viernes, 4 de julio de 2014

DECISIONES TECNOLÓGICAS. DISCRIMINAR ENTRE FUENTES DE INFORMACIÓN

Hay decisiones tecnológicas que contienen importantes incertidumbres. Para que sea posible una mayor participación pública en estas decisiones, son necesarios criterios para discriminar entre distintas fuentes de información.

En principio, son sospechosas aquellas fuentes que no citan publicaciones científicas sometidas a revisión entre colegas (peer review), también aquellas que sólo citan evidencias conformes a la tesis que se defienden, o aquellas divulgadas por grupos con evidentes intereses políticos o financieros.

LAHSEN[1] apunta, sin embargo, que estos criterios no son suficientes puesto que es posible articular campañas diseñadas para causar falsas impresiones sobre todos de estos puntos.

Se refiere, por ejemplo, a la capacidad de las industrias del petróleo, la electricidad y el carbón para financiar y divulgar determinadas posiciones científicas. También a la capacidad de los gobiernos para influir sobre los órganos de sus respectivas administraciones. Cita las campañas del ICE (Information Council for the Environment) y de la Western Fuel, como la campaña de 1998 diseñada para oponerse a la firma del Protocolo de Kyoto, y cita los esfuerzos de G.W. Bush por controlar los informes de la EPA en el año 2003.

Lo que concluye LAHSEN es que la receta de que los peligros de la tecnocracia se conjuran con mayor participación pública, abriendo las deliberaciones científicas y las decisiones tecnológicas, no tiene necesariamente por qué dar resultados positivos. La participación pública, para que funcione adecuadamente, debe asentarse sobre  la distinción previa entre buenas y malas fuentes de información.

A pesar de las dificultades, la revisión entre colegas, es para LASHEN, la base para descartar las informaciones científicas construidas con métodos poco rigurosos o diseñadas para beneficiar a las elites financieras y/o políticas

LAHSEN tiene razón al señalar las  dificultades que existen para discriminar la calidad de la ciencia, y también en que la revisión entre colegas es una condición necesaria para garantizar un mínimo de calidad. Pero la producción científica que se expone a la opinión pública, es el resultado de un complejo proceso en el que lo que se publica finalmente después de superar los controles interpuestos, no está necesariamente libre de errores. 

De algún modo. LAHSEN está apuntando hacia esta dificultad al señalar que los científicos tienen valores que condicionan su trabajo, pero parece que confía en que este obstáculo puede ser superado cuando las distintas tesis se someten a la revisión entre colegas.

Opina que una correcta revisión hará que la opinión pública pueda tener una visión clara de cuáles son las opciones entre las que elegir, dónde residen las  incertidumbres, y, sobre todo, que son estas incertidumbres las que hace que la elección no venga dada, cerrada  por los expertos.

Es entones cuando la intervención de la sociedad adquiere  pleno sentido incorporando  valores a la decisión.

La clave de esta argumentación es el buen funcionamiento de la revisión entre colegas, por ello, es en este funcionamiento sobre el que hay que poner la lupa.

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[1] Lahsen (2005): “Technocracy, Democracy, and U.S: Climate politics: The Need for Demarcations” 

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