Sobre este marco de conflictos sobreviene la peste negra. Al menos un treinta por cieno de la población de Europa occidental muere.
Cuando finalmente la peste remite, puede decirse que la Edad Media ha terminado: las cosas ya no volverán nunca a ser como antes: la teocracia ha caído. Todo lo anterior a la peste queda como las cosas de los antiguos. Lo nuevo que va apareciendo son las cosas de los modernos.
En filosofía entramos en la vía moderna, cuyo inaugurador más destacado es Guillermo de Ockam, que precisamente muere a consecuencia de la peste.
Pero no sólo hay consecuencias para la alta política o para el pensamiento. En general, hay grandes cambios sociológicos de actitud ante la vida: un polarización hacia extremos: carpe diem, disfrutemos del momento; o bien, penitencia, ascetismo y sacrificios para redimir las culpas.
Ahí tenemos pistas para atisbar los futuros posibles del presente que nos ha tocado vivir a nosotros.
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