lunes, 30 de junio de 2014

PECULIARIDADES DE LAS DECISIONES TECNOLÓGICAS. UN RESUMEN

¿Qué hay de peculiar en una decisión tecnológica?


Tomar decisiones tecnológicas tiene las mismas dificultades que cualquier otra decisión, pero además hay en estas decisiones algunas peculiaridades que las hacen especiales.



1.- Las decisiones tecnológicas son secuenciales. 


La secuencia de estas decisiones forma una trayectoria que no está perfectamente diseñada de antemano, no responde a un plan perfecto. Broncano utiliza la imagen de que esta trayectoria se asemeja a un sendero montañoso que discurre por un terreno muy accidentado que oculta su recorrido.

TOMAR DECISIONES TECNOLÓGICAS ES COMO SUBIR POR UN SENDERO MONTAÑOSO QUE OCULTA SU RECORRIDO


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2.- Las decisiones tecnológicas tienen externalidades con respecto a aquellos que las toman.


En el tiempo, las decisiones pueden afectar a las generaciones futuras. En el espacio, pueden tener consecuencias para agentes totalmente alejados del sujeto de decisión. Finalmente, pueden tener consecuencias no sólo para la especie humana, sino también para los animales y para el medio natural.

Un ejemplo:

EL CAMBIO CLIMÁTICO COMO EXTERNALIDAD ECONÓMICA



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3.- Existen asimetrías informativas 

Que hacen que la decisión pueda ser formalmente democrática, pero tomada con una parte del colectivo en situación de desventaja para decidir racionalmente, porque no tiene elementos de juicio suficientes.


ENERGÍA NUCLEAR, ASIMETRÍA INFORMATIVA Y FAROS DE CREDIBILIDAD


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4.- La decisión no afecta de igual modo a todo el colectivo

Algunos miembros pueden recibir beneficios o perjuicios mayores que otros, de forma no compensada por los costes que asumen.















5.- Dentro del colectivo pueden existir grupos con visiones del mundo tan diferentes que no pueden alcanzarse puntos de encuentro.













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sábado, 28 de junio de 2014

CUATRO CONCEPCIONES SOBRE LA TECNOLOGÍA

Dos actitudes

Nadie permanece indiferente ante la tecnología. O bien se la percibe como un medio para solucionar problemas; o por el contrario, se piensa en ella como una fuente de problemas.


Sin embargo, al menos académicamente, pueden hacerse distinciones más matizadas. Pueden distinguirse cuatro concepciones básicas sobre la tecnología.



Cuatro concepciones:


1. Intelectualista


Desde este punto de vista, la tecnología es el mero resultado de la aplicación de la ciencia. En tanto que  la ciencia se considera valorativamente neutral y la tecnología participa de esta neutralidad, la tecnología como tal está también fuera de la esfera valorativa, aunque no lo está el uso que se hace de ella.

2. Artefactual o instrumentalista


Las tecnologías son simples herramientas o artefactos construidos para cumplir unas tareas, siendo el criterio de valoración básico su eficacia en el cumplimiento de estas tareas. La tecnología es buena si es útil para el fin para el que ha sido diseñada. 


3. Autónoma


La tecnología tiene sus propias normas y modos de funcionamiento, que no están controlados por los seres humanos. De hecho la tecnología puede escapar al control de los humanos. 

4. Enfoques CTS (Ciencia, Tecnología y Sociedad) 


La tecnología no se reduce sólo a los productos de la actividad tecnológica, sino que incluye también los procesos que conducen a la generación de esos productos. De acuerdo con este enfoque, el fenómeno tecnológico puede ser analizado como una práctica social que contiene valores culturales subyacentes. Los cambios técnicos pueden producir ajustes en los aspectos culturales y organizativos, pero también sucede que cambios en la organización social dan lugar a cambios técnicos. Los rasgos sociales y valorativos forman parte de un conjunto de políticas científico-tecnológicas.

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Las concepciones de la tecnología “Ciencia, tecnología y sociedad. Una introducción al estudio social de la ciencia y la tecnología”


M. I. GONZÁLEZ, J. A. LÓPEZ y J. L. LUJÁN

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Debates abiertos y conflictos soterrados


A la hora de tomar decisiones tecnológicas, se abren debates en los que se presentan discursos con argumentos  que apelan a los principios sobre los que se asientan las posiciones de individuos y de colectivos, que unas veces se presentan de un modo explícito, y otras, sin embargo,  no están abiertamente reveladas.

Estos principios tienen que ver con los que se piensa sobre la tecnología misma, sobre el mercado o sobre ambas cosas a la vez. Pero también sobre la relación que los seres humanos tienen, o han de tener, con la naturaleza. O sobre el modo de vida que le es propio a lo humanos.

En las decisiones tecnológicas, estos elementos están presentes, a veces de modo no plenamente consciente, y pueden dan lugar a posiciones irreconciliables, que pueden originar asimismo tanto debates abiertos como conflictos soterrados.

En el caso del  problema del cambio climático, por tratarse de un problema de alcance planetario, tienen especial relevancia las diferencias entre las concepciones del mundo de las distintas culturas.

Esto último apunta a una serie de cuestiones antropológicas de calado que tienen que ver con el relativismo cultural y la multiculturalidad:

¿Hasta qué punto, por ejemplo, se pueden admitir o respetar posiciones culturales que puedan comprometer las soluciones a un determinado problema global?

¿Qué prioridades se establecen en la elección entre el apoyo a la diversidad cultural y la defensa del medio ambiente, cuando estos dos valores se enfrentan?

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ENTRADAS RELACIONADAS:

LA CUESTIÓN DE LA TÉCNICA. LA VISIÓN DE MARTIN HEIDEGGER


viernes, 27 de junio de 2014

CAMBIO CLIMÁTICO Y LOS PAÍSES DE AMERICA LATINA

La aplicación de un determinada decisión tecnológica tiene consecuencias desiguales para distintos grupos sociales, pero también puede haber diferencias muy importantes entre paÍses.

Las transferencias de tecnología que se proponen para adaptarse o mitigar el cambio climático, pueden tener consecuencias desiguales, dependiendo de la situación de partida de cada país.

Por ejemplo, la Oficina Regional para América Latina y el Caribe, que depende del PNUMA, en el contexto de la fijación de objetivos para la transferencia hacia las energías renovables,  planteaba, ya en el año 2005, la diferente situación de partida de los países de la región:

El suministro de energía en la región de América Latina y el Caribe depende básicamente del petróleo.

Sin embargo, sólo algunos países, Brasil, Colombia y Venezuela, cuentan con recursos petrolíferos suficientes, y el resto, depende de las importaciones.

En la mayoría de los países se dispone de recursos hidroeléctricos. La enorme capacidad de Brasil para generar electricidad, al igual que en la mayor parte de los países de América Central depende de este recurso.

El gas natural abunda en Argentina, Bolivia y Perú, pero todavía necesita ser explotado.

Muchos países de la región prácticamente no tienen combustibles fósiles comerciales”.

Resulta evidente que la fijación de objetivos de transición hacia energías renovables, y el abandono paulatino de los combustibles fósiles, ha de tener consecuencias distintas para Venezuela, productor de petróleo; Brasil, que tiene grandes recursos hidráulicos, y Argentina, que tiene un potencial importante en la producción de gas.

Resulta también claro que existe un esfuerzo, de lo que es ejemplo la propia reunión celebrada en Caracas[2] de la que sale este texto, para convencer de los beneficios, para todos, de las energías renovables; y es lógico asimismo que los países que se sienten más perjudicados se muestren reticentes al cambio, o al menos al cambio sin contrapartidas.

Estos conflictos de intereses entre distintos países,  introducen en el problema de la participación social  en las decisiones tecnológicas una componente nacional en la que no sólo los gobiernos sino también los ciudadanos tienen diferentes posiciones.

No es suficiente hablar pues de la participación de la sociedad en general, como si tuviera intereses homogéneos y enfrentados a la industria, por ejemplo. Ciudadanos de distintos países pueden tener intereses muy diferentes.


Estos intereses, no siempre se manifiestan explícitamente, y puede revestirse a veces con causas nobles, como la defensa del medio natural, por ejemplo. Por ello cada país s trata de conocer los puntos débiles y fuertes del otro, colocando filtros informativos a las manifestaciones públicas que cada uno hace.








[2] XV reunión del Foro de Ministros de Medio Ambiente de América Latina y el Caribe, Caracas, Venezuela, 31 de octubre al 4 de noviembre de 2005.

jueves, 26 de junio de 2014

CAMBIO TECNOLÓGICO Y DESIGUALDAD ¿QUIÉNES SE BENEFICIAN DEL CAMBIO TECNOLÓGICO?

El cambio tecnológico produce efectos desiguales allí donde se aplica. 

Esta cuestión ha sido estudiada en numerosos casos que proceden de distintos campos de aplicación de la tecnología[1].

Uno de los efectos  diferenciales del cambio tecnológico es por ejemplo la salida de la producción de aquellos productores con menores capacidades para incorporar innovaciones tecnológicas.

La mecanización de un sector puede provocar el aumento de los costes de producción hasta tal punto que aquellos productores que no tienen los recursos propios suficientes para financiarla, tienen que endeudarse  y pueden acabar abandonando[2]. Otro de los efectos frecuentes es el ahorro de mano de obra y la consecuente pérdida de puestos de trabajo en el sector, y también se pueden producir cambios en la calificación de los puestos de trabajo[3].

Desde un  punto de vista general, es fácil estar de acuerdo en que las ventajas y desventajas de las nuevas tecnologías nunca son distribuidas equitativamente entre la población, y  por lo tanto, son oportunas las preguntas sobre quién se beneficia del desarrollo de una nueva tecnología, qué grupos o qué tipo de personas  e industrias van a ser favorecidas o perjudicadas.

NEIL POSTMAN añade a esto que los ganadores de la implantación de una nueva tecnología hacen grandes esfuerzos para convencer a los potenciales perdedores de que la nueva tecnología les va a favorecer en cualquier caso.  

Cita para ilustrar este lado de la cuestión el caso de la implantación de los ordenadores personales:

Las compañías de ordenadores, las corporaciones multinacionales, los gobiernos nacionales, los bancos y las agencias recaudadoras de impuestos; son beneficiarias de esta implantación, pero cabe preguntarse hasta qué punto es esta tecnología una ventaja para el conjunto de la población. 

Son muchos,  los que tienen ahora sus asuntos privados mucho más accesibles a las instituciones. Son más fácilmente seguidos y controlados; están siendo enterrados en montañas de correos basura y son un objetivo fácil de las agencias de publicidad y las agencias estatales de fiscalización. Sin embargo, los ganadores siguen animando a estos perdedores para que se muestren entusiastas con los ordenadores. 

Desde el principio, contaron  que con un ordenador personal cualquier persona podía llevar un balance de sus cuentas domésticas o tener sus recetas bien guardadas. Más tarde pasaron a contar que se podrían hacer un montón de gestiones desde casa y  finalmente las bondades de tener información sobre todo”.

En el cambio hacia una nueva tecnología, hay pues un  ejercicio de persuasión,  en el que los ganadores tratan de convencer al resto de que todos van a serlo tanto como ellos. 

Esto no significa que toda innovación tecnológica tenga necesariamente perdedores netos, es decir, gente que estará peor, en términos absolutos, que antes de la implantación de la tecnología. Lo que quiere decir es que las consecuencias no van a ser iguales para todos y que la posición relativa de algunos en el conjunto social puede empeorar, o quizás más frecuentemente, la de algunos pocos puede mejorar mucho con respecto de los demás. 


[1] M. Bianco, por ejemplo, ha estudiado esos efectos en la industria agropecuaria en Uruguay y Estados Unidos. “ Actores, instituciones y cambio técnico en el agro” Cap. 9
[2] De acuerdo con M. Bianco, un tercio de los siete mil productores lecheros de Uruguay abandonó la producción entre los años 1985 y 2000, como consecuencia de la modernización del sector.
[3] Este tema ha sido estudiado exhaustivamente, por ejemplo, en la tesis doctoral de Ferran Mañe (2001): “Cambio tecnológico y cualificación en la industria española: una aproximación estructural”

miércoles, 25 de junio de 2014

LA INDUSTRIA Y LAS ONG ANTE EL CAMBIO CLIMÁTICO. CANALES DE INFLUENCIA

La industria tiene al  menos tres canales por  medio de los cuales puede ejercer su influencia[1]:

Materialmente, a través de su papel como generadora de empleo, de ingresos en impuestos y del control que ejerce sobre la producción y los procesos tecnológicos.

Institucionalmente, por medio de sus donaciones a los partidos políticos y accediendo a las decisiones de la administración, y

Discursivamente, a través de la publicidad, las redes sociales y la propiedad e influencia en los medios de comunicación.

De los tres canales de influencia, el que tiene sin duda más fuerza es el primero. Los otros dos son realmente una consecuencia de éste, puesto que si la industria puede influir sobre la administración, los partidos políticos o los medios de comunicación, es debido a su papel en la generación de empleo, de ingresos y su papel  en el proceso productivo.

De acuerdo con NEWELL, la industria está utilizando efectivamente estos canales para ocuparse de encauzar las soluciones al problema del cambio climático. 

Lo que propone NEWELL en este punto es no dejar que las soluciones vengan en exclusiva de la industria y que las ONG deben de actuar de contrapeso, e insiste en que no hay ninguna garantía de que los ganadores en el mercado sean los que tengan más interés en atacar la raíz del problema del cambio climático.

Sin duda, las ONG no tiene la misma capacidad que la industria para actuar materialmente, por ello tienen que reforzar los otros dos canales. Algunas organizaciones `prefieren utilizar el canal institucional, e incluso llegan a abusar del la vía judicial, pero el canal más propio es el discursivo.

Lo que está por ver, es si este canal es eficaz por si mismo, o requiere del apoyo del activismo.










[1] El detalle de esta parte del argumento puede verse en Newell (2008):  “The business of governing climate change”

lunes, 23 de junio de 2014

IMPLICACIÓN DE LAS ONG EN LAS DECISIONES GLOBALES SOBRE EL CAMBIO CLIMÁTICO. ESTRATEGIAS Y ALIANZAS

NEWELL en el contexto del análisis de la relación entre sociedad civil, política y cambio climático, distinguía distintas fases en los procesos internacionales de gestión de problemas:

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Climate for Change?  Civil society and the politics of global Warming”

Newell, 2006
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1.- Fijar agendas

Existe  una primera fase caracterizada por la fijación de agendas, en la que se trata de definir el alcance del problema.

En esta fase, los distintos grupos tratan de introducir sus propias visiones y en esto son fundamentales los conocimientos, las investigaciones realizadas,  y sobre todo, los canales por medio de los cuales esta visión se distribuye.

Entre investigadores y políticos existen canales preferentes.

Instituciones como el WorldWatch Institute o la Union of Concerned Scientists, pueden actuar adelantando resultados de investigaciones a sus contactos políticos, de tal modo que estos pueden presentarse en las negociaciones con conocimiento privilegiado.

NEWELL insiste aquí, no obstante,  en que participar no es lo mismo que influir y que  tener interés en poseer información no es lo mismo que defender las acciones que el investigador cree que se derivan de un determinado conocimiento. Más que de colaborar para alcanzar un determinado objetivo, se trata de utilizarse mutuamente.

2.- Negociaciones p.d.


En una segunda fase, empiezan realmente las reuniones internacionales y con ello las negociaciones propiamente dichas.

En el caso del cambio climático, por ejemplo, las ONG han participado como observadores en las conferencias de las partes (COP).


Las oportunidades para intervenir están restringidas a las sesiones de apertura y clausura, pero la habilidad de las ONG ha estado en lograr más intervenciones bajo la anuencia del presidente, o de alguna de las partes. Así, las ONG agrupadas bajo CAN (Climate Action Network) han tenido la oportunidad de dirigirse a la asamblea plenaria, como también lo ha hecho la Cámara Internacional de Comercio, representando en este caso a  la industria.

Lo cierto, es que en las negociaciones al más alto nivel se intenta en la práctica excluir a las ONG.

A veces se convocan  reuniones informales a las que asisten  representantes de bloques enfrentados, convocados por algún miembro del Secretariat,  a las que no asisten las ONG.

También aquí, sin embargo, las ONG tratan de estar presentes aunque sólo sea comunicándose por teléfono móvil[2] con algunos asistentes afines.

F. Yamin  ha  relatado que este fue el caso en la cumbre de la Haya, en la que las grandes ONG fueron capaces  de conocer las cifras que se manejaban, vía teléfono móvil, más o menos en tiempo real

Con todo, la forma más directa en la que las ONG son capaces de participar en las negociaciones, es formando parte de las delegaciones.

En algunas delegaciones es  común la práctica de buscar asesoramiento experto en personas externas a la administración. Por ejemplo,  lo países isleños, que no tienen suficientes expertos en sus administraciones,  han utilizado este procedimiento.

Resultados


En definitiva, puede decirse que las ONG, especialmente las más grandes, tienen modos más o menos eficaces de influir en las negociaciones. Prueba de ello es que algunos de sus puntos de vista se ven reflejados en los documentos de los gobiernos y de las instituciones internacionales.

Ahora bien. También puede decirse que estas grandes ONG pueden llegar a ser   representantes sólo de si mismas, no del conjunto de la sociedad civil, o de la opinión pública,  ni siquiera del resto de las ONG.

La influencia de las grandes organizaciones con sede en los Estados Unidos es mucho mayor que la del resto. Las diferencias son mayores cuanto más técnico y más complejo es el asunto, como es el caso de todos los problemas relacionados con el cambio climático.




[2] :“NGOs and international  environmental Law. A Critical Evaluation of the their Roles  and Responsabilities”, 

Review of European community and international environmental Law, 2001.


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NO TODOS TIENEN LA MISMA INFLUENCIA


Frente a los intereses enfrentados de los gobiernos, algunas ONG han sido capaces de organizarse para hacer un frente común.

Ya en 1988, se formó CAN (Climate action Network) como organización que agrupaba inicialmente a 63 organizaciones procedentes de 23 países, y que en el año 2004, coincidiendo con la Declaración de Durban, tenía ya 365 miembros.

La existencia de una organización de este tipo permite a las ONG intercambiar información e investigaciones, y sobre todo, presentar comunicaciones que representan, al menos teóricamente,  la posición conjunta de todas las organizaciones que la forman; con la ventaja de que en las reuniones internacionales a las que acuden, lo hacen con más fuerza representativa.

En cualquier caso, las relaciones de poder son cambiantes, y han de serlo también por lo tanto las estrategias. Así, por ejemplo, la Comunidad Europea se ha convertido en un actor relevante en la toma de decisiones que afectan al medio ambiente, y con ello en un actor sobre el que cabe ejercer influencia.

Las ONG tienen que ir encontrando continuamente los nuevos canales por medio de los cuales pueden ejercer su capacidad de acción. Así,  algunas organizaciones están tratando de influir directamente sobre la política ambiental de los Estados Unidos, a través de la EPA[1]. Grupos como elEnvironmental Defense Fund[2] o el Natural Resources Defense Council, tratan de utilizar los mecanismos legales que ofrece la legislación ambiental para promover actuaciones, y de algún modo forzar a la Administración para que se cumplan todos los extremos legales.

No todos los grupos pueden ejercer la misma influencia. Los que cuentan con más recursos humanos y económicos son sin duda mucho más influyentes. Ésta es  una cuestión que las organizaciones de los países del sur recuerdan constantemente. De hecho, algunas de las  organizaciones que participan en los procesos de decisión tienen más recursos incluso que el programa medioambiental de las Naciones Unidas.  P. NEWELL[3] da algunos datos[4] esclarecedores:WWF cuenta con más de cinco millones de afiliados y unos ingresos de 391 millones de dólares.Greenpeace tiene 2,5 millones de afiliados e ingresos de 30 millones.

NEWELL hace también una clasificación de las distintas organizaciones, atendiendo a sus diferentes objetivos y estrategias. Distingue tres grupos: (1) inside-insiders, (2) inside-outsiders, y (3) outside-outsiders.

Un representante del primer grupo es, por ejemplo, WWF, y sus objetivos son el avance en la lucha contra el cambio climático, dentro del marco actual, y tener acceso a las decisiones gubernamentales e influir en ellas. Sus estrategias se basan en tener un conocimiento experto de los problemas, y con ello influir sobre las delegaciones, apoyando a aquellas que tienen objetivos compatibles. Su influencia se enfoca hacia los gobiernos, las instituciones internacionales y el sector privado. Tienen una visión ideológica que no rechaza el mercado y puede decirse que tienen fe en la acción de los gobiernos y de las instituciones.

Representantes del segundo grupo son Greenpeace y Friends of the Earth.  Su objetivo es llevar la acción contra el cambio climático más allá de lo que las instituciones actualmente admiten. Su estrategia se basa en la investigación orientada a la divulgación, la presencia en los medios y una presión que incluye la confrontación. Su influencia se enfoca hacia los gobiernos, instituciones y el sector privado, pero, especialmente en el último caso, desde una posición crítica. Ideológicamente se sitúan en una posición escéptica respecto de los mecanismos del mercado y una confianza sólo relativa en la capacidad de las instituciones.

Un representante del tercer grupo es, por ejemplo, el Climate Justice Movement. Su objetivo es cuestionar el marco actual  y poner el énfasis en los efectos que el cambio climático puede tener sobre los más desfavorecidos. Su estrategia está basada en la protesta,  las manifestaciones y la convocatoria de actos paralelos a los eventos oficiales. Tratan de influir sobre los gobiernos, pero también sobre la opinión pública y sobre otros movimientos como los grupos opuestos a la globalización. Ideológicamente, vinculan los problemas del cambio climático a un problema global de la sociedad actual.   Desconfían de las instituciones para resolver el problema.

Lo que queda claro con esta subdivisión es que a pesar de la unión de algunas organizaciones,permanece una diversidad de objetivos, estrategias e ideologías.

En el análisis que hace NEWELL, por ejemplo, el elemento ideológico que sirve para hacer la caracterización tipológica es la mayor o menor confianza en los mecanismos del mercado.




[1] La Environmental Protection Agency (EPA) es el órgano de la administración  norteamericana que se ocupa de  los temas ambientales.
[2] El EDF cuenta con expertos en los temas relacionados con la defensa del medio ambiente. Ya en los años sesenta tuvo mucho que ver con la prohibición del DDT.
[3] Newell (2006): “Climate for Change?  Civil society and the politics of global Warming”

[4] Los datos son de 2001.

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NUEVAS ALIANZAS Y NUEVAS ESTRATEGIAS

Después de un periodo álgido a principios de los noventa, después de la reacción de las administraciones nacionales al final de esa década, y después de las experiencias en las reuniones a alto nivel; las organizaciones están ensayando nuevas alianzas y nuevas estrategias.

Están apareciendo nuevos actores y algunos actores ya existentes adquieren mayor protagonismo.

Banco Mundial

Uno de ellos es el Banco Mundial que  tiene tres programas[1] relacionados con el cambio climático.  

Por su parte, Las organizaciones, venciendo ciertas inercias ideológicas y burocráticas,tratan de crear estados de opinión que lleven al Banco Mundial a realizar  sus préstamos  con criterios distintos a los actuales, ahora basados en enfoques guiados por análisis coste/beneficio, que dan desventaja, en su opinión, a las energías renovables, por ejemplo.

USCAP


Por otro lado, las empresas privadas son actores sobre los que las organizaciones quieren también influir.

El cambio de estrategia está en este caso en la búsqueda de alianzas con aquellos sectores de la iniciativa privada con intereses comunes.

El Pew Center on Climate Change[2], por ejemplo, ha apoyado la corriente científica principal y con ello ha contribuido a generar la opinión de que la industria no tiene un sola voz.

La alianza entre la industria y las ONG se formalizó en enero de 2007 con la formación de la USCAP (U.S. Climate Action Paternership), a la que pertenecen compañías industriales y grupos ambientalistas.

La USCAP se ha propuesto entre sus objetivos establecer un programa, válido para los EEUU, de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero para el año 2050.

Esta alianza estratégica tiene desde luego sus críticos. La afiliación de algunas empresas se considera un movimiento táctico, puesto que algunas de ellas pertenecieron a la GLOBAL CLIMATE COALITION, que funcionó eficazmente evitando que los  EEUU ratificaran el Protocolo de Kyoto.

Fijar una reducción de emisiones a largo plazo se ve ahora como un nuevo modo de no acometer las reducciones en el corto plazo.Desde la Unión Europea y desde las Naciones[3] Unidas se ha criticado la propuesta.


Compañías de seguros


La industria no es el único sector privado en el que se buscan aliados. Las compañías de seguros o los bancos son objetivos interesantes en cuanto tienen la capacidad de elegir aquellos negocios a los que dirigen sus préstamos o garantías. Greenpeace[4] ha hecho campañas para convencer a las compañías aseguradoras de que tienen mucho que perder[5] en catástrofes relacionadas con  el clima y que por lo tanto deberían estar  interesadas en detener el cambio climático. Greenpeace o CAN están también en contacto con empresas eólicas y del sector de  la  cogeneración.

Cabe preguntarse si en estos casos se trata de alianzas muy frágiles, pero que revelan no obstante el tipo de acercamientos que algunas organizaciones están tratando de alcanzar. 






[1] Climate Change overlays Programme, World Bank AU Program  y   Global Carbon Initiative.
[2] Fundado en 1998 por Eileen Claussen, ex-asesor del  Secretario de Estado para asuntos medioambientales
[3] Yvo de Boer, responsable de las NU para el clima. Entrevista  para la AFP en  el 2008.
[4] Greenpeace Business (1993): , “Insurance industry. Taking Climate Change Seriously”
[5] El huracán Andrew costó a las compañías aseguradoras 20.000 millones de dólares en 1992

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Las nuevas alianzas y las nuevas estrategias no son incompatibles con la confrontación. 

Las compañías del carbón y del petróleo siguen estando en el punto de mira de las organizaciones.

Lo mismo que sucede con las administraciones públicas, también en el caso de las compañías privadas, unas son más vulnerables, o si se quiere, más sensibles, que otras,  frente a la presión ejercida sobre ellas.

La Shell la Exxon aparecen recurrentemente como representativas de actitudes opuestas. La Shell ha tratado de entrar en el mercado de las energías renovables, mientras que la Exxon parece mantenerse en una posición en la que la apuesta empresarial sigue estando en los combustibles fósiles.  O al menos, esas son las imágenes que se tratan de dar.

Ninguna de las dos compañías escapa finalmente a la crítica, puesto que a la Shell se la acusa de no hacer lo suficiente. La cuestión es si representan también dos estilos de enfrentarse a la cuestión: el americano de la Exxon y el europeo de la Shell.

En cualquier caso, lo que queda claro es que las estrategias de las organizaciones se dirigen cada vez más directamente hacia la industria, una vez que las estrategias dirigidas hacia las instituciones internacionales fallan en la fase del cumplimiento de los acuerdos.

El Protocolo de Kyoto es el caso más evidente de las dificultades que se tienen a la hora de hacer cumplir los compromisos. Por ello, las estrategias se dirigen hacia las empresas, y la forma más eficaz de hacerlo es presionando a los accionistas mayoritarios, o bien tratando de influir sobre los consumidores de los productos de esas empresas.

En este último punto las organizaciones pueden tener que convencer a los consumidores para que hagan esfuerzos para asumir las externalidades ambientales y comprar productos más caros, pero ambientalmente más sostenibles.

En el caso del cambio climático los hábitos de consumo  más importantes son los que tienen que ver con la energía. Así,  desde la red CAN se ha insistido en apoyar medidas como la sustitución de las bombillas normales por bombillas de bajo consumo, por ejemplo. Evidentemente, hay algunas iniciativas que son altamente impopulares, por ejemplo las relacionadas con el sector del transporte y el esfuerzo de persuasión tiene que ser mucho mayor. Es más fácil persuadir a los consumidores para que no utilicen productos con CFC, como se hizo en el caso de la capa de ozono, que convencer a la población de una gran ciudad para que no utilice el vehículo privado en sus desplazamientos al centro.

En las negociaciones internacionales se discute sobre el reparto de la carga de los costes de mitigación y adaptación al cambio climático, paralelamente, en  las ONG se discute sobre la carga que les corresponde soportar a los países en desarrollo. 

Coherentemente con las distintas posiciones que se tienen respecto del mercado, hay organizaciones que confían en los mecanismos de flexibilidad que proponen el Protocolo de Kyoto. Por el contrario,  grupos como Carbon Trade Watch, ven estos mecanismos como una distracción de la verdadera necesidad de que los países desarrollados del norte acometan acciones en sus países, y no se dediquen simplemente a financiar proyectos en los países en desarrollo.

Carbon Trade Watch presentó en 2010 un extenso informe[1] en el que hacía una crítica devastadora, tanto de la teoría como de la práctica, del mercado de emisiones. Exponía lo que es a su juicio un desastroso historial que muestra como el esquema de comercio de emisiones de la Unión Europea, el más grande del mundo, ha fallado sistemáticamente en su objetivo de  ponerle tope a las emisiones, y que el Mecanismo de Desarrollo Limpio de la ONU favorece realmente proyectos medioambientalmente inefectivos y socialmente injustos.

Los grupos que están fuera de las instituciones, los outsiders, son los que tienen visiones del problema más diferentes y estrategias más contundentes. Un denominador común de estos grupos es la crítica abierta al neoliberalismo.

Una línea de confrontación es la que e inició en Durban, en octubre de  2004. la organizaciones que se reunieron allí, lo hicieron con  vocación de fijar unas líneas estratégicas que guiaran a las organizaciones, exhortándolas a la acción

De la reunión surgieron  dos declaraciones: la Declaración de Durban para actuar contra el Cambio Climático la Declaración de Durban sobre el comercio de carbono.

Bajo el lema “Justicia climática ya”, se llamó  a los pueblos para actuar contra el cambio climático. Los objetivos de Kyoto se consideran insuficientes y se denunció que las reducciones fijadas se tratan de evadir. La acción del Banco Mundial se considera que en vez de contribuir a la menor utilización de combustibles fósiles, lo que hace es alentar el consumo acelerado de las reservas, provocando conflictos militares, que aumentan la injusticia social y ambiental.

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[1]  Gilberston y Reyes (2010): “El Mercado de emisiones: Cómo funciona y por qué fracasa”-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------.

sábado, 21 de junio de 2014

POR QUÉ NO ES ESPERABLE UNA ACCIÓN INTERNACIONAL CONSENSUADA. CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO

El cuadro de alianzas

PETER NEWELL en el Informe[1] sobre Sociedad Civil 2005/2006,  preparado para la London School of Economic,  describía un cuadro de alianzas que resulta familiar a los que se acercan al problema del cambio climático.

Existe un alineamiento, dice, entre las naciones con más peso internacional, que son a la vez las más contaminantes,  y las grandes compañías con negocios en sectores clave, como el petróleo, para cuestionar la acción internacional contra el cambio climático.

También existen grandes campañas informativas en los medios para oponerse al protocolo de Kyoto y la industria ha sido capaz de encontrar aliados entre los científicos escépticos. 

Por otro lado, dice, existe una serie de actores gubernamentales y no gubernamentales que promueven estrategias para implantar medidas.

Este cuadro de alianzas puede analizarse con cierto detenimiento.

Las organizaciones no gubernamentales operan en un escenario en el que  toda la humanidad se supone amenazada,  pero no todos lo están de igual forma.

Existen diferencias notables entre unos países y otros. Son  más vulnerables  aquellos países  más sensibles a los aumentos del nivel del mar y  también los países más dependientes de las condiciones meteorológicas que afectan a la agricultura. Por otra parte, algunos países (China, India, Brasil) están experimentando en estos momentos una creciente industrialización que requiere aumentos significativos de sus emisiones de carbono.

Los países del norte temen que los países emergentes se libren de los sacrificios que implica la adopción de las medidas que impone el Protocolo de Kyoto y que consecuentemente algunas industrias se relocalicen en ellos.

También existe una fuerte  componente intergeneracional en el problema: la contaminación producida por unas generaciones tiene que ser sufrida por las siguientes.

Finalmente, existe un actor gubernamental destacado, los EEUU, que  no ha llegado a aceptar el Protocolo de Kyoto como norma reguladora de la solución del problema, lo cual tiene repercusión directa sobre actores clave, como el Banco Mundial o la Global Environment Facility, para la financiación de las medidas.

Por otro lado, si se acepta la realidad de la amenaza del cambio climático, se acepta con ello  una evidencia clara de que el modelo económico actual no es sostenible,  y que la huella ecológica del conjunto de la humanidad no es soportable por el planeta,  y que consecuentemente, no son sostenibles las estrategias lideradas por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional para promover el crecimiento económico, que se sustenta, por ejemplo, en la existencia de reservas baratas de combustibles fósiles. Por lo tanto, aquellos países que basan su desarrollo presente o próximo futuro en esta estructura económica se ven directamente afectados.

También hay grandes diferencias entre los casos extremos en los que el riesgo del cambio climático puede tener graves consecuencias como las pequeñas islas (AOSIS), que pueden desaparecer bajo las aguas, y los estados ricos de altas latitudes, que pueden financiar defensas eficaces frente al ascenso del nivel del mar.

Consecuencias y oportunidades

Todo esto implica que una acción política consensuada, incluso aunque el consenso científico fuera mayor del que es, no sea esperable;  y ahí es donde la sociedad civil organizada encuentra un espacio para la acción: apoyando a unos gobiernos o a otros, puede hacer inclinar la balanza, sobre todo, si las organizaciones están unidas  y ponen todo su peso en algún lado, dice NEWELL, cerrando esta parte del argumento.





[1] “Climate for Change?  Civil society and the politics of global Warming”

Peter Newell

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POR QUÉ ZENÓN NECESITA LAS APORIAS QUE NIEGAN EL MOVIMIENTO

Uno de los pasajes más llamativos de la filosofía presocrática es el que da cuenta de las aporías de Zenón de Elea, discípulo de Parménides....