Disponer de
buena información está evidentemente en la base de cualquier decisión
tecnológica. Pero, tan importante como hablar de buena información en términos
absolutos, es referirse a qué partes involucradas en una decisión disponen de
mayor y mejor información en términos relativos. Atendiendo a estas diferencias
se habla de asimetría informativa.
La asimetría
informativa se da en cualquier transacción económica y se ha convertido en un
tema recurrente de análisis en las decisiones financieras, y en general, en
todas aquellas decisiones de mercado en las que una parte tiene mejor
información que el resto de vendedores o compradores. El interés por este tema
se ha concretado en la confección de distintos modelos que consideran la
asimetría informativa como un elemento
clave de la teoría económica.
Un aspecto
fundamental de la cuestión reside en saber si la asimetría es o no superable.
Es un debate relativamente reciente si Internet puede ser una herramienta que
puede servir para superar la escasez de información que el público en general tiene sobre
cuestiones económicas, como es el caso de la compraventa de acciones en los
mercados financieros. Las respuestas apuntan a que la abundancia de información
no implica mejor información, y que la red puede ser utilizada tanto para
informar adecuadamente como para lanzar informaciones interesadamente
distorsionadas[1].
Desde un
punto de vista más filosófico, es
interesante ver que la asimetría informativa está relacionada con los filtros informativos, que pueden ser activados para hacer frente a la
asimetría informativa.
La falta de
información, o la falta de confianza en la información disponible, puede ser
tratada por el sujeto que la recibe, seleccionado la información recibida. Esta
selección se realiza sobre la base de sus principios y valores, aplicándolos a las experiencias y a los
conocimientos previamente adquiridos, y completando los huecos de la
información apoyándose en ellos.
Las reservas
de combustibles fósiles son un caso típico de asimetría informativa.
Las
estimaciones oficiales de reservas de combustibles fósiles proceden de dos
fuentes principales: la Agencia Internacional de la Energía (AIE) que depende de la OCDE , y el Consejo Nacional de la Energía (CNE), un
órgano consultivo de la Naciones Unidas.
Según estas
fuentes, las reservas no presentan ningún problema en el medio plazo. Ahora
bien, algunos expertos[2] critican estas estimaciones, que según su
punto de vista, son una combinación de información inexacta, cuya fuente está
en las partes interesadas, de problemas sistemáticos en la metodología y de un
exceso de optimismo institucional.
La información sobre las reservas se ha convertido en un claro
instrumento de negociación. Así, por ejemplo, en la década de los ochenta, la OPEP aumentó en 300.000
millones de barriles sus estimaciones de reservas, lo cual, según algunos
observadores, es un modo de renegociar las cuotas de producción, que están
directamente relacionadas con las reservas.
En todo caso,
de lo que no cabe duda es que la información es en este asunto claramente
asimétrica. Son los gobiernos de los países productores los que dan las cifras,
sin verificación internacional.
A su vez, el
resto de países interponen un filtro
informativo basado precisamente en el interés que tienen los países productores
en dar las cifras de reservas que más les convienen de acuerdo con la coyuntura.
La clave de la negociación de cuotas está en adivinar cuál puede ser la cifra
verdadera de las reservas, por un lado; y por el otro, en dar la cifra más creíble.
La decisión de cuál es el ritmo apropiado de extracción anual de petróleo, es
el resultado de esta negociación en la que es clara la repercusión de la
asimetría y los filtros informativos.
Este ejemplo
lo que nos revela además es que la asimetría no se da sólo entre grupos
sociales sino que puede aparecer entre instituciones, en este caso entre
estados nacionales productores y consumidores de petróleo.
A las
diferencias de información entre gobiernos y ciudadanos, se suma la diferencia
de información entre unos gobiernos y otros. Finalmente, podemos también añadir
que la falta de transmisión de información de un gobierno a sus ciudadanos
podría justificarse bajo la coartada de no suministrar información a otros
gobiernos.
La
participación social en las decisiones puede ser entonces, por un lado, muy
sensible a los miedos, desconfianzas y temores; y por otro lado, puede ser
vetada o coartada, u orientada en otra dirección, justificando estas acciones en supuestos intereses generales que se
superponen a las preferencias individuales.
En el caso de las reservas, intervienen filtros que tienen que ver con los intereses económicos, en el caso de la asimetría informativa con respecto a la energía nuclear, intervienen otro tipo de valores.
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