JAMES
LOVELOCK (“The revenge of Gaia: why the Earth is fighting back and how we can still save humanity”, 2006) nos presenta un mundo futuro en el que apenas queda nada más que la lucha por la
supervivencia.
El cambio climático ha causado tal hecatombe, en esta visión de LOVELOCK, que se ha producido una regresión tecnológica sin precedentes.
Prescindiendo de los detalles; lo que destaca en esta prospectiva, es que se ha perdido todo conocimiento experto y que hay que volver a empezar prácticamente de cero.
El cambio climático ha causado tal hecatombe, en esta visión de LOVELOCK, que se ha producido una regresión tecnológica sin precedentes.
Prescindiendo de los detalles; lo que destaca en esta prospectiva, es que se ha perdido todo conocimiento experto y que hay que volver a empezar prácticamente de cero.
Es ciertamente una situación extrema, pero no impensable. La historia nos ha
dejado periodos en los que el avance científico se ha detenido o ha
retrocedido, periodos en los que los perfiles de los personajes sobresalientes
están muy alejados del científico y del técnico, cuyas voces pueden quedar en estas circunstancias acalladas.Son los tiempos de los señores de la guerra.
Sin duda, existen unos mínimos de estabilidad social que la ciencia y la tecnología requieren para poder desarrollarse.
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En el otro extremo de esta visión podemos imaginar un escenario
totalmente distinto. Podemos pensar en una situación en la que se proponga
desarrollar grandes proyectos de ingeniería para combatir el cambio climático.
Es lo que se denomina geoingeniería.
Ya en 1992, la Academia Nacional
de Ciencias de los Estados Unidos dedicó 30 páginas de la publicación “ Policy Implications of Greenhous Warming”,
a las grandes obras de ingeniería.
¿Qué consecuencias tendrían estos proyectos para la posición de los expertos respecto de los demás ciudadanos?
De lo que no hay duda es que en una situación de este tipo, los ciudadanos de a pie, tienen menos opciones para intervenir.
En las decisiones extraordinarias es fácil articular argumentos para que un grupo se reserve el derecho de decidir invocando precisamente la singularidad de la situación, el riesgo inminente o la complejidad del asunto. Son ocasiones para el liderazgo que no suelen ser desaprovechadas y de las que suelen surgir nuevos nichos de poder.
Así las cosas, puede decirse que sólo en el caso de un desarrollo normal de la situación, sin grandes imprevistos, puede darse una participación pública en las decisiones. Las situaciones extraordinarias, son buenas ocasiones para que algunos grupos aumenten su poder.
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