Los
peligros de la energía nuclear son fuente de grandes discrepancias, alimentadas
por el hecho de que la información disponible es escasa o poco fiable. Hay, por
ejemplo, versiones divergentes sobre los accidentes ocurridos en las centrales
nucleares, y la falta de transparencia sobre estos sucesos es notable.
De
hecho, el Consejo de Seguridad Nuclear
español se ocupa expresamente de la asimetría informativa en el plan estratégico 2011-2016, al tratar sobre la
necesidad de reforzar la transparencia. La transparencia, dice el plan, se
logra reduciendo la asimetría de información entre los diversos actores
implicados.
El
plan analiza asimismo los casos más claros
en los que se dan situaciones de asimetría.
Los
propietarios de las instalaciones nucleares tienen una información más
exhaustiva sobre éstas que el organismo regulador, es decir, que el Consejo de Seguridad Nuclear. A su vez,
el organismo dispone de mayor información que los representantes de las
instituciones (el parlamento, el gobierno nacional, los gobiernos autonómicos,
las corporaciones locales,…); y muy superior, al de la sociedad en general. En
el público, a su vez, hay distintos
grados de información. Así, los grupos ecologistas o las corporaciones locales
de las localidades en las que se ubican las instalaciones, están generalmente
más informados que el resto.
El
Consejo se propone como objetivo reducir la asimetría facilitando el acceso a
la información e implicando a la sociedad en el proceso regulador. Todo ello
con el objetivo final de incrementar su credibilidad.
La
credibilidad es sin duda una de
las claves del asunto. La opinión
pública desconfía de la transmisión veraz de información entre el organismo
regulador y la sociedad, pero sobre todo desconfía de la transmisión de
información entre el propietario de la instalación y el organismo regulador.
Esta
falta de confianza es la que puede activar el mecanismo de los filtros
informativos. Éstos actúan en la opinión pública reteniendo unas informaciones,
que no considera fiables, y deja pasar otras que le merecen más confianza.
En
la opinión pública opera en este caso el principio
de precaución, poniéndose normalmente en la posibilidad de que suceda lo
peor. El dato significativo para la opinión pública, el único que da por
plenamente comprobado, es el efecto que tuvieron en su día las bombas atómicas.
Para la percepción pública, una central nuclear es una bomba atómica en
potencia y son posible, por lo tanto, los mismos efectos que estas tuvieron.
Para
tomar decisiones, no es entonces suficiente con que exista información, que
puede ser incluso superabundante, sino que esa información tenga credibilidad. Cuando la información no merece confianza cada uno busca su propio faro de credibilidad, que le ilumine aunque sea con una luz muy tenue.
En el plano teórico, los filtros que cada uno interpone a la información que recibe tiene que ver efectivamente con sus valores y creencias. en el plano práctico esos valores y creencias que actúan como faros de credibilidad tiene procedencias muy diversas. Personas en las que se confía, líderes mediáticos, páginas de internet, libros,... Puede ser un buen ejercicio pensar en qué faros sigue uno.
En el plano teórico, los filtros que cada uno interpone a la información que recibe tiene que ver efectivamente con sus valores y creencias. en el plano práctico esos valores y creencias que actúan como faros de credibilidad tiene procedencias muy diversas. Personas en las que se confía, líderes mediáticos, páginas de internet, libros,... Puede ser un buen ejercicio pensar en qué faros sigue uno.
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