LOVELOCK
asegura que las cifras nos muestran que los temores hacia la energía nuclear no
son razonables y que los pocos accidentes
ocurridos se han exagerado enormemente:
“El accidente de Chernobyl se pinta como uno
de los desastres industriales mayores del siglo veinte. Realmente el reactor se
incendió como resultado de fallos de diseño y errores de operación graves
llevados a cabo con los sistemas de
seguridad inhabilitados. Se le achacan miles de muertos cuando en realidad sólo
murieron cuarenta y cinco personas, la mayoría de ellas bomberos y trabajadores
de la central. Desde la explosión, los expertos de las Naciones Unidas no han
encontrado evidencias de defectos congénitos, salvo en los 1800 casos de cáncer
de tiroides no mortales encontrados en aquellos que eran niños cuando sucedió
el accidente. Está incluso poco claro
que se deban al accidente y si estos no
pudieron haber sido evitados, si las autoridades hubieran avisado para que
todos permanecieran dentro de sus casas durante veinticuatro horas y hubieran
suministrado tabletas de yodo”.
LOVELOCK
no es el único ambientalista que defiende la energía nuclear. BRUNO COMBY[1],. que
preside la organización EFN (Environmentalist
for Nuclear Energy)[2],
también es un defensor de ésta.
Creada
en 1996, la asociación EFN nace con el objetivo de informar al
público sobre las fuentes de energía y su impacto ambiental. Cuenta con más de
8000 miembros en cincuenta países.
Ciertamente
el profesor LOVELOCK es uno de sus más entusiastas defensores y cuenta como
presidente de honor a PATRICK MOORE, uno de los fundadores de Greenpeace en
1971.
COMBY
está de acuerdo en que la eficiencia energética debe ser incrementada y en que
las energías renovables deben ser potenciadas, pero asegura que esto no es suficiente para hacer
frente a las crecientes necesidades energéticas de una población en aumento y
con una esperanza de vida mayor. COMBY ilustra su alegato en defensa de la
energía nuclear con un ejemplo:
”Para sustituir uno sólo de los
reactores nucleares de tipo EPR de los
que se construyen ahora en Normandía, haría falta, con las turbinas eolícas más
modernas de una altura dos veces la
catedral de Notre-Dame, alinear una fila de turbinas que
cubriría la distancia entre Génova y Barcelona. Incluso así, sólo se generaría
electricidad en presencia de viento[3]”.
Sobre
los residuos nucleares, COMBY es también optimista:
“Los residuos derivados del consumo de
energía nuclear de una familia francesa media, a lo largo de toda su vida, caben en un recipiente de vidrio del tamaño de una
pelota de golf”.
COMBY
da cuenta, llegados a este punto, de los
dos accidentes graves ocurridos en la explotación comercial de la energía
nuclear, en los que entra con más de detalle que LOVELOCK: Chernobyl y el accidente de Three
Mile Island[4]
de 1979, en Pennsylvania.:
“Three Mile Island, fue el accidente
más grave que uno pueda imaginarse en un reactor occidental. El núcleo se
derritió y gran parte de él cayó en el fondo del vaso del reactor. La radioactividad quedó confinada dentro de
la estructura de contención de hormigón armado, diseñada con este propósito. La
pequeña cantidad de radioactividad que escapó era totalmente inocua. Nadie
recibió una radiación seria ni nadie murió. Por lo tanto el accidente más grave
que podía ocurrir, la fusión del núcleo,
ocurrió, y nadie resultó muerto o
herido. Chernobyl fue un accidente diferente, el reactor no tenía una estructura de contención. Fallos en el
diseño lo hacían además inestable. La noche del accidente se operó de un modo
que se sabía era peligroso. Se pasó por alto todas las medidas de seguridad en
la ejecución de una prueba. Se produjo una subida de potencia incontrolable que
provocó una explosión y después el incendio de las seiscientas toneladas de
grafito, que se prolongó durante varias semanas. Más de la mitad de los
productos radioactivos de la fisión fueron a parar a la atmósfera. Hubo treinta
y dos muertos y otras doscientas personas resultaron severamente irradiadas. Se
declaró una zona de exclusión de la cual se retiró a la población. Desde 1986
se han diagnosticado unos cuatro mil casos de cáncer de tiroides, tratados con
éxito. Desde algunas organizaciones se advierte que pueden llegar en el futuro
decenas de miles de nuevas victimas aunque éste es un cálculo teórico
sustentando sobre meras hipótesis- extrapolando datos no extrapolables al caso-
Chernobyl fue el ejemplo perfecto de lo que no se debe hacer con un reactor
nuclear: un diseño defectuoso, un reactor inestable, operado en un experimento
con todos los sistemas de seguridad desconectados, seguido todo ello de una
respuesta de pánico por parte de las autoridades”.
Nada
comparable, dice COMBY, con lo que ocurre cada año con la industria de los combustibles
fósiles:
“Los accidentes en las minas de carbón causan
decenas o centenares de muertos, de los que se informa un día y se olvidan al
día siguiente. Accidentes de este tipo ocasionan quince mil muertos al año,
seis mil de ellos en China. Lo mismo se puede decir del petróleo: roturas en
los tanques, accidentes en las refinerías, plataformas y conducciones. El 30 de
julio de 2004, por ejemplo, 21 personas murieron y otras 120 resultaron heridas
en un accidente en una conducción de gas en Chislenghien, Bélgica”.
COMBY
califica la energía nuclear de fiable, competitiva, e inagotable, y que
necesita poco territorio para ubicarse. En cuanto a la radiación, principal
caballo de batalla, dice que hace falta
un trabajo de divulgación para informar de que la radiación está realmente
presente en el medio de forma natural. Asegura que las organizaciones
ecologistas utilizan interpretaciones muy extendidas, pero erróneas, de
estudios realizados con los
supervivientes de Hiroshima y Nagasaki, según los cuales una pequeña cantidad
de radiación es altamente perjudicial para la salud[5]. Por
el contrario la realidad, dice COMBY, es que cantidades moderadas de radiación
son naturales, beneficiosas, e incluso puede decirse que esenciales para la
salud [6].
A
pesar del entusiasmo de LOVELOCK y de COMBY, la corriente científica
mayoritaria parece mantenerse en posiciones de clara desconfianza con respecto
a la energía nuclear.
IR A LA PRIMERA ENTRADA DE ESTA SERIE
IR A LA SIGUIENTE ENTRADA DE ESTA SERIE
IR A LA PRIMERA ENTRADA DE ESTA SERIE
IR A LA SIGUIENTE ENTRADA DE ESTA SERIE
[1] Graduado por la escuela
Politecnica de París, postgraduado en física nuclear en la National University for Advanced
Technology.
[2] En español APEN-
Ambientalistas Por la
Energía Nuclear
[3] Comby (2001): “
Environmentalist for Nuclear Energy”
[4] “
[5] Hipótesis LNT
[6] El
cuerpo humano es radioactivo pues contiene elementos en continua desintegración
a un ritmo de 8000 átomos por segundo, esencialmente potasio-40 y carbono-14: “Las organizaciones ecologistas han tenido un
sesgo anti-nuclear más ideológico que ajustado a los hechos, sin embargo un
número creciente de ambientalistas están cambiando de opinión sobre la base de
sólidas razones científicas”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario