Un problema distinto, más complejo, y para el que ha habido distintas respuestas, es el de los mecanismos concretos por medio de los cuales ese poder ha emergido.
Aun estando relativamente de acuerdo en un modelo explicativo en el que entran por supuesto la agricultura de regadío y las infraestructuras necesarias para que esta funcione, así como el efecto de confinamiento que produce el desierto y también los conflictos bélicos; queda por explicar por qué el poder del faraón es tan grande, por qué es un dios en la Tierra, por qué la población participa más o menos voluntariamente en las obras "faraónicas"; y por qué es en definitiva una teocracia benévola tan intensa, especialmente en el periodo en que duró el Imperio Antiguo.
El poder de un rey en Mesopotamia no es comparable al del faraón. Ese hecho requiere una explicación.
M. Mann (The sources of Social Power) ha hilvando una respuesta.
Hay al menos dos elementos básicos que son distintos en Egipto, que nos pueden dar la claves del problema.
Hay al menos dos elementos básicos que son distintos en Egipto, que nos pueden dar la claves del problema.
En Mesopotamia, cada señor de una ciudad o de una tribu siempre tenía la opción de buscar alianzas para oponerse a un vecino fuerte que quisiera dominarle. Si alguien se siente fuerte y percibe al vecino como débil tiene la tentación de quedarse con su territorio, pero lo débiles pueden unirse para hacerle frente con el interés común de que un vecino todavía más fuerte fuera también contra ellos más tarde.
Sin embargo, en Egipto, por la forma muy particular en la que se distribuyen los territorios a lo largo del río, resulta que cada uno sólo tiene vecinos al norte y/o al sur. Con esta disposición, los vecinos pueden ir cayendo como fichas de un dominó. El río da prevalencia al de aguas arriba con respecto al de aguas abajo que queda atrapado en la riberas, confinado por el desierto.
La segunda clave está en algunas materias primas de especial importancia. Egipto tenía abundancia de productos agrícolas y de materiales de construcción, pero no de metales ni de madera. Ni oro ni cobre ni maderas de calidad pueden encontrarse en el territorio estricto de Egipto.
El cobre fue hasta la entrada en la Edad del Hierro, que se produjo tan tarde como en el 800 a. de C., una materia prima esencial. Para su traída a Egipto era necesario organizar expediciones escoltadas por una fuerza militar suficiente. la organización de estas expediciones sólo estaba al alance de un poder centralizado fuerte como el del faraón.
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La explotación y el trabajo en las minas estaban bajo la supervisión y organización del Estado. El Estado no solamente tenía el monopolio de las minas, sino también el de las canteras. Las principales canteras se encontraban en Tura y Asuán, mientra que las minas estaban en el Sinaí y Nubia.
Desplazarse hasta los lugares donde se encontraban las minas y las canteras se convertía en una especie de expedición real. Al frente iban los representantes del Estado, que eran los que supervisaban los trabajos, y que contaban con la ayuda de un destacamento militar para vigilar los trabajos. También iban los escribas encargados de anotar todas las incidencias del trabajo y las cantidades extraídas.
Desde el Imperio Antiguo, el trabajo en las minas fue considerado como el más duro y sacrificado. Al estar las minas emplazadas en lugares lejanos, obligó a que se emplearan, en su mayoría, prisioneros de guerra en su explotación, el Estado también empleaba a trabajadores autóctonos. Para los trabajadores era más llevadero el trabajar en las canteras al realizarse al aire libre. Los minerales que más se explotaban eran el oro y el cobre. El primero se extraía en forma de mineral, más tarde, se transformaba en metal. El proceso de transformación lo realizaba personal especializado.
En definitiva, una gran organización.
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