Los
cambios tecnológicos van con frecuencia asociados a ineficiencias a corto plazo.
Una cuestión a la que se había referido
ya Schumpeter.
Para
atravesar el desierto de la ineficiencia, se requiere la presencia de líderes
que persuadan al resto de que más allá está la tierra prometida. Esto vale para
las empresas, pero también vale para la política.
Un
problema añadido, que se superpone a las demás incertidumbres, es que las
decisiones de los líderes, especialmente en las situaciones nuevas, pueden no
ser expresables en forma de argumento racional.
Siguiendo con la imagen de que tomar decisiones tecnológicas, es algo parecido a subir por un sendero entre montañas en el que no se ve el trazado, esto es, como si el guía no fuera capaz de explicar por qué sigue una ruta, aunque intuye que es la correcta.
Siguiendo con la imagen de que tomar decisiones tecnológicas, es algo parecido a subir por un sendero entre montañas en el que no se ve el trazado, esto es, como si el guía no fuera capaz de explicar por qué sigue una ruta, aunque intuye que es la correcta.
Sin
duda, la capacidad de liderazgo es
relevante para comprender la ruta que sigue el avance tecnológico, tanto en
ritmo como en dirección, pero lo que interesa destacar también aquí es que la
secuencialidad de las decisiones unida a la incertidumbre de cada decisión,
produce un árbol de decisión con numerosas ramas, con multitud de alternativas
posibles ¿Depende el éxito o el fracaso del acierto en la decisión, de tener
suerte?
También
siguiendo a Schumpeter, la sociedad
industrial se basa, entre otras cosas, en la idea contraria, esto es, en que el
éxito va ligado al esfuerzo, y en que la sociedad es capaz de generar
expectativas para alcanzarlo.
¿Cuánto
hay de suerte y de esfuerzo en la innovación tecnológica?
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