Magia, ciencia y religión en Frazer
(funcionalismo psicologista)
El libro de Frazer, La rama dorada (1941), es el gran código de la magia primitiva, del que luego parte Malinowski y en el que se trata de mostrar que
el animismo no es la única ni tampoco la dominante creencia de la cultura primitiva.
El primitivo busca
ante todo consultar el curso de la naturaleza para fines prácticos y lleva a cabo tal cosa de modo directo,
por medio de rituales y conjuros, obligando al viento y al clima, a los animales y a las cosechas, a
obedecer su voluntad.
Sólo mucho después, al toparse con las limitaciones del poder de su magia, se
dirigirá a seres superiores, con miedo o con esperanza, en súplica o en desafío; tales seres superiores
serán demonios, espíritus de los antepasados o dioses.
Es en esa distinción entre lo que, por una parte, es
control directo y, por otra, propiciación de poderes superiores, donde sir James Frazer ve la diferencia
entre magia y religión.
La magia, basada en la confianza del hombre en poder dominar la naturaleza de
modo directo, es en ese respecto pariente de la ciencia.
La religión, la confesión de la impotencia humana
en ciertas cuestiones, eleva al hombre por encima del nivel de lo mágico y, más tarde, logra mantener su
independencia de la ciencia. No así la magia que sucumbe frente a la ciencia
A pesar
de su similar arranque, ciencia y magia difieren sin embargo de un modo radical. La ciencia nace de la
experiencia, la magia está fabricada por la tradición. La ciencia se guía por la razón y se corrige por la
observación; la magia, impermeable a ambas, vive en una atmósfera de misticismo. La ciencia está
abierta a todos, es decir, es un bien común de toda la sociedad; la magia es oculta, se enseña por medio de
misteriosas iniciaciones y se continúa en una tradición hereditaria o, al menos, sumamente exclusiva.
Mientras que la ciencia se basa en la concepción de ciertas fuerzas naturales, el hontanar de la magia es la
idea de un poder místico e impersonal en el que creen la mayor parte de los pueblos primitivos. (Podría decirse que hace falta alguna capacidad especial para ser mago, o al menos un aprendizaje guiado por otro mago, mientras que ser científico podría estar mucho más la alcance de todos).
Los límites entre religión y magia en Malinowski
Mientras que en el acto mágico la idea y el fin subyacentes
son siempre claros, directos y definidos, en la ceremonia religiosa no hay finalidad que vaya dirigida a
suceso alguno subsecuente ( la ceremonia religiosa tiene un fin en sí misma). Esta diferencia le sirve a Malinowski como una distinción de entrada entre religión y magia.
Por ejemplo, Los ritos de iniciación son actos típicamente religiosos en los que se ve claramente cómo la ceremonia y
su finalidad son una misma cosa, esto es, cómo el fin se realiza en la misma consumación del acto. Al
mismo tiempo, se ve también la función de tales actos en la sociedad, en cuanto que son creadores de
hábitos mentales y usos sociales de valor inestimable para el grupo.
La muerte como fuente de la religión
De todas las fuentes de la religión, la suprema y final crisis de la vida, esto es, la muerte, es la más importante.
El hombre ha de entregar su vida en la sombra de la muerte y el que
se agarra a la vida y goza de su plenitud tiene que temer la amenaza de su final. Y el que se enfrenta con
la muerte se vuelve a la promesa de la vida. La muerte y su negación ―la inmortalidad― han formado
siempre, como forman también hoy, el más acerbo tema de los presentimientos del hombre. La extrema
complejidad de las reacciones emotivas hacia la vida encuentra por necesidad su paralelo en la actitud
que el hombre muestra para con la muerte. Sin embargo, lo que durante toda la vida se habrá prolongado
por un largo espacio de tiempo y manifestado en una sucesión de experiencias y sucesos, aquí da en su
fin y se condensa en una sola crisis que produce una violenta y compleja explosión de manifestaciones
religiosas.
Tylor y Malinowski. La explicación de la creencia en seres espirituales
Edward B. Tylor mantiene que la esencia de la religión primitiva es el animismo, o
sea, la creencia en seres espirituales, y muestra cómo tal creencia se ha originado de una interpretación
equivocada pero congruente de sueños, visiones, alucinaciones, estados catalépticos y fenómenos
similares. El filósofo o teólogo salvaje, al reflexionar sobre tales cosas, dio en distinguir el cuerpo del
alma humana. Pues bien, el alma continúa viviendo tras la muerte porque se aparece en los
sueños, persigue y obsesiona a los vivos en visiones y recuerdos y parece influir en los destinos de los
hombres. De tal suerte se originó la creencia en los aparecidos y en los espíritus de los muertos, en la
inmortalidad y en el mundo de más allá de la muerte. Como el hombre en general, y el primitivo en
particular, tiende a imaginar el mundo externo a su propia imagen. Y como los animales, las plantas y los
objetos se mueven, actúan, están dotados de una conducta, ayudan al hombre o le son adversos, es el caso
que habrán de estar animados por un alma o espíritu. De tal modo el animismo, esto es, la filosofía y la
religión del hombre primitivo, se ha visto construido sobre la base de observaciones e inferencias
equivocadas pero comprensibles en una mente impulida y tosca.
Dice Malinowski de la creencia en seres espirituales:
El salvaje teme a la muerte de manera intensa. No quiere darse cuenta de
que la muerte es un fin, ni puede enfrentarse con la idea de la completa cesación, de la aniquilación. La
idea de un espíritu y de una existencia espiritual la tiene bien a mano, pues se la proporcionan las
experiencias que Tylor descubrió y dio en describir. Atendiendo ávidamente a éstas, el hombre consigue
la confortadora creencia en la continuidad espiritual y en la vida tras la muerte. Sin embargo, tal creencia
no permanece incólume en el complejo y doble juego de esperanza y terror que acaece siempre cuando la
muerte tiene lugar. A la confortadora voz de la esperanza, al intenso deseo de inmortalidad, a la dificultad
o, en algún caso, a la imposibilidad de hacer frente a la aniquilación, se oponen poderosos y terribles
presentimientos.
El testimonio de los sentidos, la horrorosa descomposición del cadáver, la visible
desaparición de la personalidad, y ciertas sugerencias instintivas de miedo y horror,
parecen amenazar al hombre, en todos los estadios de la cultura, con una idea de aniquilación y con
presagios y terrores escondidos. Y aquí, en este juego de fuerzas emotivas, en este supremo dilema del
vivir y de la muerte final, la religión entra en escena, seleccionando el credo positivo, la idea
confortadora, la creencia culturalmente válida de la inmortalidad en el espíritu independiente del cuerpo y
en la continuación de la vida post mortem.
La creencia en la inmortalidad es el resultado de una revelación emotiva profunda,
establecida por la religión, y no se trata de una doctrina filosófica primitiva. La convicción del hombre de
continuar su vida es uno de los dones supremos de la religión, que juzga y selecciona la mejor de las dos
alternativas, de las que la autoconservación es sugeridora, a saber, la esperanza de vida continuada y el
temor ante la aniquilación.
La creencia en los espíritus es el resultado de la creencia en la inmortalidad.
La substancia de la que esos espíritus están hechos es la pasión y el deseo pletórico de vida, y no el
borroso contenido que llena los sueños e ilusiones del salvaje.
La religión salva al hombre de rendirse
ante la muerte y la destrucción y, al hacer esto, está usando de las observaciones de sueños, visiones y
sombras. El verdadero núcleo del animismo se encuentra en el hecho emotivo más profundo de la
naturaleza humana, esto es, en el deseo de vivir.
Explicación causal y explicación funcional
En Tylor, la creencia en los espíritus tiene su causa en las experiencias de los sueños, visiones y alucinaciones, y de ahí deriva la creencia en la inmortalidad (realmente una mala interpretación de esas experiencias).
Para Malinowski, la creencia en los espíritus es el resultado y no la causa de la creencia en la inmortalidad. Esta a su vez es la consecuencia del deseo de vivir, propio de la naturaleza humana.
En el primer caso la religión tiene una causa en determinadas experiencias (ahora se citarían las experiencias cercanas a la muerte ECM). En el segundo, la religión tiene una función, aliviar la angustia del hombre, salvándolo de rendirse ante la muerte y la destrucción
Leer directamente a Malinowski:
Magic, Science and Religion, and Other Essays (1948)
Traducción: Antonio Pérez Ramos PLANETA-AGOSTINI
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La línea Tylor, Frazer, Malinowski, levi Straus:
ARTÍCULO:
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