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JERÓNIMO SAVONAROLA PROVOCÓ EN SU TIEMPO Y SIGUE PROVOCANDO HOY GRANDES ODIOS Y GRANDES ENTUSIASMOS
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------Su afán moralizador hizo que llevase a la hoguera algunos objetos de arte y libros antiguos; dicho afán le llevó también a ejercer una vigilancia molesta en la vida de sus conciudadanos, organizando escuadras de jóvenes, que en su celo puritano llagaron a veces incluso a denunciar a sus propios padres. Dichas escuadras organizaban además frecuentes peleas con los “arrabbiati” por las calles de la ciudad.
Si estas acciones crearon a su alrededor no pocos descontentos, la cosa llegó su colmo cuando indispuso también contra sí al ciertamente poco edificante Papa Alejandro VI, el cual apoyaba a los Medici, también ahora que estaban en el exilio, no por gustos personales, sino porque veía en ellos un freno al posible poderío francés en la zona. A dicho Pontífice fray Jerónimo acusó de simoniaco, diciendo en voz alta que había comprado con dinero la Silla de San Pedro, además de chocar con él por la administración de varias casas dominicanas. El Papa aprovechó unas profecías tremendistas que había hecho Savonarola para invitarle a Roma a explicar dicho sensacionalismo, pero el Dominico, aún reconociendo que como religioso debía de obedecer al Santo Padre, se negó a ir alegando enfermedad, que en realidad encubría el miedo que tenía a la acción de sus enemigos políticos si abandonaba la ciudad.
El 8 de septiembre de 1495 el Papa prohibió a Savonarola el predicar, a lo que el religioso respondió que si el Pontífice mandaba algo contra el bien había que desobedecerle, insistiendo en ello además en los sermones cuaresmales del año siguiente, en los que redobló sus críticas al Obispo de Roma y además se cebó en los vicios de la corte romana. Las noticias no tardaron en llegar a Alejandro, el cual respondió en 1497 con la excomunión, ante la cual Savonarola se burló públicamente y siguió celebrando Misa y subiendo al púlpito para declarar nula la excomunión.
Después de esto se entra en un suceso para nosotros grotesco.
Los franciscanos en cierto modo lideraban la oposición contra Savonarola en la ciudad, entre otros motivos porque la popularidad del Dominico y la iglesia de San Marco habían hecho caer en el olvido la de Santa Croce, llevada por ellos. El miembro de esta Orden, Francisco de Puglia retó en marzo de 1498 a Savonarola a pasar en el mes de abril la prueba de fuego junto con él, para ver quién tenía razón y quién estaba equivocado.
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La prueba de fuego en la Edad Media era un tipo de ordalía o juicio de Dios en el que una persona acusada debía someterse a una prueba relacionada con el fuego, como tocar hierro candente o caminar sobre brasas, creyendo que la ayuda divina evitaría quemaduras graves en caso de inocencia.
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El día fijado, con todo preparado y la multitud expectante, la cosa se complicó, en primer lugar porque el fraile Dominico quería entrar en las llamas llevando el Santísimo Sacramento, lo que provocó una gran discusión, y finalmente no se accedió a su petición, pero mientras tanto sobrevino una tormenta que hizo alejar a la gente de la plaza y que todo quedase en agua de borrajas. Al día siguiente, Savonarola subió al púlpito como siempre a predicar a pesar de que se le había prohibido hasta que se realizase la prueba de fuego.
Con todo, al día siguiente él y dos colaboradores suyos, fray Domingo y fray Silvestre, fueron arrestados. En un juicio organizado por dos legados papales, fueron condenados a muerte y ejecutados en la plaza de la Señoría. Los tres fueron colgados con cadenas de una sola cruz. Un fuego enorme fue encendido bajo sus cuerpos. y sus cenizas arrojadas al río Arno. Contaban testigos presenciales que fray Jerónimo tardó varias horas en quemarse.
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Después de la ejecución de
Girolamo Savonarola en 1498, Florencia experimentó una breve república, seguida de la restauración del poder de los
Médici en 1514, lo que transformó la república en un régimen aristocrático que culminó con la creación del Gran Ducado de Toscana. La influencia de la familia Médici continuó marcando la vida política y cultural de la ciudad, integrando estrategias de alianzas con otras familias y casas reales europeas.
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No es pues el exceso de rigorismo moral el que hace caer a Savonarola. Parece que los florentinos están dispuestos, e incluso parecen resueltos, a apoyar un rigorismo que afecta sobre todo a los grandes. Son estos los que ven amenazado su poder y se revuelven contra el fraile. No dejemos en cualquier caso que esta simplificación nos distraiga de ver los distintos niveles en la lucha de poder: el papa, el rey de Francia, los Medici. los franciscanos y dominicos, los ciudadanos enfrentados en distintos partidos y con los Medici.
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