martes, 27 de marzo de 2018

LA REFORMA PROTESTANTE NO SE OPONE A LA ESCOLÁSTICA SINO AL HUMANISMO RENACENTISTA

Resultado de imagen de humanismo renacimientoEn el  siglo XV, una avanzadilla de sabios urbanos, en clara oposición a la cultura medieval gestada en los monasterios, impulsó la recuperación del mundo clásico: el Renacimiento.  

En su faceta más filosófica se le ha llamado humanismo y tuvo una evidente voluntad de  oponerse a la escolástica. 

El humanismo renacentista fue toda una nueva disposición hacia el saber, la belleza y el mundo. Su enunciado de sistema fue «el hombre es la medida de todas las cosas»; un viejo aforismo griego, del sofista Protágoras, y recuperado por la cultura secular renacentista,  que vino a expresar las ansias europeas de recrear la Edad Antigua. 

Los humanistas dieron  voz y precisión a ese deseo: nueva literatura, uso de las lenguas romances, ironía, exaltación de pasiones poco permitidas, verdad, salud, desafíos. El primer humanismo sobre todo renunció a pensar que la verdadera vida humana se jugara  fuera del ámbito de la vida mortal. 

El elogio de la vida y lo que tiene de bueno y amable llena las páginas de la literatura humanista. Y con ello, el elogia también de la elegancia en la lengua, las maneras y los sentimientos. 

Pero ese Renacimiento produjo a su vez una cultura elitista que no pudo dejar de serlo. La calidad de la obra humanista era extraordinaria, pero la cantidad que la respaldaba o podía llegar a hacerlo resultó insuficiente. 

El primer humanismo había acumulado la cantidad suficiente  de confianza del hombre en sí mismo para hacer posible el cambio de paradigma social: de las sociedades monásticas, cuya confianza está depositada en la providencia divina, se pasa a la confianza en los logros de la inteligencia y la voluntad humanas, al interés y la admiración por ese producto inacabado que es el ser humano, en descripción de  Pico de la Mirandola.

Pero si contemplamos más de cerca el humanismo renacentista, dice Amelia Valcarcel,  nos sorprenderá por su profundo elitismo. Se basa mucho más en una estética que en una ética. Se es humanista porque la humanidad agrada, satisface, enorgullece; pero no toda: sólo la de aquellos que son nobles, vigorosos de alma, audaces, amantes de lo bello. Si además existe una humanidad doliente ésa no merece atención y sí, a veces, burla. Es su problema si no están a la altura. El gran Renacimiento es poco o nada compasivo. Los desheredados no cuentan. 

En el viejo humanismo hay un giro antropocéntrico por oposición al teocentrismo; cultura secular frente a mundo clerical, y quizás por eso mismo tiene un marcado elitismo. 

Esa cultura no fue capaz de percibir lo que el ambiente que se vivía en la Florencia de Savonarola claramente anunciaba: el lenguaje y la visión religiosa del mundo, que seguía siendo común y compartido en Europa y que también acabaría por llenar las mentes y las páginas de la inmediata historia europea. 

Resultado de imagen de reforma protestanteLos textos y las palabras tenidas en común serían los evangelios que un monje agustino (Lutero), aterrado por el neopaganismo italiano, traduciría al alemán para que fuera accesible a los que no sabía leer griego ni latín. La gran cultura humanista tuvo que someterse y ceder ante la Reforma. El humanismo clasicista cayó ante la vigorosa reforma del cristianismo y los terremotos políticos que provocó. Pervivió su estética, pero naufragó su aliento ético señorial. No estaba hecho para las gentes del común. El humanismo que pervivió en las artes y las bellas letras se tornó pesimista sobre la naturaleza humana.

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Así, la Reforma no se opone directamente a la escolástica, a lo que se opone de un modo inmediato es la cultura del Renacimiento, que percibe como un revivir del antiguo paganismo, fuera del alcance de la gran masa de ciudadanos (burgueses) de las nuevas ciudades que han ido creciendo y generando nuevos personajes desde el final de la Edad Media.
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Para un recorrido por el humanismo desde el Renacimiento hasta la actualidad:

 A. Valcarcel

Vindicación del humanismo 

ISEGORÍA. Revista de Filosofía Moral y Política N.º 36, enero-junio, 2007, 7-61 ISSN: 1130-2097

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