Damascio, que nació en el año 460 d. C., representa el ultimo eslabón
de una «Cadena de oro» que vincula a los últimos neoplatonicos con el propio Platón. No geográfica ni institucionalmente, sino como herederos espirituales de una tradición que
preserva una verdad supuestamente revelada por los dioses.
El tramo final de esa cadena tiene como eslabón grueso a Plotino.
La corriente neoplatonica que parte de las ensefianzas de Plotino no logra instalarse completamente en Atenas hasta Plutarco, que introduce el neoplatonismo en la ciudad a finales del s. IV y comienzos del s. V. Antes de llegar hasta allí, recorre Roma, Siria y Asia Menor.
La corriente neoplatonica que parte de las ensefianzas de Plotino no logra instalarse completamente en Atenas hasta Plutarco, que introduce el neoplatonismo en la ciudad a finales del s. IV y comienzos del s. V. Antes de llegar hasta allí, recorre Roma, Siria y Asia Menor.
Con
la llegada a Atenas, los filósofos neoplatónicos de fines de Ia Antigüedad pretenden regresar
al sentido autentico del platonismo, instalándose en su Iugar de origen. La escuela neoplatónica no está ni el mismo edificio, ni es institucionalmente la academia antigua de Platón, pero se siente herdeera de ella.
Pero en realidad, es demasiado tarde para eso. La cadena de oro se rompe cuando Justiniano decreta que los paganos no pueden ejercer la enseñanza (en el año 529). A partir de ese momento ya no puede de hablarse de una cadena sino de delgados hilos por los que discurre un caudal pequeño de saberes antiguos.
Alejandría
En un primer momento, parece que en Alejandría se podría dejar sin efecto práctico las consecuencias del decreto. La Escuela de Alejandría tiene dos bazas. Por un lado, Juan Filópono se sitúa próximo a la ortodoxia cristiana, Por otro lado, la ciudad es conocida por la afición de sus habitantes a organizar motines, con la ventaja añadida de que en Constantinopla necesitan su trigo.
Lo cierto es que todo esto funciona y la escuela sigue funcionando, pero este será a no muy tardar un hilo roto.
Lo cierto es que todo esto funciona y la escuela sigue funcionando, pero este será a no muy tardar un hilo roto.
Atenas
Aunque los máximos representantes paganos de la escuela abandonaron Atenas, agunos de ellos parece que regresaron y la escuela siguió funcionado, en fase de cristianización y extinción, quedando un pequeño rescoldo de saber antiguo que logró llegar hasta occidente
Aunque los máximos representantes paganos de la escuela abandonaron Atenas, agunos de ellos parece que regresaron y la escuela siguió funcionado, en fase de cristianización y extinción, quedando un pequeño rescoldo de saber antiguo que logró llegar hasta occidente
Siria y el viaje neoplatónico
Los siete sabios griegos, «la flor mas noble» de los filosofos, no se
ven atraídos por la fama de Cosroes, sino por las costumbres de los persas. Desde la Ciropedia
de Jenofonte hasta Damascio se aprecia una tradición de «simpatía» de los griegos
hacia los persas.
La decisión de exiliarse a Persia tiene un fundamento. La escuela nestoriana
de Nísibis, en otro tiempo radicada en Edesa (Siria), se había instaladp en Persia, y había obtenido de los
reyes persas una libertad de pensamiento que contrasta con la intolerancia bizantina.
En la escuela
de Nísibis se estudia la cultura griega y el siriaco. Durante un corto período de tiempo,
Persia reune unas condiciones favorables para atraer a los filosofos, basadas fundamentalmente
en la tolerancia religiosa y la posibilidad de transmitir la filosofía griega.
En contraste con el Imperio cristiano, con el exilio renace el ideal platónico de una república justa.
Sin embargo, lo mismo que Platón en Sicilia, los siete filósofos neoplatónicos se toparon en Persia con una realidad decepcionante. Descubrieron que la manera de vivir persa les obligaba a abandonar pronto el ideal del filósofo-rey: corrupción, orgullo, abundancia de ladrones y malhechores, injusticias, abuso de los poderosos sobre los débiles.
Por todo ello, «los fil6sofos vivfan una situación insoportable y se reprochaban a ellos mismos el exilio», tal como lo cuenta Agatías en las Historias.
Aunque Cosroes deseaba que permanecieran, Damascio y sus seguidores regresaron al interior de las fronteras del Imperio Bizantino. En 532 se firmó un tratado de paz entre el rey persa y Justiniano, donde se incluía una clausula que garantizaba la libertad de conciencia de los filósofos paganos.
En contraste con el Imperio cristiano, con el exilio renace el ideal platónico de una república justa.
Sin embargo, lo mismo que Platón en Sicilia, los siete filósofos neoplatónicos se toparon en Persia con una realidad decepcionante. Descubrieron que la manera de vivir persa les obligaba a abandonar pronto el ideal del filósofo-rey: corrupción, orgullo, abundancia de ladrones y malhechores, injusticias, abuso de los poderosos sobre los débiles.
Por todo ello, «los fil6sofos vivfan una situación insoportable y se reprochaban a ellos mismos el exilio», tal como lo cuenta Agatías en las Historias.
Aunque Cosroes deseaba que permanecieran, Damascio y sus seguidores regresaron al interior de las fronteras del Imperio Bizantino. En 532 se firmó un tratado de paz entre el rey persa y Justiniano, donde se incluía una clausula que garantizaba la libertad de conciencia de los filósofos paganos.
¿Qué sucede después del regreso a! territorio bizantino?;
¿A dónde se dirigieron Damascio
y sus acompañantes tras sufrir una enorme decepción de su exilio en Persia?
Las investigaciones de M. Tardieu apuntan a que Simplicio acabó en Harrán, una ciudad situada en el Imperio Bizantino, pero en las proximidades de
Persia, un cruce de caminos entre el mundo helenístico, árabe y siriaco.
La tesis de Tardieu, que dan por buena los manuales de filosofía, se basa en el análisis de Ia crítica que Simplicio, uno de los siete sabios que acompañaba a Damascio, dirige a la doctrina cosmológica maniquea en el Comentario al Manual de Epicteto: para elaborar su refutación, Simplicio contacta directamente
con un interlocutor maniqueo que solo podfa hallarse en Harrán. Casi con toda probabilidad, los cinco comentarios de Simplicio que han llegado basta nosotros fueron redactados en Harran, con posterioridad al año 532, fecha del acuerdo de paz firmado entre Cosroes y Justiniano.
Pero Tardieu aporta otra prueba aun mas decisiva:
En los comentarios a Aristoteles. Simplicio
alude a una embarcacion, semejante a una balsa, que flota sobre odres hinchados y afirma que «ha experimentado» este tipo de embarcación en su descenso del rio
Aboras (Habur), afluente del Eufrates. Simplicio, después de instalarse en Harran, desciende el rfo Aboras, cuando
regresaba de una peregrinación a las fuentes sagradas del río.
EI rio Aboras discurre a unos 40 kilómetross. a! este de Harran. La peregrinación de Simplicio a sus fuentes sagradas entronca con la tradición viajera neoplatónica desde Plotino. Un pasaje de Ia Vida de Isidoro recoge Ia significación del viaje en el neoplatonismo, que contrasta con las costumbres ya entonces turísticas de sus contemporáneos: «[Damascio] se mostraba apasionado por los viajes a! extranjero: pero no por el viaje inútill y cómodo cuyo fines quedarse boquiabierto ante los edificios humanos, el tarnaño y Ia belleza de las ciudades; a! contrario, si habfa ofdo decir que existfa, en alguna parte, algo asombroso o sagrado, secreto o célebre, quería ser el testigo directo del prodigio»
¿Y los demás? ¿Se sabe algo de ellos?
Todavía hay alguna pequeña pista más sobre los exiliados.
EI rio Aboras discurre a unos 40 kilómetross. a! este de Harran. La peregrinación de Simplicio a sus fuentes sagradas entronca con la tradición viajera neoplatónica desde Plotino. Un pasaje de Ia Vida de Isidoro recoge Ia significación del viaje en el neoplatonismo, que contrasta con las costumbres ya entonces turísticas de sus contemporáneos: «[Damascio] se mostraba apasionado por los viajes a! extranjero: pero no por el viaje inútill y cómodo cuyo fines quedarse boquiabierto ante los edificios humanos, el tarnaño y Ia belleza de las ciudades; a! contrario, si habfa ofdo decir que existfa, en alguna parte, algo asombroso o sagrado, secreto o célebre, quería ser el testigo directo del prodigio»
¿Y los demás? ¿Se sabe algo de ellos?
Todavía hay alguna pequeña pista más sobre los exiliados.
A Damascio le encontramos quizás en Emesa, ciudad próxima a Damasco, su Iugar de nacimiento. Allí se descubrió a principios del s. XX un epitafio, inscrito en una losa basaltica,
que contiene el mismo epigrama de la Anthologia Palatina. La concordancia de la tradición
manuscrita con este testimonio epigráfico pone de manifiesto la presencia en Siria de
Damascio después del exilio persa, concretamente en tomo al afio 538, cuando el diadoco contaba entre 75 y 80 años.
En este artículo publicado en la Revista Española de Filosofía Medieval en 2003, J. M. Zamora concluye::
Dos caminos se imponían entonces a los profesores neoplatónicos: la
conversión por el bautismo, y la consecuente renuncia al paganismo, o el exilio, llevándose con
ellos las practicas religiosas al país de acogida. Este segundo camino fue el que emprendieron
los profesores de la escuela neoplatónica de Atenas, Damascio, Simplicio y sus seguidores
más inmediatos de la siguiente generación constituyen los últimos representantes de los filósofos paganos, una especie en grave peligro de extinción a partir de la época de Justiniano.
Tres siglos después de Ia Ilegada de los neoplatónicos, en torno a 901, Titbit b. Qurra, procedente de Harran, funda en Bagdad una escuela que pronto se convierte en un importante centro de recepción y difusión de Ia ciencia y de Ia filosofía griegas entre los árabes.
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