viernes, 21 de noviembre de 2014

CIENCIA AUTENTICA Y CIENCIA VULGARIZADA . NINGUNA SIMPLIFICACIÓN ES NEUTRAL

Ciencia verdadera y ciencia distorsionada por la vulgarización

En principio podría pensarse que es fácil trazar una  línea que defina la frontera entre lo que es ciencia genuina y lo que es una vulgarización científica.

Es fácil ponerse de acuerdo en que hay diferencias entre un artículo sometido a revisión por expertos (peer review), editado  en una revista especializada, y un artículo sobre el mismo tema escrito por no expertos en un periódico generalista.

Ahora bien, Hilgartner en un artículo de 1990, al hilo de las reflexiones que procedían de la sociología de la ciencia, ya denunciaba los intentos de deslindar con precisión la ciencia verdadera de la ciencia distorsionada por la vulgarización.

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The Dominant View of Popularization: Conceptual Problems, Political Uses 

Stephen Hilgartner 

Social Studies of Science, Vol. 20, No. 3. (Aug., 1990), pp. 519-539.

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Criterios

Decía entonces Hilgartner que se podían fijar tres criterios para hacer esta distinción: (1) por el contexto en el que se presenta el conocimiento, (2) por el contenido, (3) distinguiendo la producción original de los desarrollos posteriores.

Ninguno de estos tres criterios es una buena estrategia.

En el caso de querer distinguir en función del contexto, se podría postular que sólo es científico aquello que es presentado por científicos para científicos en un foro científico, pero con esto sólo conseguimos multiplicar el problema. Hemos de fijar qué científicos pueden hablar con propiedad sobre qué, qué audiencia está cualificada y cuál es el foro  apropiado.

Distinguir en función del contenido no aclara tampoco las cosas. Podría pensarse que el tipo de enunciados que se hacen y el vocabulario técnico utilizado es una forma de delimitar la ciencia autentica de la que no lo es. Pero en la práctica, con este criterio no encontramos también con cuestiones de grado y no fronteras bien definidas.

El tercer criterio no es mucho mejor. si decimos que la ciencia autentica es la original, es decir, la que presenta el científico que la origina, nos encontramos con que la producción científica, para que sea admitida por la comunidad científica, tiene  que pasar por una serie de filtros que la van transformando. Fijar el punto exacto en el que se origina es por lo tanto problemático.

Todo esto no significa que no se pueda distinguir en absoluto la ciencia de otros discursos, lo que quiere decir es que la diferencia es una cuestión de grado.


Más que trazar una frontera, lo que cabe preguntarse es si la simplificación conduce siempre a la distorsión,  o si puede hacerse una divulgación científica adecuada.


Lo que dice sobre esto Hilgartner es que toda simplificación es una transformación, pero ¿es una transformación significativa?


La respuesta a esta pregunta no puede ser univoca. Depende de las circunstancias, depende de para qué ha de servir la simplificación. 

Llegados a este punto, lo que Hilgartner destaca es que ninguna simplificación es neutral y que puede ser instrumentalizada por aquellos que la controlan, esto es, por aquellos que acreditan que  es adecuada o no. 


La parte más provocadora del artículo viene aquí, cuando dice que los artífices principales de estas simplificaciones no neutrales, y por tanto interesadas, son los propios científicos, tanto cuando las dirigen hacia otros científicos, hacia los políticos o al público y  que los que tienen la capacidad de etiquetar algo como verdaderamente científico, o por el contrario, como una distorsión, tienen en sus manos un instrumento poderoso.


La capacidad de poner estas etiquetas es algo equivalente, dice Hilgartner, a la de acuñar moneda. La moneda es verdadera si tiene el cuño adecuado. Ahora bien, hay una diferencia importante en esta analogía, no existe en la comunidad científica algo equivalente al banco central, ni tampoco está institucionalizada la detección de distorsiones. Por lo tanto. la capacidad de los científicos para controlar cómo se presenta la ciencia a las grandes audiencias es sólo parcial.

Dado el interés que tiene controlar el acuñamiento de ciencia verdadera, se tiene, como consecuencia de lo anterior, que se trate de generar instituciones que sean precisamente el equivalente para la ciencia de los bancos centrales. Instituciones como la OMS o el IPCC, trata de ocupar ese espacio en sus respectivos campos. 

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