Durante el siglo XII se produjo un debate intelectual intenso entre Abelardo y Bernardo de Claraval.
Abelardo representa a la parte de la escolástica que va buscando una cierta autonomía de la argumentación racional con respecto de la verdades reveladas, para que la razón no quede en una mera posición subordinada.
Abelardo representa a la parte de la escolástica que va buscando una cierta autonomía de la argumentación racional con respecto de la verdades reveladas, para que la razón no quede en una mera posición subordinada.
A pesar de que Abelardo es un escolástico muy brillante, que incluso había derrotado a otro escolástico potente como Guillermo de Champeaux; el debate entre Abelardo y Bernardo de Claraval se resuelve a favor este último.
Bernardo representa la ortodoxía asentada en las órdenes monásticas, concretamente en el Cister, que cierra filas sobre la base de un renovado agustinismo, más puro, en el sentido de más austero. En su haber está una persuasiva oratoria que publicita con enorme éxito la cruzada. También está detrás de los estatutos de la orden del Temple, y tiene finalmente una enorme influencia sobre el papa Eugenio III, que pertenece a su círculo próximo.
-----------------------------------------------------------------------------------------
-----------------------------------------------------------------------------------------
Bernardo de Claraval (Bernard de Claivaux) (1091-1153)
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Abelardo no dispone todavía para resolver con éxito este debate de un aparato conceptual suficientemente potente, independiente de la revelación, para componer, por sí solo, un argumento coherente con el que enfrentarse a Bernardo.
Dispone, eso sí, de la base que suministra el platonismo, con los añadidos de la propia escolástica, y con una parte del corpus arístotélico, que si bien contiene parte del organon lógico, no contiene los logoi de la filosofía primera.
Dispone, eso sí, de la base que suministra el platonismo, con los añadidos de la propia escolástica, y con una parte del corpus arístotélico, que si bien contiene parte del organon lógico, no contiene los logoi de la filosofía primera.
Esto último, sin embargo, es lo que tendrá a su disposición Tomás de Aquino, en el siglo XIII, que no lo utilizará para dar mayor autonomía a la razón, como seguramente hubiera hecho Abelardo, sino que les permitirá a los dominicos componer un discurso teológico potente (la suma teológica) capaz de enfrentarse a las herejías.
La separación de argumentación racional y revelación tendrá que esperar al siglo siguiente, el siglo XIV. El foco principal no estará en la universidad de París sino en Oxford y será liderado por Guillermo de Ockam, aunque también en París esa tendencia está presente en Duns Scoto y en Marsilio de Padua, por motivos diferentes.
Ninguno de estos debates está desvinculado en cualquier caso de la contextos sociales.
Abelardo, en el siglo XII, necesita hacerle un espacio un poco más laico a la entonces todavía naciente Universidad de París (frente a las escuelas episcopales vinculadas a una catedral, o monásticas, controladas por el clero).
En el siglo siguiente al de Abelardo, el XIII, se necesitará un discurso potente para contrarrestar las heterodoxias religiosas. Es el siglo de san Buenaventura, por parte de los franciscanos; y de santo Tomás, por el lado de los dominicos. Ambos componen teologías consistentes, que tienen la capacidad de sostener el discurso teocrático hasta el final del siglo XIII.
La separación de argumentación racional y revelación tendrá que esperar al siglo siguiente, el siglo XIV. El foco principal no estará en la universidad de París sino en Oxford y será liderado por Guillermo de Ockam, aunque también en París esa tendencia está presente en Duns Scoto y en Marsilio de Padua, por motivos diferentes.
Ninguno de estos debates está desvinculado en cualquier caso de la contextos sociales.
Abelardo, en el siglo XII, necesita hacerle un espacio un poco más laico a la entonces todavía naciente Universidad de París (frente a las escuelas episcopales vinculadas a una catedral, o monásticas, controladas por el clero).
En el siglo siguiente al de Abelardo, el XIII, se necesitará un discurso potente para contrarrestar las heterodoxias religiosas. Es el siglo de san Buenaventura, por parte de los franciscanos; y de santo Tomás, por el lado de los dominicos. Ambos componen teologías consistentes, que tienen la capacidad de sostener el discurso teocrático hasta el final del siglo XIII.
No obstante, al final del siglo se observan signos de crisis en distintos ámbitos importantes: la capacidad de expansión del modo de producir de las órdenes monásticas, el conflicto entre Francia e Inglaterra y la tensión constante en el imperio y el papado.
todo ello estallará finalmente en el siglo XIV. El discurso teocrático cede ante la necesidad de un discurso que anule la subordinación del poder civil (del emperador) con respecto del poder del Papa, entremezclado con la idea de no disolver al individuo, algo que tiene que ver sin duda con la ascendente burguesía de la ciudades, pero que en el caso de Ockham tiene que ver con la diputa interna dentro de la orden franciscana entre los comunitarios ortodoxos y los espirituales heterodoxos, defensores estos últimos de una austeridad extrema. Que el Papa trate de bloquear la heterodoxia de los espirituales provoca la alianza de éstos con las posiciones del emperador, que no está desde luego interesado en la austeridad sino en la autonomía con respecto de la autoridad del papa.
El golpe de gracia lo dará la peste negra de 1348.
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
ENTRADAS RELACIONADAS:
EL PODER DE PERSUASIÓN EN EL SIGLO XII. BERNARDO DE CLARAVAL. PALABRA, ARQUITECTURA Y ESPADA
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
No hay comentarios:
Publicar un comentario