Los puertos griegos antiguos están menos estudiados que los puertos fenicios y romanos.
Cuando decimos puertos antiguos nos referimos al periodo comprendido entre los siglos VIII y V a.C., es decir, ya terminada la edad oscura, y entrando en el periodo arcaico, todavía preclásico.
Hablar de puertos en este periodo no es hablar de instalaciones portuarias con grandes infraestructuras artificiales sino de instalaciones naturales que buscan un lugar adecuado. Este lugar puede serlo por la proximidad de un promontorio, por ser una isla, por hallarse en una bahía protegida, el estuario de un río, estar en relación con una laguna litoral, o combinaciones de esa situaciones.
Utilizar un promontorio, un cabo, un saliente en la línea de costa, tiene sus atractivos y sus inconvenientes. Se genera ahí un puerto doble, con dos lados, que hay que utilizar alternativamente en función de donde venga el oleaje. Esto genera toda un conocimiento experto de donde colocarse en cada estado de mar y qué hacer cuando el mar cambia. Por otro lado, el promontorio es muy atractivo para ver y ser visto. Un templo o una señal marítima pueden tener en él un emplazamiento privilegiado.
las islas son también emplazamientos interesantes para colocar un puerto, especialmente en el canal que puede existir entre la isla y el continente. Evidentemente la protección que proporciona es parcial y depende también del la dirección del oleaje. Una combinación favorable se obtiene cuando se puede tener un puerto de apoyo en el continente.
Lo más parecido a un puerto, tal como lo entendemos en la actualidad, es, no obstante, una bahía protegida, que es singularmente interesante cuando la boca de entrada es estrecha y orientada en dirección opuesta a los vientos dominantes. Dentro del espejo de la bahía se puede echar el ancla, o bien tener un varadero.
Un emplazamiento muy interesante es el estuario de un río. En una desembocadura el agua del río puede modificar de modo favorable a la navegación la dinámica de las corrientes marinas. Puede haber no obstante dificultades en la protección que este entorno ofrece, pero tiene algunas ventajas deseables como la posibilidad de acceder río arriba. De todos modos la desembocadura de un río es un entorno muy cambiante y los sedimentos pueden acumularse de formas que compliquen las condiciones para navegar y varar.
Una laguna interior conectada con el mar ofrece una gran protección continuada en todas la estaciones. Las aguas en el interior son muy tranquilas. Ahora bien, la gestión de la laguna tiene que contar con la poca profundidad de sus aguas interiores, lo que obliga a que barcos con más calado tengan que echar el ancla en el exterior.
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ΛΙΜΕΝΕΣ GRIEGOS: ESTRATEGIAS PARA EL ESTUDIO DE LOS
PUERTOS. DESDE LOS PUERTOS NATURALES HACIA LAS GRANDES
OBRAS PORTUARIAS (siglo VIII a.C. – 479 a.C.)
C. M. Mauro.
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Resulta pues que una bahía adecuada o una laguna, dependiendo del tamaño de la embarcación, pueden ofrecer refugio todo el año, pero la adecuación de un promontorio, una isla o un río, depende de la dirección del oleaje. Esto lleva a estacionalizar la navegación, de tal manera que en primavera y verano el mar está abierto a la navegación: mare apertum.
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Los puertos son entornos naturales favorables, pero, aunque ausentes las grandes infraestructuras, también hay instalaciones artificiales en un puerto antiguo.
¿Qué tipo de instalaciones podemos encontrar en un puerto de la época arcaica?
Diques rompeolas para mejorar las condiciones de agitación dentro del puerto. Se cita el caso de Eritreia construido con tiestos.
Embarcaderos para amarrar las embarcaciones. Que pueden aprovechar o no la cara protegida de un dique rompeolas. Se cita el puerto de Samos con un muelle de este tipo.
Bolardos de amarre.
Hangares para pasar el invierno, de madera o de materiales más consistentes.
Rampas para varar, conectadas o no a los hangares.
Instalaciones para ver y ser vistos.
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Vistas estas tipologías de los enclaves y de las instalaciones, que atienden a aspectos geográficos y a funcionalidades básicas, que, de algún modo aparecen en los textos clásicos, se puede también profundizar en la tipología de los puertos antiguos viendo los aspectos geológicos, económicos o de dinámica litoral; que puede dar cuenta, en retrospectiva, de los motivos que llevaron a colocar los puertos donde se colocaron.
Geoscience of ancient Mediterranean harbours
Nick Marriner ⁎, Christophe Morhange
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Elegir la situación de un puerto depende de la relación del puerto con su zona de influencia. Así, los márgenes de grandes deltas han sido tradicionalmente puntos adecuados para colocar un puerto, ya que están próximos a los asentamientos que habitan el delta.
Las condiciones geográficas son también determinantes. Las costas rocosas fueron la opción preferente en la época más antigua. Hubo que esperar al desarrollo de imperios más potentes como Roma o Cartago, para poder establecer instalaciones portuarias en tramos arenosos, que lógicamente exigieron una tecnología más avanzada, como por ejemplo la utilización de hormigón hidráulico.
Las condiciones de navegación dadas por el clima marítimo así como el tamaño de las embarcaciones son también condicionantes clave. la profundidad en la dársena y la altura de los muelles.
Una cuestión fundamental a la hora de estudiar los puertos antiguos es tener en cuenta que la costa es un medio muy cambiante. Las condiciones actuales en una determinada localización no son las mismas que hubo cuando el puerto antiguo estuvo en funcionamiento. Asimismo, saber cómo era un puerto antiguo nos da información de alto valor para conocer cómo era la costa antigua.
Hace 180.000 años el nivel medio del mar estaba 120 metros por debajo del nivel actual. Eso significa que muchos asentamientos paleolíticos y neolíticos están lógicamente bajo las aguas.
Es difícil, sin embargo, responder a la pregunta de cual es el nivel relativo actual de un puerto antiguo con respecto del nivel del mar.
Hay que distinguir para ello entre las costas tectónicamente inestables de las costas estables. En las primeras, podemos encontrar restos de un puerto a 10 metros por debajo del nivel del mar, por ejemplo, por el efecto de un terremoto. En las segundas, las variaciones son centimétricas. Es decir, las variaciones del nivel medio del mar, a pesar de haber sido enormes entre el 18.000 BP y la actualidad, no han sido importantes en los últimos 3000 años.
Para ver esto con más detalle, es de gran utilidad el estudio evolutivo de los antiguos puertos lagunares.
Puede observarse que desde el 6000 BP la formación de flechas y cordones litorales ha ido desconectando del mar abierto antiguas bahías. Mientras estas bahías han ido manteniendo cierta conexión con el mar, han sido lugares muy adecuados para colocar un puerto. A medida que la conexión se ha ido haciendo menor, la laguna se ha ido aterrando. Algunos de estos puertos, como el de Coppa Nevigata, funcionaron bien entre el tercer y el primer milenio BC. Esta fechas nos dan cierta idea de la velocidad de estos procesos de cierre de bahías y aterramiento de lagunas.
Por un lado, puede concluirse una cierta estabilización del nivel del mar hacia el 6000 BP, que permite la formación de flechas y la disminución de la agitación en el trasdos de la flecha. Por otro lado puede verse un proceso de sedimentación, en el que hay un ritmo calculable, en función de la disminución del calado de la laguna, conociendo el calado al inicio del proceso y en el calado que determina la imposibilidad, o la gran dificultad, de seguir utilizando el puerto. Hay que esperar hasta el el tiempo de Roma para que se pongan en práctica obras de dragado para recuperar el calado de puertos.
La interpretación de la costa antigua en relación con la costa actual, debe partir del dato de que la costa estuvo en rápida regresión hasta el 6000 BP, y a partir de este momento se inicia un proceso de progradación de deltas y flechas, y un aterramiento de dársenas portuarias.
Una cuestión que es oportuno plantearse, como resultado de todo esto, es si existen patrones que permitan analizar con un cierto orden toda esta diversidad de contextos.
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HARBORS AND PORTS, ANCIENT
Nick Marriner, Christophe Morhange, Clément Flaux
and Nicolas Carayon
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Para entender las decisiones de ubicación y diseño que se tomaron es crucial tener en cuenta, tal como vamos diciendo, el proceso de elevación del nivel del mar. La detención del proceso de rápida elevación que se produce alrededor del 6000 BP, nos da, para ese momento, a máxima transgresión marina, seguida de avances en asociados a los aportes fluviales, que son especialmente notables en los deltas y en las inmediaciones de los deltas, cerrando bahías, que se convierten en lagunas. Esto proceso se produce aun con pequeñas elevaciones del nivel del mar. El resultado de estos avances depende siempre del balance entre el aporte fluvial y la capacidad del mar de redistribuir los sedimentos que llegan a la desembocadura.
Es destacable que el ascenso del nivel del mar se está produciendo muchas veces en valles bastante cerrados, y, por lo tanto, la progradación del terreno continental puede ser de varias decenas de kilómetros. Estos avances del continente se producen en sedes portuarias tan destacadas y tan bien estudiadas como Troya, Efeso y Mileto. El rápido avance de los sedimentos en las desembocaduras de los ríos era ya conocido en la antigüedad y condicionó que la ubicación de los puertos tratara de evitar el interior de los sistemas deltaicos, salvo que otras necesidades obligaran a ello.
Otras ubicaciones interesantes para un puerto son los cauces fluviales, pero a los efectos de interpretar la evolución de la costa antigua, son más interesantes los puertos lagunares.
La desconexión de las bahías del mar abierto se va produciendo a partir del 6000 BP. la protección que ofrece la flecha litoral al interior de la bahía, ahora laguna, es desde luego interesante para la generación de un abrigo portuario, pero, presenta, no obstante, algunos desafíos. El canal de salida desde la laguna hacia mar abierto era muy problemático para la navegación. También eran problemáticas las variaciones de nivel en la laguna, especialmente en lagunas vinculadas a sistemas fluviales importantes.
Estas dificultades son las que obligan a abandonar las instalaciones portuarias lagunares en periodos posteriores.
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