1.- Las MUSAS, que dicen cosas verdaderas pero no siempre dicen la verdad.
2.- Que no hay textos sagrados ni sacerdotes dogmáticos. Los sacerdotes griegos sólo son expertos en ceremonias y liturgia pero no transmiten dogmas.
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Las nueve musas
Hijas de Zeus y Mnemosine.
Clío, de
la historia; Euterpe, de la música; Talia, de la
comedia: Melpómene, de la tragedia;
Terpsícore, de la danza; Erato, de la elegía;
Polimnia, de la lírica; Urania, de la astronomía y
Calíope, de la retórica y la poesía heroica.
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Olvido, memoria y verdad
Lethe significa olvido. Lethe es también el nombre de uno de los cinco ríos del Hades que fluyen desde la cueva de Hypnos. Beber de sus aguas provoca el olvido completo. Algunas leyendas griegas de tradición órfica hablan de que se hacía beber de este río a las almas antes de reencarnarlas, de forma que así no recordaban sus vidas pasadas.
Lethe es también una deidad femenina que en algunas leyendas griegas forma pareja con su opuesta Mnemósine, la diosa de la memoria y madre de las musas. Se enseñaba en círculos mistéricos que tras la muerte se daría a elegir de qué río beber y que los iniciados debían beber de Mnemósine y no de Lethe.
El olvido y las musas están pues en lados opuestos. La Aletheia (la verdad) en tanto que es literalmente negación del olvido, no olvidar, memoria; está relacionada con las musas. El olvido de las cosas confunde el relato verdadero dicho sobre esas cosas. Para decir verdad sobre la cosas se necesita el recuerdo, la memoria, el apoyo e inspiración de las musas.
Pero el recuerdo y la memoria, aunque necesarios, puede que no sean suficientes. La inspiración de las musas requiere de un esfuerzo del poeta inspirado para completar esa búsqueda de la verdad. Se requiere una inclinación hacia la verdad, una filia hacia el saber, una actitud filosófica.
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La religión en Grecia
Una ciudad no puede existir sin sus dioses y los dioses no pueden existir sin la ciudad, ya que sin comunidad sería imposible que recibieran culto. Es, por tanto, la griega una religión recíproca: “dar para recibir algo a cambio”. La comunidad rinde culto para recibir a cambio protección.
El templo se encuentra en un espacio sagrado, témenos, delimitado por un recinto que consta de un altar exterior, bomos, donde se realizan los sacrificios.
El templo, naos, es la casa del dios al que se llevan las ofrendas que para el culto y es un espacio separado de lo profano, donde la estatua cultual deja claro a quién pertenece el lugar. En el pórtico descansan los peregrinos y es el espacio donde se exponen los reglamentos del santuario grabados en piedra. Estas casas de los dioses se edifican en lugares importantes de la ciudad que denotaban la dominación del territorio; el centro de la ciudad, la acrópolis o el ágora, del mismo modo en que hay límites que delimitan la ciudad con el campo y una polis de otra vecina.
Cada casa griega poseía un hogar en el que ardía fuego constantemente, era el lugar de Hestia, como protectora de la casa, y de la familia y su reproducción.
El territorio está en general poblado de dioses que no tenían por qué tener santuario y cuya
presencia se señala por un mojón, un montón de piedras o un poste de madera.
Todo el mundo los conocía y formaban parte del paisaje. Se les rendía culto en las
propias encrucijadas, en los bosques, ríos y fuentes, es decir, cualquier lugar
marcado por lo divino.
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La religión en Grecia
Una ciudad no puede existir sin sus dioses y los dioses no pueden existir sin la ciudad, ya que sin comunidad sería imposible que recibieran culto. Es, por tanto, la griega una religión recíproca: “dar para recibir algo a cambio”. La comunidad rinde culto para recibir a cambio protección.
El templo se encuentra en un espacio sagrado, témenos, delimitado por un recinto que consta de un altar exterior, bomos, donde se realizan los sacrificios.
El templo, naos, es la casa del dios al que se llevan las ofrendas que para el culto y es un espacio separado de lo profano, donde la estatua cultual deja claro a quién pertenece el lugar. En el pórtico descansan los peregrinos y es el espacio donde se exponen los reglamentos del santuario grabados en piedra. Estas casas de los dioses se edifican en lugares importantes de la ciudad que denotaban la dominación del territorio; el centro de la ciudad, la acrópolis o el ágora, del mismo modo en que hay límites que delimitan la ciudad con el campo y una polis de otra vecina.
Cada casa griega poseía un hogar en el que ardía fuego constantemente, era el lugar de Hestia, como protectora de la casa, y de la familia y su reproducción.
Templo de Afrodita Urania. 500 a. de C. |
No existió sin embargo una casta sacerdotal entendida como grupo cerrado con una tradición,
educación, iniciación y jerarquía fijas, sino un encargado de los sacrificios que podía ser en principio cualquiera que tuviera deseo y medios para
poder hacerlo. Es decir, podía realizar sacrificios cualquier ciudadano especialista
del rito inmerso en los cargos políticos de la polis. No existía una doctrina sino una costumbre (nómos).
En realidad, todo estaba regulado con una precisa y minuciosa liturgia. Existían diferentes especialidades dentro de los cargos de altos sacerdotes, ligados a templos importantes. Estas especialidades no se estudiaban, sino que la manera de conseguirlas era la práctica. Se trataba de conocer el oficio, un oficio que estaba unido a veces a familias concretas.
El sacerdote es pues un especialista en la liturgia, en los rituales, pero no es el que genera ni trasmite los contenidos religiosos. Esa función está en los poetas. Son ellos los que dan forma a la teogonía, definiéndola, asignando a los dioses sus epítetos y sus funciones y describiendo su aspecto.
Las Musas son precisamente las garantes de la información que los poetas transmiten, y de los conocimientos privilegiados sobre los dioses que no son accesibles al resto de individuos.
La religión griega por tanto era pública y comunitaria, antes que privada e individual, y aún más, no existía división entre los sagrado y lo profano. Servía para mantener el orden y dar sentido a la realidad, a los asuntos del día a día, y se transmitía de boca en boca, no existía un libro sagrado revelado como en la religión cristiana y ello llevaba implícito la ausencia de credo y herejías
En realidad, todo estaba regulado con una precisa y minuciosa liturgia. Existían diferentes especialidades dentro de los cargos de altos sacerdotes, ligados a templos importantes. Estas especialidades no se estudiaban, sino que la manera de conseguirlas era la práctica. Se trataba de conocer el oficio, un oficio que estaba unido a veces a familias concretas.
El sacerdote es pues un especialista en la liturgia, en los rituales, pero no es el que genera ni trasmite los contenidos religiosos. Esa función está en los poetas. Son ellos los que dan forma a la teogonía, definiéndola, asignando a los dioses sus epítetos y sus funciones y describiendo su aspecto.
Las Musas son precisamente las garantes de la información que los poetas transmiten, y de los conocimientos privilegiados sobre los dioses que no son accesibles al resto de individuos.
La religión griega por tanto era pública y comunitaria, antes que privada e individual, y aún más, no existía división entre los sagrado y lo profano. Servía para mantener el orden y dar sentido a la realidad, a los asuntos del día a día, y se transmitía de boca en boca, no existía un libro sagrado revelado como en la religión cristiana y ello llevaba implícito la ausencia de credo y herejías
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La religión de la Antigua Grecia. Dioses y rituales
JUDIT GARZÓN RODRÍGUEZ
Revista de Clases de historia. Publicación digital de Historia y Ciencias Sociales
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JUDIT GARZÓN RODRÍGUEZ
Revista de Clases de historia. Publicación digital de Historia y Ciencias Sociales
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