domingo, 15 de junio de 2014

ENERGÍA NUCLEAR, ASIMETRÍA INFORMATIVA Y FAROS DE CREDIBILIDAD

Los peligros de la energía nuclear son fuente de grandes discrepancias, alimentadas por el hecho de que la información disponible es escasa o poco fiable. Hay, por ejemplo, versiones divergentes sobre los accidentes ocurridos en las centrales nucleares, y la falta de transparencia sobre estos sucesos es notable.

De hecho, el Consejo de Seguridad Nuclear español se ocupa expresamente de la asimetría informativa en el plan  estratégico 2011-2016, al tratar sobre la necesidad de reforzar la transparencia. La transparencia, dice el plan, se logra reduciendo la asimetría de información entre los diversos actores implicados.

El plan analiza asimismo  los casos más claros en los que se dan situaciones de asimetría.

Los propietarios de las instalaciones nucleares tienen una información más exhaustiva sobre éstas que el organismo regulador, es decir, que el Consejo de Seguridad Nuclear. A su vez, el organismo dispone de mayor información que los representantes de las instituciones (el parlamento, el gobierno nacional, los gobiernos autonómicos, las corporaciones locales,…); y muy superior, al de la sociedad en general. En el público, a su vez,  hay distintos grados de información. Así, los grupos ecologistas o las corporaciones locales de las localidades en las que se ubican las instalaciones, están generalmente más informados que el resto.

El Consejo se propone como objetivo reducir la asimetría facilitando el acceso a la información e implicando a la sociedad en el proceso regulador. Todo ello con el objetivo final de incrementar su credibilidad.

La credibilidad es sin duda una de las  claves del asunto. La opinión pública desconfía de la transmisión veraz de información entre el organismo regulador y la sociedad, pero sobre todo desconfía de la transmisión de información entre el propietario de la instalación y el organismo regulador.

Esta falta de confianza es la que puede activar el mecanismo de los filtros informativos. Éstos actúan en la opinión pública reteniendo unas informaciones, que no considera fiables, y deja pasar otras que le merecen más confianza.

En la opinión pública opera en este caso el principio de precaución, poniéndose normalmente en la posibilidad de que suceda lo peor. El dato significativo para la opinión pública, el único que da por plenamente comprobado, es el efecto que tuvieron en su día las bombas atómicas. Para la percepción pública, una central nuclear es una bomba atómica en potencia y son posible, por lo tanto, los mismos efectos que estas tuvieron.


Para tomar decisiones, no es entonces suficiente con que exista información, que puede ser incluso superabundante, sino que esa información tenga credibilidad. Cuando la información no merece confianza cada uno busca su propio faro de credibilidad, que le ilumine aunque sea con una luz muy tenue.

En el plano teórico, los filtros que cada uno interpone a la información que recibe tiene que ver efectivamente con sus valores y creencias. en el plano práctico esos valores y creencias que actúan como faros de credibilidad tiene procedencias muy diversas.  Personas en las que se confía, líderes mediáticos, páginas de internet, libros,... Puede ser un buen ejercicio pensar en qué faros sigue uno.

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