sábado, 5 de julio de 2014

¿ESTÁ EN CRISIS LA REVISIÓN ENTRE COLEGAS (PEER REVIEW)?

El procedimiento de peer review[1], que se desarrolla previamente a la publicación de un artículo en una revista científica, o a la edición de un libro por una editorial acreditada; es considerado, a menudo, como la clave de la bóveda de la garantía de la calidad de la producción científica.

En principio, este procedimiento garantiza que los lectores de una revista científica reconocida no se encontrarán con artículos en los que se contradicen de forma clara los supuestos básicos aceptados en una disciplina, o que se emplean mal los métodos, o que se extraen conclusiones que no se derivan de los argumentos expuestos.

No obstante, el procedimiento no está exento de críticas[2]: En las revisiones previas a la publicación, los evaluadores pueden cometer errores, pueden ser subjetivos en sus juicios, ser renuentes a aceptar nuevas ideas, y pueden colarse investigaciones deshonestas o dudosas.

De hecho, los expertos en una determinada disciplina pueden llegar a formar una especie de grupo cerrado de pensamiento, con creencias ortodoxas firmemente sostenidas y con fuertes resistencias a aceptar puntos de vista alternativos.

Aun así se puede estar de acuerdo en que la peer review tiene un papel central en el avance de la ciencia. Incluso a pesar del creciente protagonismo que va adquiriendo Internet como espacio en el que pueden exponerse miles de opiniones sobre un determinado asunto. 

Las revistas con reconocido prestigio siguen siendo el espacio por el que se rivaliza para tener un escrito publicado en un entorno globalizado en el que existe una competencia enorme.


Peer review y cambio climático

El debate científico sobre el cambio climático ha ofrecido y sigue ofreciendo numerosos ejemplos de que es necesario reflexionar sobre este procedimiento.

Si algo queda claro es que no existe un  arbitraje reconocido por todos. Incluso algunos participantes en el debate científico no conceden legitimidad a las críticas de sus colegas, puesto que no consideran que estén a su nivel en el tema que se discute. 

Por ello, ningún debate científico puede ser considerado como definitivamente cerrado entre colegas.

Sin embargo, para el agente externo que está interesado en tomar sus decisiones basadas en la mejor ciencia posible,  es de suma importancia asegurarse de  la calidad y la honestidad del trabajo de los científicos, por esta razón, especialmente los gobiernos nacionales se han mostrado interesados en establecer mecanismos que garanticen la calidad de la ciencia ¿Cuales son estos mecanismos adicionales? ¿Sólo sirven a al Administración o sirven también a los ciudadanos particulares? ¿Superará finalmente Internet  la situación actual para crear ámbitos nuevos de debate científico?



[1] Este procedimiento consiste básicamente en lo siguiente: el autor remite su artículo al editor, que en primera instancia juzga si tiene interés para los lectores de la revista, si aporta algo nuevo e interesante,  o si es científicamente pobre.
En una segunda fase, pasada esta primera criba, se remite el artículo a unos cuantos evaluadores expertos externos, normalmente tres o cuatro, que valoran las distintas dimensiones metodológicas de la investigación que se expone en el artículo.
Las distintas valoraciones se remiten al editor, que puede rechazar o aceptar el artículo, o bien iniciar una negociación con el autor, en la que éste debe aclarar o subsanar aquellos aspectos de la exposición que han sido cuestionados. Éste es el punto en el que se producen debates, a veces muy encendidos, entre los evaluadores y el autor, en el que se trata de preservar la confidencialidad de unos y otros. Este proceso puede tener varias vueltas, y al final el editor decide si publica o no el artículo.

[2] Fernando Alfonso, por ejemplo, en el artículo “Una revisión crítica del proceso de peer review”, publicado en Arch Cardiol en 2010, expone y examina algunas de estas críticas. 

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