21 de noviembre de 2006 por parte de los ministros de los iste miembros. En una ceremonia en la que los  anfitriones fueron  el presidente Chirac y el presidente de la comisión europea Durao Barroso.
[2] Jan Vande Putte de Greenpeace International
[3] Rebecca Harms, Green/EFA , miembro del comité de industria del parlamento Europeo. Noel Mamére del partido verde francés.
[4] Sebastien Balibar, por ejemplo,  director de investigación en el CNRS



[1] Información exhaustiva sobre el proyecto ITER puede verse en  http://www.iter.org/
[2] Creado en los años cincuenta por los físicos rusos Ibor Tam y Andrei Sájarov.
[3] Acrónimo de unas palabras en ruso que pueden traducirse  como “cámara toroidal con bobinas magnéticas”
[4] El anuncio se hace en un artículo publicado en Nature Physics el 21 de mayo de 2000,  por un equipo dirigido por Todd Evans, de la empresa General Atomics, California.
[5] Fenómeno de los modos localizados en el borde (ELMs), que provoca una erosión en el interior del reactor obligando a un reemplazo frecuente. 

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