Estos cuatro conceptos están estrechamente vinculados y se corresponden con cuatro fases de la reflexión sobre el problema del crecimiento indefinido.
Sobrepasamiento
Este es un concepto que se desarrolló en el momento en que el tema del crecimiento se planteaba en los términos de si existen límites para el crecimiento y cuáles son esos límites un asunto que fue tratado con intensidad a partir de 1972 por el Club de Roma y el MIT:
De acuerdo con los estudios del Club de Roma y del MIT, el sobrepasamiento puede producirse cuando se reúnen tres circunstancias:
- Los cambios son suficientemente rápidos
- Existen límites o barreras, que traspasados, pueden producir problemas
- Las señales que avisan de la proximidad a los límites son imperfectas.
Desde un punto de vista en el que se confía en el mercado y en el poder benéfico de la tecnología, los sobrepasamientos pueden ser conjurados.
La clave del mecanismo reside en que el mercado señala el problema y dirige los recursos hacia la mejor solución, y la innovación tecnológica resuelve los problemas técnicos que se plantean.
En general, se acepta que este mecanismo puede funcionar a veces. La cuestión es:
¿Funciona este mecanismo en los casos importantes, o puede, por el contrario, fallar en algún caso crucial?
Parece que la posición de las instituciones internacionales fue la de no arriesgarse demasiado, corriendo el peligro de comprobarlo.
Por ello, a finales de los años ochenta se introdujo el concepto de sostenibilidad que es la garantía de no sobrepasamiento, y hace referencia a las condiciones que ha de cumplir el desarrollo económico para que ciertos límites no sean superados
Por ello, a finales de los años ochenta se introdujo el concepto de sostenibilidad que es la garantía de no sobrepasamiento, y hace referencia a las condiciones que ha de cumplir el desarrollo económico para que ciertos límites no sean superados
Sostenibilidad
El término sosteniblidad se hizo popular a partir del Informe Bruntland[ de la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo, elaborado para las Naciones Unidas, en 1987.
El Informe Bruntland define el desarrollo sostenible como:
“Aquel que satisface las necesidades de las presentes generaciones sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades”.
Aparentemente, la definición es clara y sencilla, pero un análisis más profundo pone de manifiesto algunas dificultades.
Algunos economistas han criticado la poca aplicabilidad práctica del enunciado, debido a la falta de indicadores cuantificables. De hecho, una interpretación literal puede conducir a absurdos, como tener que preservar todo tipo de recursos no renovables para garantizar todas las opciones de las generaciones futuras.
Como alternativa, se han ido proponiendo definiciones más operativas que vinculan, por ejemplo, la sostenibilidad con el hecho de que la reserva total de recursos no decrezca con el tiempo. La reserva total incluye no sólo los recursos no renovables, sino también el capital humano. En este supuesto, el uso de recursos es admisible, mientras no disminuya la reserva total. Ahora bien, este concepto es también en sí mismo problemático, y requiere disponer de métodos precisos para la evaluación de recursos.
Ciertamente, en los años siguientes a 1987 algunos autores[3] trabajaron sobre este tema buscando indicadores empíricos que cuantificasen la relación entre economía y ecología. Sin embargo, es indicativo del punto al que llega la cuestión el hecho de que BRINK (1991)[4] afirme que la sostenibilidad requiere de elecciones políticas que tienen que ser continuamente ajustadas como resultado de nuevos conocimientos, de cambios en los requerimientos sociales, o de desarrollos imprevistos de los sistemas económicos o ecológicos.
Especialmente en los primeros noventa se escribió mucho sobre el concepto de sostenibilidad, destacando las dificultades de su aplicación práctica. Actualmente la palabra sosteniblidad se aplica a casi todo, para querer decir que se ha pensado algo en el futuro de lo que se está haciendo. Con mucha frecuencia ese futuro es muy próximo, por ejemplo un legislatura electoral. el fundamento del concepto, que es la solidaridad entre generaciones, parece que ha sido eliminado en la práctica.
Huella ecológica
Desde principios de los años noventa se viene ensayado un indicador numérico, y por lo tanto cuantificador, de la sostenibilidad: la huella ecológica.
La primera publicación académica sobre este tema la hizo WILLIAMS REES en 1992.
En 1994, bajo la supervisión de REES, WACKERNAGEL desarrolló un primer método de cálculo en
A principios de 1996, WACKERNAGEL Y REES publicaron "Our ecological footprint. Reducing Human Impact on the Earth", texto en el que se define la huella ecológica como:
“El área ecológicamente productiva (cultivos, pastos, bosques o ecosistemas acuáticos), necesaria para producir los recursos utilizados y asimilar los residuos producidos por una población dada, con un modo específico de vida, de forma indefinida”.
Evidentemente este cálculo es complejo, y existen distintos métodos para hacerlo. Por ejemplo la “metodología eco-índice”, desarrollada[4] en el año 2000, adoptada por el Instituto de Estocolmo. Desde el año 2006 se vienen publicando conjuntos de resultados que están disponibles en:
“La huella ecológica es un indicador intuitivamente atractivo, fácil de divulgar y de comprender, tanto más consistente y significativo cuanto más amplio sea el nivel de agregación, es decir, en los niveles de los estados nacionales y superiores”.
No obstante, el informe de
El informe evalúa también las principales virtudes exigibles a los indicadores de este tipo mediante la evaluación RACER , una evaluación que tiene interés en sí misma.
La huella ecológica de los países industrializados supera ampliamente su propia superficie. De hecho, estos países extraen recursos y vierten residuos en lugares muy alejados de su territorio. De un modo didáctico, el indicador de huella ecológica expresado en Hectáreas/per cápita trata de advertir de que el modo de vida característico de los países más desarrollados no puede extenderse al conjunto de todos los habitantes del planeta.
Esots informes se construye sobre dos indicadores: el Living Planet index (índice de vitalidad del planeta), que refleja la salud de los ecosistemas, y el Ecological Footprint (la huella ecológica p.d.) que muestra la extensión de la demanda humana sobre estos ecosistemas.
De acuerdo con estos informes, el sobrepasamiento de la biocapacidad de
En el año 2050, se habrá alcanzado un nivel de demanda que doblará la biocapacidad, lo cual implica un déficit ecológico tal que conducirá el colapso de los ecosistemas.
El indicador también permite identificar a aquellos países que están por encima de la biocapacidad de su territorio, y distinguirlos de aquellos que están aún por debajo. De este modo, la línea geopolítica que divide a los países por su desarrollo económico, puede traducirse en una línea que distingue a los países ecológicamente deudores de los ecológicamente acreedores.
El indicador de huella ecológica puede combinarse con el indicador de propuesto por las Naciones Unidas para la medida del bienestar (HDI) . De la combinación de estos indicadores se obtiene un cuadrante de sostenibilidad, en el que estarían encuadrados aquellos países que con un HDI por encima de 0,8 y una huella ecológica por debajo de
Decrecimiento
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La opciones en la práctica
En la práctica sólo hay tres opciones. La postura del avestruz, que se basa en confiar que todo se arreglará de un modo y otro. Una postura proactiva para buscar nuevas tecnologías más eficientes que consuman menos recursos, o alguna forma decrecimiento.
Desafortunadamente, la postura del avestruz es quizás la más extendida.
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