La filosofía en Grecia no sale de la nada. Tiene una de sus bases en lo que podríamos llamar sabiduría sapiencial micénica; o dicho de un modo más concreto: teología racional délfica. Un saber sobre lo divino, con un componente racional que lo distingue de las otras teologías, en tanto que aporta algo más que relatos mitológicos, que quedan, en comparación, como teogonías.
Desde el punto de vista ritual, esta sabiduría está insertada en el culto de Apolo y Dionisos; y, por lo tanto, en la religión olímpica. Pero lo que nos interesa aquí es que la religión oracular, vinculada al oráculo de Delfos, contiene una mántica racional, adivinación. Esto es, un medio de conocer el destino que nos aguarda y actuar en consecuencia.
Precisamente, esto último era la función que griegos y romanos de la Antigüedad daban a sus oráculos, pitonisas, augures y arúspices; recurriendo a ellos con la esperanza de poder solventar problemas de índole espiritual: la purificación de algún crimen; o de índole político y estratégico.
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El oráculo de Delfos en la historia de Atenas según Plutarco de Queronea
RICARDO MARTÍNEZ LACY
Universidad Nacional Autónoma de México
"En la antigüedad, los griegos creían que los dioses se comunicaban con ellos
mediante oráculos. Como sucede a todos los humanos, a veces dormían y otras
veces estaban despiertos y los dioses podían enviarles sueños, que
supuestamente tenían una existencia objetiva y eran vistos por los soñantes; alternativamente, los dioses podían comunicarse con los hombres en la vigilia,
ya fuera directamente o por medio de profetas o sacerdotisas que a veces
entraban en éxtasis.".
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Lo cierto es que los oráculos son siempre tremendamente crípticos, y, por ello, necesitan interpretación. Es precisamente esta interpretación la que conlleva un componente racional. Se trata de tratar de comprender el mensaje dado por el dios, pero buscando un sentido del que pueda darse cuenta argumentalmente.
Tenemos aquí sin duda un punto de diferencia importante del caso griego con respecto de otros cultos y religiones. El mensaje de los dioses no viene ya interpretado por, digamos, profesionales. Aunque el sacerdote interviene realizando un primer filtrado sobre la que dice la pitia, es el propio interesado el que tiene que hacer un esfuerzo de búsqueda de sentido que sólo él puede interpretar bien en tanto que es él el que mejor conoce sus circunstancias. Esta búsqueda de sentido tiene que ver desde luego con la filosofía.
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En cualquier caso, la sabiduría del límite está relacionada tanto con lo oráculos como con las sentencias que aparecen en el recinto del templo.
En el pronaos del templo de Apolo en Delfos estaban recogidos los principales preceptos morales por los que se debían regir los griegos, bien en los muros, el dintel e incluso en algunas columnas de alrededor del templo.
Los 147 Preceptos Délficos o Máximas Pitias eran frases sencillas atribuidas a los Siete Sabios de la antigüedad: Tales de Mileto, Pítaco de Mitilene, Solón de Atenas, Bías de Priene, Cleóbulo de Lindos, Periandro de Corinto y Quilón de Esparta.
En el frontón del templo destacaban los tres preceptos de Delfos más importantes, fácilmente visibles para los visitantes que se acercaban:
- Debajo, a la izquierda, ΓΝΩΘΙ ΣΑΥΤΟΝ (Conócete a ti mismo).
- A la derecha, ΜΗΔΕΝ ΑΓΑΝ (Nada en exceso).
- Entre ellos, en la parte superior, el famoso ΕΝ ΔΕΛΦΟΙΣ Ε (o ΕΙ), sobre el que el sacerdote de Delfos Plutarco escribió todo un ensayo («Sobre la E de Delfos«) tratando de interpretar su significado.
La admiración de los antiguos griegos por estas máximas del Oráculo de Delfos era tan grande que el poeta lírico Píndaro (522 a. C.) considera a los Siete Sabios los hijos del Sol, la luz que ilumina y guía al hombre en su camino hacia la virtud. Estos preceptos fueron seguidos después por otras culturas y presentadas en ocasiones como principios religiosos.
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Los 147 Preceptos Délficos o Máximas Pitias
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Hermenéutica del límite
Hasta aquí tenemos la visión normalizada del asunto. Pero la hermenéutica filosófica contemporánea está yendo más allá. El límite que no debe ser traspasado, el exceso que no deber ser cometido, es el de tener la pretensión de conocer lo que sucede más allá del límite. Mientras que la sabiduría délfica aconseja profundizar en el conocerse a sí mismo, en el sentido de que el sabio debe ser consciente de sus limitaciones: la gente corriente debe quedarse incluso en una zona confortable alejada del límite; el sabio puede acercarse al límite pero sin traspasarlo. El limite separa y enlaza dos ámbitos; el de los primeros principios y el de lo legislado por esos principios. No queramos saber sobre el fundamento de los primeros principios. El límite enlaza lo divino y lo mortal. El humano debe conocer su condición de mortal, ser consciente de ella.
De acuerdo con este punto de vista, Heráclito y Parménides son los que están más próximos a la sabiduría del límite, vinculada a su vez con Delfos. En el caso de Heráclito, el logos enlaza los dos lados del límite. En el caso de Parménides, la ley de ser-pensar que establece su mismidad nos dice que el pensar es lo mismo de lo otro, siendo lo otro el ser que en tanto que principio pertenece al límite legislante.
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