El cuadro de alianzas
PETER NEWELL en el Informe[1] sobre Sociedad Civil 2005/2006, preparado parala London
School of Economic,
describía un cuadro de alianzas que resulta
familiar a los que se acercan al problema del cambio climático.
PETER NEWELL en el Informe[1] sobre Sociedad Civil 2005/2006, preparado para
Existe un alineamiento, dice, entre
las naciones con más peso internacional, que son a la vez las más
contaminantes, y las grandes compañías
con negocios en sectores clave, como el petróleo, para cuestionar la acción
internacional contra el cambio climático.
También existen grandes campañas
informativas en los medios para oponerse al protocolo de Kyoto y la industria
ha sido capaz de encontrar aliados entre los científicos escépticos.
Por otro lado, dice, existe una
serie de actores gubernamentales y no gubernamentales que promueven estrategias
para implantar medidas.
Este cuadro
de alianzas puede analizarse con cierto detenimiento.
Las organizaciones
no gubernamentales operan en un escenario en el que toda la humanidad se supone amenazada, pero no todos lo están de igual forma.
Existen
diferencias notables entre unos países y otros. Son más vulnerables aquellos países más sensibles a los aumentos del nivel del
mar y también los países más
dependientes de las condiciones meteorológicas que afectan a la agricultura.
Por otra parte, algunos países (China, India, Brasil) están experimentando en
estos momentos una creciente industrialización que requiere aumentos
significativos de sus emisiones de carbono.
Los países
del norte temen que los países emergentes se libren de los sacrificios que
implica la adopción de las medidas que impone el Protocolo de Kyoto y que consecuentemente algunas industrias se
relocalicen en ellos.
También
existe una fuerte componente
intergeneracional en el problema: la contaminación producida por unas
generaciones tiene que ser sufrida por las siguientes.
Finalmente,
existe un actor gubernamental destacado, los EEUU, que no ha llegado a aceptar el Protocolo de Kyoto como norma reguladora
de la solución del problema, lo cual tiene repercusión directa sobre actores
clave, como el Banco Mundial o la Global Environment Facility, para la financiación de las medidas.
Por otro
lado, si se acepta la realidad de la amenaza del cambio climático, se acepta
con ello una evidencia clara de que el
modelo económico actual no es sostenible,
y que la huella ecológica del conjunto de la humanidad no es soportable por
el planeta, y que consecuentemente, no
son sostenibles las estrategias lideradas por el Banco Mundial y el Fondo
Monetario Internacional para promover el crecimiento económico, que se
sustenta, por ejemplo, en la existencia de reservas baratas de combustibles
fósiles. Por lo tanto, aquellos países que basan su desarrollo presente o
próximo futuro en esta estructura económica se ven directamente afectados.
También hay grandes diferencias entre los casos extremos en los que el riesgo del cambio climático puede tener graves consecuencias como las pequeñas islas (AOSIS), que pueden desaparecer bajo las aguas, y los
estados ricos de altas latitudes, que pueden financiar defensas eficaces frente
al ascenso del nivel del mar.
Consecuencias y oportunidades
Consecuencias y oportunidades
Todo esto
implica que una acción política consensuada, incluso aunque el consenso
científico fuera mayor del que es, no sea esperable; y ahí es donde la sociedad civil organizada encuentra un
espacio para la acción: apoyando a unos gobiernos o a otros, puede hacer
inclinar la balanza, sobre todo, si las organizaciones están unidas y ponen todo su peso en algún lado, dice
NEWELL, cerrando esta parte del argumento.
[1] “Climate for Change? Civil society and the politics of global Warming”
Peter Newell
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