Grecia. Siglo VIII a. de C.
Salir de la Edad Oscura no resultó una tarea sencilla. Grecia estaba encorsetada por una economía agrícola local, pero las cosas con el tiempo empezaron a moverse. El modo en que lo hacen no es el mismo en todas partes. Atenas y Esparta representarán dos polos extremos para resolver conflictos existentes y buscar soluciones.
Tirteo y Solón
Tirteo y Solón simbolizan el destino de dos pueblos
griegos en la etapa más crítica de su historia. Fueron
guías espirituales, responsables en gran parte e intérpretes
del sentir de Esparta y Atenas respectivamente. Los pueblos,
como los individuos, se ven también abocados a la
terrible necesidad de elegir. Pero los pueblos suelen contar
a la hora de las grandes decisiones con personalidades
poderosas, iluminadas o nefastas, que les marcan el camino
de salvación o de servidumbre. En tanto que maestros y guías son productores de discursos, pero también son ellos mismos producto.
Esparta al cometer el atropello de esclavizar a sus hermanos mesenios (esta es la solución de Esparta para salir del anquilosamiento de la Edad Oscura),
se vio obligada a mantenerse en guardia permanente por
temor a la venganza de los sojuzgados. La guerra,
el espíritu guerrero, se convirtió desde entonces en el único
alimento de aquellas almas que desde la niñez hasta la
ancianidad eran educadas en función de la violencia.
Es en ese contexto en el que Tirteo llega a ser el maestro y el
guía espiritual de Esparta. En el momento bélico sólo se
valora y puede valorarse el arrojo, el desprecio a la vida,
el sacrificio por la Patria. La mención de los demás valores
humanos no tiene cabida. Lo que entonces importa es
estimular, tanto como el valor, el odio contra el enemigo
al que se ha de aniquilar.
Pero la historia no es nunca simple, ni se pueden hace juicios apresurados. Esparta es el menos griego de todos los pueblos griegos, en el sentido que consagrada exclusivamente a la guerra abandona toda otra cultura del espíritu, hasta el punto de
que en vano buscaremos un nombre espartano entre los
filósofos, literatos, escritores o artistas griegos. A pesar ello, o quizás gracias a ello, fue el pueblo espartano el que
salvó la cultura helénica en las tremendas
jornadas de la invasión persa.
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Isidoro Muñoz Valle
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