En los momentos de crisis, nos preguntamos si estamos bien preparados para enfrentarnos con la situación.
Nos gusta pensar que el modo en que las abordamos es tecnológicamente muy superior a como se hizo en la pasado y miramos con desprecio las actitudes de entonces y confiamos más o menos en las de ahora.
Pero si se ven las cosas con más detenimiento, lo que vemos es que algunas cosas no son tan distintas en el fondo y las que son muy distintas no son necesariamente mejores.
Si nos fijamos en la peste negra del año 1348, la peor de las oleadas de esa epidemia, vemos que el diagnóstico de lo que estaba sucediendo y los medios para resolver el problema estaban en manos básicamente del clero, como expertos en interpretar la providencia divina y el origen del mal en el mundo; compartiendo quizás protagonismo con algún médico-teólogo-astrólogo laico.
Ahora lo que tenemos son expertos, muy expertos, demasiado expertos; por que su saber lo es de aspectos concretísimos de la ciencia o de la técnica. Tan concretos que ninguno de ellos tiene una visión mínima de conjunto. La mínima necesario para hacer un diagnóstico coherente del problema. Vivimos una visión de la ciencia positivista y fragmentaria, tanto que ha roto en pedazos es saber hasta el punto que éstos no casan, no se enlazan, no dan un todo unido.
Lo que tienen en común los dos tiempos, el de la Edad Media y el nuestro, es el dogmatismo de la ortodoxía de los expertos.
No es uno de los factores menos importantes de los que llevó al humanismo del Renacimiento, con su giro laico y la Reforma, la desconfianza en el clero que generó la peste.
También ahora la gestión de esta crisis pasará factura a quienes se les perciba como responsables de ella.
Afortunadamente hubo entonces y hay ahora, individuos que normalmente estando en primera línea, son capaces de seleccionar y priorizar los datos significativos del problema, pero no es menos cierto que quedan arrollados por el dogmatismo de corriente principal, gobernada por los expertos que han tomado el estatus de oficiales.
Finalmente, pero no menos importante, son las grandes diferencias. Lo que había entonces era un sentimiento religioso comunitario que llenaba todo el espacio social. Eso ha sido sustituido ahora por informaciones supuestamente objetivas que llegan a través de las redes sociales y de los medios de masas. No necesariamente éste de ahora es un comunitarismo mejor que el de entonces, posiblemente es menos capaz de proporcionar la cohesión social que se necesita en el suficiente nivel de energía colectiva.
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Evidentemente algunos expertos son conscientes de sus limitaciones y se viene hablando hace tiempo de lo interdisplinar, multidisciplinar e incluso de lo transdisciplinar.
Estimating the number of infections and the impact of nonpharmaceutical interventions on COVID-19 in 11 European countries
Este es un ejemplo bastante sobresaliente del trabajo de un equipo multidiscipliar en el que intervienen expertos de distintos campos:
Department of Infectious Disease Epidemiology, Imperial College London Department of Mathematics, Imperial College London WHO Collaborating Centre for Infectious Disease Modelling MRC Centre for Global Infectious Disease Analysis Abdul Latif Jameel Institute for Disease and Emergency Analytics, Imperial College London Department of Statistics, University of Oxford
A pesar de ello, del gran despliegue de fuerzas, y de contar con la coordinación que proporciona la cobertura institucional del Imperial College, que no es desde luego un tema menor, lo que se trata es, aun así, un aspecto parcial del problema: el efecto de las medidas no farmacéuticas. Por lo tanto, tiene que ponerse sobre la mesa de los que toman las decisiones políticas. Es ahí donde está el nudo del asunto: ¿ es capaz la clase política, dado el perfil con el que se accede, para dar respuesta a los desafíos que se les presentan?
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El espinoso asunto de la honestidad científica
Este es un ejemplo bastante sobresaliente del trabajo de un equipo multidiscipliar en el que intervienen expertos de distintos campos:
Department of Infectious Disease Epidemiology, Imperial College London Department of Mathematics, Imperial College London WHO Collaborating Centre for Infectious Disease Modelling MRC Centre for Global Infectious Disease Analysis Abdul Latif Jameel Institute for Disease and Emergency Analytics, Imperial College London Department of Statistics, University of Oxford
A pesar de ello, del gran despliegue de fuerzas, y de contar con la coordinación que proporciona la cobertura institucional del Imperial College, que no es desde luego un tema menor, lo que se trata es, aun así, un aspecto parcial del problema: el efecto de las medidas no farmacéuticas. Por lo tanto, tiene que ponerse sobre la mesa de los que toman las decisiones políticas. Es ahí donde está el nudo del asunto: ¿ es capaz la clase política, dado el perfil con el que se accede, para dar respuesta a los desafíos que se les presentan?
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El espinoso asunto de la honestidad científica
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