miércoles, 19 de agosto de 2015

QUÉ ES LA TECNOCIENCIA. EL CONOCIMIENTO NO ES EL FIN SINO EL MEDIO.

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¿A qué llamamos tecnociencia?


Cabe distinguir dos modalidades de tecnociencia: la macrociencia (Big Science), basada en grandes programas de investigación financiados por instituciones gubernamentales y diseñados en función de objetivos políticos, estratégicos, militares y sociales; y la tecnociencia propiamente dicha, en la que la inversión privada, la participación empresarial, las expectativas de beneficio y las innovaciones en el mercado resultan determinantes para el desarrollo de los programas de investigación

La macrociencia surgió  en la época de la Segunda Guerra Mundial y se consolidó durante la guerra fría. La tecnociencia emergió en el último cuarto del siglo XX y está en plena expansión. Desde el punto de vista de la financiación, la tecnociencia se caracteriza por la fuerte presencia de la inversión privada. Las tecnologías de la información y la comunicación, así como las biotecnologías, son dos ejemplos relevantes de tecnociencia.

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El proyecto Manhattan es el ejemplo más claro de gran ciencia durante la Segunda Guerra Mundial:
HISTORIA ATÓMICA LOS PIONEROS CIENTÍFICOS EL MEGA PROYECTO ATÓMICO LOS PROTAGONISTAS Y SUS DECISIONES  ( en imágenes comentadas)


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Puede leerse una caracterización detallada de la tecnociencia en :

LA TEORÍA DEL ACTOR-RED Y LA TESIS DE LA TECNOCIENCIA 

Javier Echeverría Fundación Ikerbasque-Universidad del País Vasco Instituto de Filosofía y Red CTI/CSIC Marta I. González

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¿Hacia una filosofía de la tecnociencia?

Desde la segunda Guerra Mundial, la ciencia ha sufrido una auténtica mutación, hibridándose con la ingeniería y la tecnología y generando los sistemas de I+D (investigación científica y desarrollo tecnológico). 

La emergencia de la big science produce en los años cuarenta, coincidiendo con la guerra, pero terminada ésta,  suscita un movimiento de crítica a la ciencia militarizada. 

Paralelamente, desde los años treinta existía una crítica a lo que se denominó entonces la concepción heredada, neopositivista, de la ciencia. 


El resultado fue  una reacción que cristalizó a finales de los sesenta en los estudios transdisciplinares CTS (Ciencia, Tecnología y Sociedad), liderados por filósofos norteamericanos como Carl Mitcham y Paul Durbin.

Ahora, lo que nadie niega es el hecho de que la ciencia ha cambiado, vinculándose estrechamente a la tecnología, y en particular a las  tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC).



La innovación como finalidad


La innovación es el objetivo último de las actividades tecnocientíficas, y por ello se habla de sistemas de I+D+i ( en los que se ha añadido la "i" de innovación).

La tecnociencia y la ciencia tal como era entendida tradicionalmente, se distinguen por varias características, pero una de las más significativas depende de esta ‘i’ minúscula que comenzó a usarse a partir de los años 80, momento en el que la tecnociencia se consolidó definitivamente en los EEUU. La innovación es la finalidad de las actividades tecnocientíficas.  El conocimiento, que es la finalidad de a ciencia, no es más que un medio para generar desarrollos tecnológicos e innovaciones, no es el fin último de la tecnociencia.

Las innovaciones interesan ante todo a las empresas, porque incrementan la productividad y la competitividad, como subrayó Schumpeter, pero también a las instituciones militares (nuevas armas) y a algunos agentes sociales y políticos. Teniendo como objetivo último la innovación, la tecnociencia no sólo es asunto de los científicos, aunque participen en ella, y activamente. Los marcos de acción, las líneas prioritarias, la financiación, las regulaciones y los criterios de valoración de los resultados (licencias, patentes, relaciones coste/ beneficio, etc.) no los crean las comunidades científicas ni las universidades, sino otro tipo de agentes guiados por valores económicos, políticos, militares o sociales.

Desde esta perspectiva, hoy en día no es posible hacer filosofía de la ciencia sin hacer, a la vez, filosofía de la tecnología.
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¿Cómo tratar ese híbrido?


Bruno Latour es el que introdujo el término tecnociencia, lo que le da cierta primacía a la teoria del actor-red (TAR), de la que es mentor, para poner los mimbres de una filosofía de la tecnociencia, pero parece que la TAR no consigue pasar de lo descriptivo a lo explicativo. 

Por otra parte, Los estudios CTS Se interesan  por cuestiones relacionadas con la política científica, la cultura científica, la comunicación de la ciencia y las políticas de equidad de género. Dentro del movimiento CTS hay muchas posturas diferenciadas, unas más a favor del constructivismo social y más postmodernas, otras menos. 


En todo caso, la filosofía de la ciencia no sólo ha tendido a vincularse con la filosofía de la tecnología, sino también con los estudios interdisciplinares de ciencia y tecnología, lo que ha llevado a muchos filósofos a interactuar con sociólogos, economistas , politólogos,....

Por lo tanto parece que la filosofía de la tecnociencia es todavía una obra en construcción.

La teoría del actor-red y la tecnociencia


La teoría del actor-red (actor-network theory o ANT) se originó en los años setenta y ochenta como un desarrollo dentro de los estudios sociales sobre ciencia y tecnología del momento. 

La sociología del conocimiento científico de Edimburgo y de Bath, la antropología de laboratorio y los nuevos enfoques en historia de la ciencia y la tecnología son el contexto en el que aparecieron en París los primeros casos de estudio con la metodología del actor-red. 

Bruno Latour (1988) y Michel Callon (1986) analizaron ejemplos tan variados como Pasteur y las vieiras de la bahía de St. Brieuc para ofrecer las características de lo que John Law retrospectivamente en 2007 denominó la versión ortodoxa de la ANT que se desarrolló fundamentalmente durante los años noventa.


La idea basica de la metodología consiste en  buscar la explicación del contenido de la ciencia en su “contexto social”. Así, una ideología política determinada, cierto interés económico o algún arraigado prejuicio son el tipo de factores que se rastrean para explicar la génesis y legitimación de las teorías científicas. 

Pero ya en los ochenta, algunos autores  argumentaron que el “contexto social” no tiene una fuerza explicativa suficiente; porque, al contrario de lo que se defendía y practicaba en Edimburgo o en Bath, lo natural y lo social se “coproducen” mutuamente.el estudio de los sistemas sociotécnicos desarrollado por Thomas Hughes (1983), en el que elementos organizativos, políticos, científicos y tecnológicos se combinan para conformar un sistema tecnológico y la etnometodología de Alfred Shutz,son propuestas de este tipo.

A pesar de las críticas, se ha recogido una propuesta básica de la teoría, la de considerar a la tecnología y la ciencia como estrechamente vinculadas. Se habla entonces de tecnociencia. Existe bastante consenso en que desde los años ochenta el desarrollo de la ciencia y el de la tecnología van inseparablemente unidos.

El acento en lo tecnológico lo pone la teoría del actor-red al considerar que los actores no son sólo humanos, sino también no-humanos, como un chip, una batería e incluso el badén de una carretera, en cuanto que influyen sobre el comportamiento de otros actores. Los artefactos tecnológicos se convierten en partes muy importantes de la descripción del desarrollo de una teoría científica. 

La teoría del actor-red queda por ello de algún modo legitimada para hablar de tecnociencia.
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De la filosofía de la ciencia a la filosofía de la tecnociencia

 From the philosophy of science to philosophy of technoscience

JAVIER ECHEVERRÍA


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SOBRE LA TEORIA DEL ACTOR-RED:



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