domingo, 1 de junio de 2014

LOS ESTADOS UNIDOS ANTE EL CAMBIO CLIMÁTICO. DE KYOTO A OBAMA.

1997

El mismo año en el que se redacta el Protocolo de Kyoto, el Senado de los Estados Unidos aprueba una resolución que trata de prevenir  la ratificación del acuerdo: La Resolución 98[1]

Esta resolución expresa el sentir del senado sobre las condiciones en las que los Estados Unidos pasarían a ser firmantes del Acuerdo internacional sobre las emisiones de gases de efecto invernadero, bajo la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.

La presenta el senador ROBERT C. BYRD,  el 12 de junio de 1997, y declara:

Los Estados Unidos no serán firmantes de ningún protocolo que:

Ordene la limitación o reducción de gases de efecto invernadero a las Partes del Anexo 1, a menos que el protocolo u otro acuerdo, también ordene condicionantes programados específicamente para limitar o reducir las emisiones de los países en desarrollo en el mismo periodo de aplicación; o que dañe a la economía de los Estados Unidos”.

Y añade:

“Los acuerdos que requieran el consentimiento del Senado para ser ratificados deben ir acompañados de una explicación detallada de la legislación y reglamentación requerida para implementarlos, y un análisis detallado de los costes financieros en los que habría que incurrir, y otros impactos en la economía de los Estados Unidos”.

La resolución se aprueba en el senado, sin enmiendas, el 25 de julio de 1997, con un registro de votos de 95 votos a favor y ninguno en contra.

Aunque la resolución se aprueba durante la legislatura del presidente CLINTON, marca la posición de la administración americana más allá de concluida la misma.

S,RES.98:” A resolution expressing the sense of the Senate regarding the conditions for the United States becoming a signatory to any international agreement on greenhouse gas emissions under the United Nations Framework Convention on Climate Change”.

http://www.thomas.loc.gov


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2001

 G.W. BUSH LLEGA A LA CASA BLANCA

En marzo de 2001, poco después de que el presidente GEORGE W. BUSH tomara posesión de su cargo, los senadores HAGEL, HELMS, CRAIG y ROBERTS, le dirigen una carta en la que le preguntan por la visión de su administración con respecto al cambio climático, y sobre los esfuerzos por regular el dióxido de carbono. 

En su respuesta[1], de 13 de marzo, el presidente explica las razones por las que se opone al Protocolo de Kyoto.

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Porque exime al 80% de los países del mundo, incluyendo a los centros de mayor población, y causará gran daño a los EEUU”,

E  invoca la votación del senado de 1997, como muestra de que:

“Existe un claro consenso en que el Protocolo de Kyoto es un medio ineficiente para enfrentarse a las preocupaciones que provoca el cambio climático”.

En el párrafo siguiente reitera su apoyo a una política energética equilibrada:

“Que tenga en cuenta la importancia de mejorar la calidad del aire; que consistente con esta política es la reducción de dióxido de sulfuro, de óxido nitroso y mercurio, y que tal reducción ha de hacerse en un periodo razonable, con incentivos basados en el mercado que ayuden a la industria a alcanzar sus objetivos. No creo – dice - que el gobierno deba imponer a las plantas de producción de energía reducciones obligatorias en la emisión de dióxido de carbono puesto que no es un contaminante incluido en la Ley de aire Limpio”.

A esta argumentación añade:

“De acuerdo con un informe del Departamento de Energía (DOE), incluir limitaciones a las emisiones de dióxido de carbono conduciría a un dramático desplazamiento, desde el carbón al gas natural, en la generación de energía eléctrica; y significativamente, un aumento en los precios de la electricidad en comparación con los escenarios en los que sólo se reduce el dióxido de sulfuro y el óxido de nitrógeno”.

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Analysis of Strategies for reducing Multiple Emissions from Power Plants”

DOE
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El argumento de la carta continúa recordando la situación existente en ese momento: aumento de precios de la energía y cortes en el suministro eléctrico. Razones por las que se debe ser especialmente cuidadosos con lo que se haga con la energía para evitar daños a los consumidores.

Sobre todo, afirma el presidente, si se tiene en cuenta el estado incompleto en que se halla el conocimiento científico sobre las causas y soluciones del cambio climático y la falta de tecnologías comercialmente disponibles para eliminar y almacenar dióxido de carbono. 

Finalmente se muestra optimista de que serán capaces, junto con sus amigos y aliados, de desarrollar tecnologías, incentivos de mercado, y otras formas creativas de enfrentarse al cambio climático.

DESENCUENTROS CON EUROPA.
la decisión del recién elegido presidente  G. W. BUSH sobre el cambio climático, quedó expresada en la carta de 13 de marzo de 2001, en respuesta a una pregunta de los senadores HAGEL, HELMS, CRAIG Y ROBERTS.

La decisión de retirarse del Protocolo de Kyoto y de no ratificar el tratado estaba tomada.

Una decisión que tiene no sólo repercusiones internas, sino también repercusiones internacionales.

El 29 de marzo de 2001, unos días después de que se anunciara  la decisión de retirarse formalmente del tratado negociado en Kyoto, el Boston Globe[1] se refiere a este asunto:

El medio ambiente no es sólo una cuestión de política [de partido] sino de relaciones internacionalesLos recientes movimientos [de la administración Bush] están haciendo que en Europa se reconsidere la  opinión sobre el presidente americano”.

En el mismo artículo, se hace referencia  a que algunos jefes de estado se han dirigido por escrito a  la administración americana sobre la decisión de no regular las emisiones de carbono:

Eun paso que pone las conversaciones sobre el calentamiento global en peligro. Ayer mismo, el Comisario de Medio Ambiente de la Unión Europea calificó la decisión de Bush como muy preocupante”.

El periódico cita también a HELMUT SONNENFELDT, como especialista en asuntos europeos:

El resultado final del trato de Bush a Europa, ha dejado la impresión de que es excesivamente duro, unilateralista y quizás en algunos temas aislacionista”.

Se cita también la respuesta de la administración norteamericana:

Todas esas inquietudes son exageradas. Hay otros asuntos mucho más importantes como la seguridad internacional que ocuparán el centro de las conversaciones durante la reunión que tendremos hoy con el Canciller Schroeder”.

El Boston Globe no es el único que da importancia al asunto.

La Agencia de Noticias Reuters titula ese mismo día: “US abandona el pacto de Kyoto sobre el clima,  una bofetada a Europa[2].

The Washington Post[3], además de refirse a las reacciones internacionales, cita las declaraciones de CHRISTINE TODD WHITMAN, administradora de la EPA[4]:

El Protocolo de Kyoto está muerto en lo que respecta a la Administración, si los europeos y japoneses quieren llegar a acuerdos tendrán que abandonar la líneas del acuerdo actual y tomar un enfoque diferente”.

Los grupos ecologistas rechazan los comentarios de WHITMAN como un abandono del combate contra el calentamiento global. Del lado contrario, se reproducen las declaraciones de GLENN F. KELLY, director ejecutivo de la Global climate Coalition:

Una de las cosas que debemos aplaudir de la actuación de la Administración   es el pronto reconocimiento de que el protocolo de Kyoto está desacreditado y que continuar invirtiendo esfuerzos y recursos en él es simplemente inútil”.

BBC News titula: “US hace estallar las esperanzas de Kyoto”.

BBC news se refiere las opciones de futuro que se presentan, en concreto con vistas a la conferencia de Bonn, prevista para  el mes de julio de ese año:

Es difícil pensar qué se puede hacer en Bonn para involucrar a los americanos sin reescribir el protocoloDe todas formas,el protocolo entrará en vigor cuando el 55% de los países industrializados que lo han firmado lo hayan ratificado”.

Finalmente, The  New York Times titula simplemente:

US no continuará con  las provisiones  del tratado sobre el clima, dice Whitman”[5].

Así estaban las cosas en el primer semestre de 2001. La referencia de algunos representantes de la Administración Bush a la importancia de la seguridad internacional sonaba a un recurso fácil. Sin embargo, resultó fatalmente premonitoria.

Los sucesos del 11 de septiembre de 2001 dejaron a un lado todos los asuntos que no fueran los de defensa frente al terrorismo internacional.



[1] Boston Globe, 29 de marzo de 2001: “Bush emissions policies upsetting allies abroad”
[2] Reuters  news Service, 29 de marzo de 2001: “US abandons Kyoto climate pact, a blow to Europe
[3]  The  Washington Post, 28 de marzo de 2001: “US Aims to pull out of warming treaty”
[4] Environmental Protection Agency
[5] The New  York Times, 28 de marzo de 2001; “Won´t Follow Climate Treaty Provisions, Whitman Says

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2003

EL CAMBIO CLIMÁTICO VUELVE A LA AGENDA POLÍTICA

Después del 11 de septiembre no se habla de otra cosa, pero en el año 2003, el cambio climático vuelve a la agenda política.

El 2 de marzo de 2003, The New York Times[1]revela que ha tenido acceso[2] a un informe[3]elaborado por una consultora que dirige FRANK LUNTZ[4].

En una sección del informe, “Ganando el debate del Calentamiento Global”,   se asegura que muchos votantes creen que existe una falta de consenso sobre este tema entre los científicos y que aun en el caso de que la opinión pública empezara a percibir que la cuestión científica estaba asentada, sus opiniones sobre el tratamiento del calentamiento global irían cambiando poco a poco.

Dice el informe:

Se debe hacer de la falta de certidumbre científica un asunto primordial. Se debe ser incluso más activo de lo que se ha sido hasta ahora en el reclutamiento de expertos que simpaticen con el punto de vista de la Administración y se les debe hacer partícipes en la transmisión del mensaje,  porque la gente tiene más tendencia a confiar en los científicos que en los políticos”.

Parece claro que la administración del presidente BUSH quiere ralentizar la decisión sobre la reducción de emisiones. No necesita por lo tanto comités científicos que le orienten sobre cuál ha de ser su posición que parece tomada.

Necesita, sin embargo, que la opinión publica, los votantes en definitiva, acepten esta decisión como la más acertada.

Lógicamente, que el informe de LUNTZ aparezca en The New York Times, no favorece la credibilidad del gobierno..

Así las cosa, unos meses más tarde, El 18 de febrero de 2004, aparece en los medios[5]  la referencia a un informe de laUnion of Concernened Scientists (UCS), que denuncia que la Administración ha estado sistemáticamente distorsionando de forma deliberada hechos científicos al servicio de objetivos políticos.

KURT GOTTFRIEND, profesor emérito en la Universidad de Cornell, y uno de los firmantes del informe, al ser preguntado, responde:

La Administración ha estado envuelta en prácticas que están en conflicto con el espíritu de la ciencia y el método científico”.

La Administración niega todo esto y el portavoz del presidente, SCOTT MACLELLAN, asegura:

Ésta es una Administración que toma decisiones basadas en la mejor ciencia disponible y ha trabajado en un proceso de revisión entre colegas (peer-review) orientado a conocer cómo ha de ser utilizada la ciencia en la decisiones reguladoras”.

En un artículo[6] del 28 de marzo de 2004, en Newsday se relatan los hechos de estos días.

La defensa de la posición del gobierno le corresponde a JOHN H. MARBURGER III, consejero científico de La Casa Blanca. MARBURGER se refiere al informe de la UCS, y a una carta firmada por sesenta científicos entre los que se incluyen 20 premios nobel, en estos términos:

Es una teoría de la conspiración, basada en incidentes desconectados unos de otros y no suficientemente investigados por los autores… [Puede haber] personas que hayan hecho tonterías, así como demoras o problemas de mala comunicación, eso ocurre siempre, pero interferencia política federal en las actividades científicas,,  eso yo no lo veo”.

La principal queja de MARBURGER en todo este asunto es la falta de comprensión con respecto a la política climática de la Administración del presidente G. W. BUSH:

El presidente tiene conocimiento de que los gases de efecto invernadero se están  acumulando en la atmósfera como resultado de la actividad humana y que contribuyen al cambio del clima”.

Esto parece, sin embargo, un cambio de posición en la Administración americana.

Así es percibido por los medios. Pero la Administración no lo admite como tal. En una entrevista concedida al  New York Times[7] el 24 de agosto de 2004, la entrevistadora pregunta por qué la administración ha cambiado su posición en el problema del calentamiento global. El presidente responde:

No creo haber hecho tal cosa [] La posición del presidente es la misma […] Necesitamos todavía rellenar los huecos existentes en el conocimiento científico”.

El caso, es que el día siguiente al de la entrevista, el 25 de agosto,  se remite al congreso un informe de la administración en el que se dice que los gases de efecto invernadero son la única explicación probable del aumento de temperatura habido en las tres últimas décadas.

El New York Times del día 26 de agosto, se hace eco de este informe y recuerda que la última vez que la Administraciónhabía sugerido que el calentamiento global tiene su origen en la actividad humana fue en un informe remitido a las Naciones Unidas en junio de 2002. Entonces, recuerda el periódico, el presidente se distanció del informe diciendo simplemente que era un  “producto  de la burocracia”.

¿Significó esto un cambio verdadero de tendencia?




[1] Teh New York Times, 2 de marzo de 2003: “Republicans aim for softer, greener environmental talk”
[2] A través del Environmental Working Group, un grupo crítico con la política del presidente Bush
[3] Un memorando preparado para las elecciones de 2002: “La batalla de la comunicación en medio ambiente”
[4] Luntz Resarch Cos.
[5] Reuters News Service, 18 de febrero  de 2004: “Bush Administration distortions science, group says”; The New York Times, 18 de febrero de 2004:  “Scientists accuse White House of distorting facts”
[6] Newsday, 28 de marzo de 2004:” Marburger defends administration”
[7] Publicada en su página web NYTimes.com

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 2007

AÑO DE CAMBIOS

En febrero de 2007, el vicepresidente CHENEY todavía se mostraba reticente respecto a la relación entre a el calentamiento global y la actividad industrial. En una entrevista dada a laABC[1] en Australia, el entrevistador, JONATHAN KARL,  le pide que se pronuncie sobre el asunto.  CHENEY  responde que no sabe donde está la línea que separa  la influencia humana de la natural, y añade:

No soy un científico [pero] si hablas con gente que supuestamente sabe del asunto, recibes puntos de vista contradictorios. En todo caso, creo que es un asunto importante y que el congreso debe ocuparse de él. Creo que habrá un gran debate sobre este tema en los próximos dos años”.

En septiembre de 2007[2], sin embargo, el asesor científico del presidente, JOHN MARBURGER, se muestra ya más proclive a admitir la influencia humana sobre el cambio climático.

Por estas mismas fechas, la Unión Europea está adoptando una estrategia bastante diferente, como se desprende de la hemeroteca de estos años[3].

En marzo de 2007, los líderes europeos reunidos en Bruselas fijan su estrategia para reducir emisiones de dióxido de carbono, estableciendo el objetivo de que el 20% del consumo energético habrá de proceder, en el año 2020, de energías renovables. El acuerdo se matiza, permitiendo, después de dos días de dura negociación, que este objetivo sea global para toda la comunidad, pero que se pueden fijar objetivos diferentes para cada país en función de sus circunstancias nacionales.

Los ocho países excomunistas que se habían unido a la comunidad en mayo de 2004, están muy por detrás del resto de países en el desarrollo de energías renovables. Así, por ejemplo, Polonia depende en más del 90% del carbón.

Francia, por su parte, tiene un gran desarrollo de la energía nuclear, una circunstancia que quiere sea tenida en cuenta. Algo que no es aceptado, sin reservas, por Austria, Dinamarca e Irlanda; países muy opuestos al uso de esta  energía.

La apuesta de la Unión Europea, en palabras de ANGELA MERKEL, canciller alemana, es la de ser un modelo para el resto del mundo.




[1] ABC news, 23 de febrero de 2007: entrevista de J. Karl al vicepresidente  Dick  Cheney
[2] BBCnews.com, 14 de septiembre de 2007: “Bush aide says warming man-made·,
[3]Reuters News Service, 9 de marzo de 2007: “EU summit adopts bold environmental strategy” e International Herald tribune, 9 de marzo de 2007: “EU drafts compromise agreement on climate change”

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2008

CAMPAÑA ELECTORAL 

A finales de 2007 algunos expertos[1]  ya preveían que el cambio climático no sería un gran tema durante la campaña electoral de 2008, a pesar de las opiniones de los comentaristas europeos.

No obstante surgieron algunos temas de debate.

A mediados de 2008, el candidato republicano McCAIN hizo la propuesta[2] de construir 45 nuevas centrales nucleares que habrían de estar preparadas en el año 2030. Una propuesta, que iría acompañada de inversiones de 2.000 millones de dólares anuales para “hacer una realidad del carbón limpio”,  y orientada a “reducir la dependencia del petróleo de países extranjeros”.

Lo cierto es que la propuesta no era ajena a las declaraciones que, unos días antes, el G-8 más China, India y Corea del Sur, realizaron, en un comunicado conjunto, como resultado de sus conversaciones en Aomori, Japón.

Los 11 habían afirmado que: “un número creciente de países ha expresado su interés en los programas de energía nuclear[3].

Con una notable excepción: Alemania. Este país había declarado en el año 2000 su intención de cerrar las centrales nucleares, cumpliendo una promesa del Partido Verde, entonces en el poder. JOCHEN HOMANN, secretario de energía alemán dice:

 “Hemos oído la posición de otros países y creemos que existe efectivamente un renacimiento de la energía nuclearpero Alemania ha decidido abolir la generación de energía nuclear gradualmente. La aceptación pública es importante y no podemos prever cuál será la evolución de la opinión pública en este tema”.

Lo cierto es que la Agencia Internacional de Energía había contribuido a crear un ambiente favorable hacia la energía nuclear, diciendo que  para cumplir el objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a la mitad en el año 2050, haría falta construir 32 nuevas centrales nucleares al año, además de 17.500 molinos de viento.

Precisamente la posibilidad de utilizar ambas fuentes de energía, la nuclear y las renovables, es la que marca finalmente las diferencias en el debate  sobre la energía, entre republicanos y demócratas.

Durante la campaña, OBAMA dice en Jacksonville[4]:

“[La energía nuclear] no es nuestra fuente de energía prioritaria. No tenemos claro cómo almacenar los residuos ni cómo reciclarlos”.

Sin embargo, MCCAIN cita repetidamente a Francia como un ejemplo a seguir. Sus 59 centrales nucleares, producen el 80% de la electricidad que requiere Francia, le permiten reducir las emisiones de carbono y ser un exportador neto de electricidad. 

Que un republicano cite a Francia como ejemplo, no deja de producir cierta perplejidad en algunos expertos nucleares.EDWIN LYMAN de la UCS[5],  destaca que en Francia el gobierno controla la construcción, la generación y distribución de electricidad:

Proceder en la dirección que marca Francia significaría dar un giro completo a la política y la forma de funcionar del gobierno de  los Estados Unidos, puesto que es un sistema quasi-socialista”.

También la cuestión del empleo sale en el debate.

MCCAIN dice durante la campaña que su programa de construcción de centrales nucleares proporcionaría 700.000 puestos de trabajo. Esta tesis es en parte avalada por PATRICK MOORE, fundador de Greenpeace, pero ahora co-presidente de laClean and Safe Energy Coalition, un grupo pro-nuclear, que estima que cada nueva central tiene un coste estimado de 8.000 millones de dólares y genera unos 4000 puestos de trabajo durante su construcción y 800 puestos permanentes.
Para las 45 centrales que inicialmente se proponen, MOORE estima una creación de empleo de 250.000 puestos.

The New York Times, señala la existencia de otros expertos, que no cita, que avalan sin embargo, la propuesta de OBAMAde invertir 150 mil millones de dólares en energías limpias, mayoritariamente no nucleares, en vez de gastar dinero en energía nuclear, con independencia de los puestos de trabajo que se generen.

La campaña sirve pues para posicionarse ligeramente a favor de la energía nuclear, o ligeramente a favor de la energías renovables,  pero evitando hablar mucho sobre combustibles fósiles.



[1] Rick Burke  (NY times), Carroll Doherty  (Pew Research Center), Jonathan Weisman (Washington Post). Blogactiv.eu, 15 de noviembre de 2007: “Climate change not big issue in US election campaign ,  say experts”,
[2] The associated press, 19 de junio de 2008: “McCain calls for building 45 new nuclear reactors”,
[3]  Agence France Presse, 9 de junio de 2008: “World major economies see new nuclear dawn”,
[4] The New York Times, 10 de octubre de 2008: “Rivals differ sharply on nuclear power”,
[5] Union of Concerned Scientists

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2009

LOS PRIMEROS PASOS DE B. OBAMA

Cuando el presidente OBAMA llega a la casa Blanca, queda claro que el debate sobre el cambio climático se convierte en los Estados Unidos en un debate sobre las fuentes de energía.

En mayo de 2009 se remite al Congreso[1], para su aprobación, la American Clean and Security Act(ACES), un ley, que de acuerdo con su título completo, tiene por objeto la creación de puestos de trabajo vinculados a  una energía limpia, alcanzar la independencia energética, reducir la contaminación que produce el calentamiento global y establecer la transición hacia una economía basada en una energía limpia.

El proyecto de ley es una variante de un plan de limitación y comercio de emisiones (cap and trade), y por lo tanto, objetivos similares la Protocolo de Kyoto.

La ley fija objetivos para la reducción de las emisiones de dióxido de carbono y otros GEI hasta el 2020 (en el 2020 las emisiones han de ser un 17% menores que en el 2005).

El objetivo ha de ser alcanzado básicamente mediante la implementación de energías renovables y está diseñado fundamentalmente para el suministro de electricidad.

Aquellos proveedores que suministren más de 4 millones de MWh deben producir el 20% procedente de energías renovables en el año 2020. El incumplimiento tiene como consecuencia el pago de 25 dólares/MWh, ajustados por la inflación, a partir del año 2010.

El proyecto de ley  recibe el  apoyo de un número considerable de organizaciones ambientales[2]. También lo apoyan grandes empresa: General ElectricPacific Gas and Electric Company y DuPont

Como destaca El New York Times[3], la ley tiene el respaldo de las grandes corporaciones, mientras que tiene la oposición de la Cámara de Comercio la Asociación Nacional de Productores.

También entre los republicanos la ley tiene sus apoyos.  La organización nacional republicana de base, REP[4], con motivo de la aprobación de la ley en la Casa de Representantes, emite una nota de prensa[5] en la que lo califica como un paso dado en la dirección correcta. Su vicepresidente, DAVID JENKIMS, dice:

No hacer nada no es una opción. Los costes y riesgos de fallar en la limitación de las emisiones son demasiado altos. Tenemos la deuda contraída con nuestro país  de pasar a la acción”.

El proyecto también recibe críticas. El American Petroleum Institute[6], que representa la opinión de las industrias del petróleo y el gas, se manifiesta en contra, con el argumento de que:

Impone una carga desproporcionada sobre los consumidores de gasolina y en general sobre  todos los productos derivados del petróleo, lo que causará grandes aumentos en los precios del litro de  gasolina”.

GERAD JACKSON, en el portal financierosafehaven.com[7], comenta[8] al respecto de la receta del presidente OBAMA que las llamadas energías alternativas son altamente ineficientes y adolecen de fuertes deseconomías de escala, que absorben capital que podría ser utilizado en otros proyectos que fueran capaces de elevar el nivel de vida, puesto que;

Cuanto más elevados son los precios de la energía, más grande es el daño. En vez de acumular capital, América estará acumulando malas inversiones gracias al legado destructivo de Obama”.

Paralelamente, algunos grupos ecologistas se muestran escépticos con respecto a un proyecto de ley que consideran demasiado débil en sus exigencias. Por ejemplo, en lo que se exige para que un vehículo sea considerado eficiente  desde el punto de vista energético.

Greenpeace y Friends of the Earth, se oponen a la nueva legislación: “Porque hace muchas concesiones a la industria”.




[1] El 15 de mayo, la ACES se presenta en la Casa de Representantes como la HR 2454
[2] Defenders of  Wildlife, Alliance for Climate Protection y Environmental Defense Fund.
 [3] The New York Times, 27 de junio de 2009:  “House passes Bill to Address Threat of Climate Change”,
[4] Republicans for Environmental Protection
[5] REP, press release: www.rep.org
[6] Información sobre este organismo puede verse en http://www.api.org/globalitems/globalheaderpages/about-api
[7] Que se define como un portal financiero para la preservación del capital: http://www.safehaven.com/
[8] Obama´s Energy Bill is a Recipe for Economic Destruction

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