Se da por razonablemente probable la noticia de Plinio que se refiere a que el río Mijares dividió los territorios de los ilercavones y edetanos en la época prerromana.
Por otro lado, en un territorio en el que la precipitación media anual es de 400 litros por metro cuadrado, son escasas las corrientes fluviales continuas, muy posiblemente el río Mijares es el único que tenía una corriente continua entre el Ebro y el Turia, ahora interrumpida por los embalses. Por esta razón, ha sido siempre necesario idear un modo de cruzar el cauce para darle continuidad a la ruta paralela a la costa que discurría por los territorios ibéricos.
El cauce es a la vez eje y enlace de la Plana. Que sea más una cosa o la otra tiene que ver con el tipo de control territorial que se quería tener, o que era posible mantener en cada circunstancia.
La via prerromana, litoral, ibérica o Heráklea, eligió como punto de cruce un punto cercano a la desembocadura, entones más cercano que ahora en tanto que el delta ha ido creciendo con los aportes sedimentarios. El cruce tenía que resolverse con alguna forma de vadeo o con embarcaciones. Salvo en las semanas siguientes a lluvias torrenciales en la cuenca, el primer sistema pudo ser efectivo.
Controlar el punto de paso fue desde le primer momento una cuestión importante. Así, el asentamiento de Vinarragell (en el margen derecho del cauce), pudo hacer a la vez la función de punto de llegada desde el mar, punto de paso y punto de distribución hacia el interior. Este fue especialmente estratégico alrededor del año 600 a. de C., tiempo en el cual se están produciendo contactos con los fenicios, y en el que la metalurgia del hierro es innovación tecnológica culturalmente diferenciadora.
Esta vía prerromana sirvió bien a las necesidades de comunicación hasta el tiempo de Augusto, en el que con la nueva administración imperial se acomete un inmenso plan de infraestructuras que responde a una planificación centralizada. El trazado se corresponde con las necesidades del transporte en carreta a largas distancias. Esto implica trazados elegidos cuidadosamente para minimizar la distancias a la vez que se imponen unas pendientes máximas que no pueden verse superadas.
De los condicionantes de trazado surge entonces la nueva vía imperial, la vía Augusta, que elige un corredor paralelo a la costa pero más al interior, que evita ciertos desniveles que la vía ibérica atravesaba, por ejemplo en el cabo de Oropesa. Por otro lado, se elige el punto en el que ya se han unido el río y el afluente de la rambla, para construir un sólo puente.
Cuanto tiempo permaneció este puente en pie es algo de lo que no se tienen datos. Sí se va conociendo, sin embargo, en la literatura técnica especializada en ingeniería romana que la capacidad de desagüe de los puentes suele corresponderse con la avenida de los 500 años. Esto quiere decir que la probabilidad de que el puente estuviera ya averiado durante la dominación árabe es muy alta. Es más, la organización local de la taifa centrada en Valencia no parece que exigiera una conexión al norte del Mijares, existiendo rutas alternativas, más al interior (Onda), que llegaban hasta Tortosa, por lo que es probable que no se acometiera una reparación de esa magnitud.
En todo caso, el puente ya no estaba operativo a la llegada del rey don Jaime. Con la conquista de Valencia, lo que resulta esencial es mantener una conexión segura entre las tierras catalanas y las tierras valencianas. Eso significa disponer de un corredor que pueda ser sostenido incluso si se producen levantamientos en la sierra de Espadán. Para ello se hace un gran esfuerzo de ordenación del territorio con cuatro fundaciones que protegen la ruta: Castelló, Vila-real, Nules y Moncofa.
A los efectos del cruce del Mijares, la fundación más relevante es la de Vila-real. Dada su ubicación es posible atajar en la ruta hacia el norte construyendo un puente sobre el Mijares, aguas arriba de la confluencia con la rambla, y vadear después la rambla. Este puente se construye alrededor de 1290, lo cual no es del gusto de los de Castellón, que ven alejado de su término la ruta hacia el norte.
El procedimiento constructivo de este puente es representativo del momento de su construcción. Se trata de una obra arquitectónica que utiliza las técnicas propias de los arcos usados en la construcción. Así, no está construido con bóvedas sino con arcos unidos por losas. Pero utiliza la ventaja de un arco rebajado, que permite mayor capacidad de desagüe, separando las pilas sin elevar demasiado el tablero.
Un puente sobre la Rambla, para dar continuidad al camino que desde Vila-real se dirige hacia el norte, se construye posiblemente en el XVII, pero las fuertes avenidas torrenciales de este cauce hacen que no persista durante muchos años. Esto hace que a mediados del siglo XVIII, la necesidad de un puente que resuelva la continuidad del camino real entre Valencia y Tortosa sea evidente. El cruce de la rambla, ahora ya con el puente averiados, tenia que hacerse recurriendo a cruzadores especializados con gran peligro de caballos y viajeros.
El Decreto de 1761, con Carlos III, será el punto de arranque para la solución ilustrada del cruce del Mijares.
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Controlar el punto de paso fue desde le primer momento una cuestión importante. Así, el asentamiento de Vinarragell (en el margen derecho del cauce), pudo hacer a la vez la función de punto de llegada desde el mar, punto de paso y punto de distribución hacia el interior. Este fue especialmente estratégico alrededor del año 600 a. de C., tiempo en el cual se están produciendo contactos con los fenicios, y en el que la metalurgia del hierro es innovación tecnológica culturalmente diferenciadora.
Esta vía prerromana sirvió bien a las necesidades de comunicación hasta el tiempo de Augusto, en el que con la nueva administración imperial se acomete un inmenso plan de infraestructuras que responde a una planificación centralizada. El trazado se corresponde con las necesidades del transporte en carreta a largas distancias. Esto implica trazados elegidos cuidadosamente para minimizar la distancias a la vez que se imponen unas pendientes máximas que no pueden verse superadas.
De los condicionantes de trazado surge entonces la nueva vía imperial, la vía Augusta, que elige un corredor paralelo a la costa pero más al interior, que evita ciertos desniveles que la vía ibérica atravesaba, por ejemplo en el cabo de Oropesa. Por otro lado, se elige el punto en el que ya se han unido el río y el afluente de la rambla, para construir un sólo puente.
Cuanto tiempo permaneció este puente en pie es algo de lo que no se tienen datos. Sí se va conociendo, sin embargo, en la literatura técnica especializada en ingeniería romana que la capacidad de desagüe de los puentes suele corresponderse con la avenida de los 500 años. Esto quiere decir que la probabilidad de que el puente estuviera ya averiado durante la dominación árabe es muy alta. Es más, la organización local de la taifa centrada en Valencia no parece que exigiera una conexión al norte del Mijares, existiendo rutas alternativas, más al interior (Onda), que llegaban hasta Tortosa, por lo que es probable que no se acometiera una reparación de esa magnitud.
En todo caso, el puente ya no estaba operativo a la llegada del rey don Jaime. Con la conquista de Valencia, lo que resulta esencial es mantener una conexión segura entre las tierras catalanas y las tierras valencianas. Eso significa disponer de un corredor que pueda ser sostenido incluso si se producen levantamientos en la sierra de Espadán. Para ello se hace un gran esfuerzo de ordenación del territorio con cuatro fundaciones que protegen la ruta: Castelló, Vila-real, Nules y Moncofa.
A los efectos del cruce del Mijares, la fundación más relevante es la de Vila-real. Dada su ubicación es posible atajar en la ruta hacia el norte construyendo un puente sobre el Mijares, aguas arriba de la confluencia con la rambla, y vadear después la rambla. Este puente se construye alrededor de 1290, lo cual no es del gusto de los de Castellón, que ven alejado de su término la ruta hacia el norte.
El procedimiento constructivo de este puente es representativo del momento de su construcción. Se trata de una obra arquitectónica que utiliza las técnicas propias de los arcos usados en la construcción. Así, no está construido con bóvedas sino con arcos unidos por losas. Pero utiliza la ventaja de un arco rebajado, que permite mayor capacidad de desagüe, separando las pilas sin elevar demasiado el tablero.
Un puente sobre la Rambla, para dar continuidad al camino que desde Vila-real se dirige hacia el norte, se construye posiblemente en el XVII, pero las fuertes avenidas torrenciales de este cauce hacen que no persista durante muchos años. Esto hace que a mediados del siglo XVIII, la necesidad de un puente que resuelva la continuidad del camino real entre Valencia y Tortosa sea evidente. El cruce de la rambla, ahora ya con el puente averiados, tenia que hacerse recurriendo a cruzadores especializados con gran peligro de caballos y viajeros.
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