martes, 26 de junio de 2018

TRANSFORMACIÓN DEL LITORAL EN LOS ÚLTIMOS 3000 AÑOS. LA COSTA ANTIGUA DE TIRO (FENICIA) INTERPRETADA

El litoral es un medio muy cambiante.  Mucho más dinámico que el interior del continente. Mientras que en el interior podemos ver paisajes que han permanecido casi inalterados durante largo tiempo, la costa puede sufrir notables transformaciones en el orden de pocos miles de años o incluso en centenares de años.

La geomorfología está utilizando nuevas técnicas , que permiten tener mucha más información sobre estos cambios.

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Nick Marriner, Christophe Morhange, Nicolas Carayon, Universite´ Aix-Marseille, Etude des civilisations de l’antiquite´, Universitede Strasbourg II.

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Los datos geoarqueológicos indican que el antiguo puerto de mar de Tiro (Fenicia), situado al norte de la antigua isla, está ahora enterrado por una capa de sedimentos de 8 a 10 metros de espesor. Este proceso comenzó alrededor del año 5000 a. de C.

La isla de Tiro ha sufrido un cambio muy notable en los últimos 8000 años. De ser una isla exenta delante del continente, ha pasado a ser en la actualidad una península de menor tamaño unida al continente por un tómbolo urbanizado.

Este proceso es el resultado combinado del ascenso del nivel del mar, de la subsidencia del continente, de los cambios en la costa producidos por la dinámica litoral y de las acciones antrópicas.

Fue  aproximadamente en el año 4000 a. de C. Cuando el nivel medio del mar empieza a estabilizase en valor absoluto después de haber estado ascendiendo desde el final de la ultima glaciación.
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En el año 3000 a. de C., durante la Edad del Bronce, la isla es un lugar muy adecuado para ser habitado: es fácil de defender y tiene ensenadas con poco oleaje que permiten fondear y desembarcar. Es típico de esta época utilizar barcos pequeños para cargar y descargar en la playa desde barcos mayores fondeados. 

A medida que avanza la Edad del Bronce, se van estableciendo rutas marítimas que enlazan el Levante con Egipto y el Egeo. Tiro y otros asentamientos de la costa Fenicia se consolidan como puntos de intercambio (emporios) que contactan con Chipre, Creta y la Grecia micénica.

Saber qué tipo de instalaciones portuarias hubo en la Edad del Bronce es un problema difícil. En principio es un conjetura razonable que la tecnología de los embarcaderos fluviales de  Egipto y Mesopotamia pudo adaptarse a las costas de Levante, dado la poca influencia de las mareas en este mar. 

Un candidato para ser un muelle de 1300 o 1200 a. de C., son los restos encontrados en Dor, Israel. Las dimensiones de lo que se observa son de 35 metros de longitud por 11 metros de anchura.

Otros candidatos hay en Yavne Yam, Arados o Sidón.

Precisamente no es Tiro un buen lugar para hallar restos tan antiguos puesto que dragados posteriores han podido destruirlos.

En cualquier caso, Tiro consolidó su posición al final de la Edad del Bronce para emerger en la Edad del Hierro como centro comercial con hegemonía sobre su área de influencia. Se comercia aquí con metal, marfil, vidrio y madera de cedro. Hacia el año 1000 a de C., es el puerto más importante del Levante, sobrepasando a Biblos. 

La nueva tecnología del hierro permite por otra parte avances notables en la construcción naval. Es entonces cuando la navegación a distancias mucho mayores que la del Egeo se hace posible. la Biblia se refiere a las barcos de Tarsis, lo que puede interpretarse como naves que eran capaces de llegar a Tartesos en la península ibérica, al otro lado del Mediterráneo.

Tampoco en Tiro se puede hallar buena información sobre las instalaciones portuarias de este periodo, pero si en Athlit (Israel) y  Tabbat al-Hammam (Syria) que revelan la presencia de muelles artificiales o semiartificiales.

En el periodo helenístico y romano se observan avances en la ingeniería portuaria. El hormigón hidráulico capaz de fraguar bajo el agua es quizás el más destacable por su evidente repercusión en las obras portuarias. Tiro cayó bajo el dominio de Roma en el 64 a. de C. 

Durante el periodo bizantino las condiciones de uso y el conocimiento tecnológico permanece estable.

Hacia el año 650 d. C., sin embargo, el territorio cae bajo el dominio árabe, con una cultura orientada hacia el interior del continente. Esto significa prácticamente el abandono de la actividad portuaria, que se retomará ya más tarde para entrar en la historia más reciente.

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Durante todo este proceso la navegación y el comercio marítimo ha ido adaptándose a un entorno físico cambiante, introduciendo también transformaciones antrópicas en la medida que la tecnología disponible lo permitió.

Mientras Tiro fue una isla, tuvo un puerto norte, otro sur y una zona abrigada entre la isla y el continente que podía funcionar como un puerto exterior. En el 600 a.C., todavía el canal entre la isla y el continente era lo suficientemente profundo como para impedir el paso del ejercito babilonio. En el 333 a. C., sin embargo, el ejército de Alejandro ya puede cruzar construyendo una especie de calzada sobre las someras aguas del naciente tómbolo. 

A partir de entonces empiezan a notarse en la superficie los procesos de dinámica litoral y empieza a emerger el tómbolo por acumulación  de sedimentos. La isla actúa como un gran dique exento que disminuye la energía del oleaje en el canal entre la isla y el continente. Con ello, se forma un puerto lagunar en el continente.
 
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Además del aumento del nivel del mar y de la dinámica litoral actúa en este área la subsidencia del terreno. 

En orden de magnitud, el ascenso del nivel del mar desde el 6000 a. de C., puede valorarse en 3 metros; asimismo,  la subsidencia puede valorase también en 3 metros.  Esta subsidencia es la que dejó bajo las aguas el puerto sur, después del periodo romano (a pesar de que el nivel del mar ya se había estabilizado). 

No obstante, son los procesos de dinámica litoral los que que quizás hayan tenido una mayor capacidad de transformación de la apariencia del entorno, en tanto que son los responsables de la formación del tómbolo y por lo tanto los que han transformado la isla en península y han unido el asentamiento de la isla con el del del continente. 

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Las referencias a Tiro en la Biblia interpretadas:


Un estudio expositivo de Isaías


Tiro se consideraba invencible, porque estaba situada en una isla y, aunque , el babilonio, pudo destruir la ciudad en la costa, no pudo llegar a la isla, aunque intentó hacerlo durante 13 años (alrededor del 600 a, de C.). Ningún otro enemigo la había podido alcanzar, pero Alejandro tuvo un mandato de parte de Dios, que es la profecía que estamos estudiando; utilizó las ruinas dejadas por Nabucodonosor para edificar una calzada en el mar hacía la isla (334-332 a.C.)



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Alejandro se encontró el tómbolo prácticamente formado, a punto de aflorar a la superficie. Lo que no fue todavía posible para Nabucodonosor, 300 años antes, fue ya realizable para Alejandro que logro construir un camino elevado sobre el nivel del mar, apoyándose en la arena del tómbolo que podría estar ligeramente sumergido. 


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jueves, 21 de junio de 2018

LA GUERRA TOTAL, LA RETÓRICA DE ARISTÓTELES Y LA BATALLA DE QUERONEA

La guerra del Peloponeso había sido una guerra total, una guerra distinta a las agonísticas del pasado en las que se respetaban unas reglas: las treguas, el verano y el invierno, enterrar a los muertos.

Después de ésta, lo que vino fue peor:  una nueva manera de hacer la guerra. Los griegos ya no vacilan en transgredir las "viejas" leyes no escritas, porque todos los medios son buenos para llegar a su objetivo de lograr la hegemonía. Ahora el medio principal, quizá el único, de ejercer presión sobre una polis es económico. Durante la guerra agonística, se trataba del pillaje del territorio; con la guerra total, se van a amplificar estos medios. No sólo se va a devastar el territorio, sino también se va a intentar poner muy difícil la vida económica dentro de la ciudad. La guerra es pues total porque implica a todo el territorio, incluido el urbano. 

Resultado de imagen de peltastaLa guerra total obliga también a la aparición de ejércitos más o menos permanentes que dan la posibilidad de implantar en el territorio un sistema defensivo poderoso, sin el cual la estrategia nueva no podría existir. Es el cambio de estrategia el que implica la presencia de mercenarios en los ejércitos, cada día más numerosos a lo largo del siglo IV, y no es la presencia de mercenarios la que implica la estrategia nueva.

Demóstenes se quejará de que el mercenario ha sustituido al soldado-ciudadano: "No diez mil ni veinte mil mercenarios ni las tropas esas epistolares - no me vengáis con eso...".  

El caso es que ahora los mercenarios están disponibles en gran cantidad. Lo están porque la guerra del Peloponeso ha dejado a muchos ciudadanos sin recursos. Que haya muchos mercenarios hace posible más guerras. A su vez,  más guerras demandan más mercenarios, en un circulo vicioso. Además, la extensión del periodo bélico que ya no sólo es el verano, hace incompatible los deberes de ciudadano con la campañas.

La experiencia y la estricta disciplina son ahora las cualidades de base del combatiente, que sólo puede adquirir dentro de un ejército profesional, y que son las útiles para dar golpes por sorpresa a la ciudades.

Estos asaltos son el punto final de situaciones de coacción económica.

Lógicamente ante el peligro de ser asaltadas, las ciudades se fortifican, no sólo pasivamente sino activamente, aumentando su capacidad de contraataque. 

En el fondo, el gran cambio es el de hacer la guerra para defender una frontera de una ciudad,  a hacer la guerra para conseguir la hegemonía.  

Hay un paso de hoplita ciudadano que defiende la ciudad al peltasta profesional que lucha por la hegemonía al mando de un jefe que es bastante autónomo con respecto al gobierno de la ciudad. Demóstenes se queja mucho de sus actuaciones: "Cada uno (de los jefes mercenarios), por consiguiente, va tras de lo que le interesa". Dentro de poco, el éxito guerrero será la fuente del poder político. Los jefes mercenarios del siglo IV son los precursores de los Diádocos.

Realmente, conseguir la hegemonía es incompatible con la superviviencia de las polis. Sólo la Monarquía macedónica podrá hacerlo.

La guerra del Peloponeso es una grave ruptura en el arte de combatir en Grecia durante la época clásica. Al final, sólo los macedonios sabrán adaptarse a ella para someter a su hegemonía todo el mundo griego tras la batalla de Queronea en el 338 a.C. 

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LA GUERRA TOTAL EN LA GRECIA CLASICA (431-338)


 Eric  Popowicz 

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En ese tiempo, el anterior a Queronea y el inmediato posterior,  en Atenas dos partidos: uno promacedonio, liderado por Esquines, otro antimacedonio, liderado por Demóstenes.


Un año después de la derrota en Queronea, el Senado dispone una tercera corona, esta vez de oro, para Demóstenes, «por su abnegación en los mayores servicios al pueblo ateniense». Esquines, ante la asamblea del pueblo, se opone vehementemente y denuncia como ilegal el decreto que había presentado el Senador Ctesifonte.

Habla Esquines. La clepsidra marcará un poco más de 3 horas de un discurso considerado por analistas, entre otros Cicerón, como extraordinario en sus argumentos y de una arrebatadora elocuencia. Esquines tenía grandes ventajas; la principal: que el antimacedonismo de Demóstenes fracasó, no frenó a Filipo, quien al final sometió a Atenas. Los promacedonios, como Esquines, sentían que el tiempo les había dado la razón. Demóstenes era el fracasado al cual ilegalmente y también inmerecidamente se pretendía coronar.

Concluye Esquines señalando el peligro de coronar a Demóstenes. La asamblea de Grecia está abatida por culpa de un orador causante de todos nuestros males; rechazad a este hombre funesto, azote de Grecia, pirata cuyas expediciones oratorias devastaron a la República. Si lo coronáis seréis cómplices de los que, como él, rompieron la paz, castigadlo y honraréis a nuestra patria.

La ovación a Esquines dura varios minutos.

La réplica de Demóstenes es admirable por su fuerza, por la solidez de sus acusaciones o interpelaciones directas a Esquines, por la extraordinaria elocuencia que despliega, por la inmensa cantidad de datos, fechas, narración de hechos y análisis de situaciones políticas y militares muy complejas y también por lo que deja sin tratar. Pero es más admirable aún por su artificiosa y genial estructura. Las partes y los argumentos están de tal manera dispuestos e interpuestos que persuaden, convencen y provocan adhesión.
El auditorio estaba anímicamente elevado; el orador había tocado fibras de patriotismo, de orgullo y de respeto por los héroes griegos y por sus instituciones. Demóstenes, dentro de ese ambiente colectivo creado por su palabra, y tras lograr que la audiencia perdiera el respeto por su oponente, responde a todas las acusaciones.

Dice Plutarco, en la biografía que hace de Demóstenes, que Esquines no logró ni la quinta parte de los votos. Una casi total mayoría concedió la corona de oro a Demóstenes; y hay que subrayar que en ese momento sus enemigos manejaban la situación de Atenas con el respaldo y apoyo de los invasores. Esquines es condenado a pagar 1.000 dracmas de multa. Derrotado y abatido se exilia en Éfeso y después, con apoyo Macedonio, establece una academia de oratoria en Rodas. 

Demóstenes, años más tarde, es encarcelado. Había muerto Alejandro en Babilonia y su sucesor Antípatro recrudece la persecución de los opositores, exige la entrega de los cabecillas antimacedonios. Demóstenes se refugia en el templo de Poseidón en la isla de Calauria. Allí lo alcanzan sus perseguidores y él se suicida en 322, a los 62 años de edad, con el veneno que tenía escondido en su estilo.

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LA PALABRA PERSUASIVA.CENTROS DE INTERÉS DE LA RETÓRICA DE ARISTÓTELES

Quintín Racionero

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En el año 335 a.C., al acceder Alejandro al trono, Aristóteles volvió a Atenas y fundó su propia escuela: el Liceo.

Si se atiende a la militancia política de DEMÓSTENES y a la posición en que se encontraría ARISTÓTELES como antiguo preceptor de Alejandro en una Atenas dominada por la pasión antimacedonia: elementales razones de prudencia pueden explicar el que ARISTÓTELES evitase cualquier mención de DEMÓSTENES, susceptible, como ya había ocurrido veinte años antes con ISÓCRATES, de acarrear disputas. Sin embargo, Aristóteles trata en profundidad el tema de la retórica, y aun sin mencionar a Demóstenes, trata cuestiones que no le son en absoluto ajenas. 

En su etapa de estancia en la Academia platónica, ARISTÓTELES había concebido la retórica en el marco de la crítica al inmoralismo sofista y prohíbe, en consecuencia, el uso de todos los argumentos que se hacen con vistas a convencer, de cualquier modo que sea, a quien ha de juzgar. Las argucias basadas en la exhibición por parte del orador de un talante moralmente bueno o la sustitución de los razonamientos por la excitación de las pasiones del auditorio son condenadas enérgicamente o, a lo sumo, sólo admitidas para hacer más digeribles ante auditorios incultos las argumentaciones lógicas. Toda la persuasión ha de fundarse, pues, según este modelo, en la presentación de los «hechos» (prágma) y en el uso de aquellos razonamientos (lógoi) que pueden obtenerse a partir de enunciados o inferencias generales que, por su parte derivan de tópoi o lugares comunes de naturaleza dialéctica. La proximidad de este planteamiento a tesis platónicas bien precisas y su conexión con temas que ARISTÓTELES desarrolla en Tópicos permite asegurar que todas las partes o secciones de la Retórica en que tal modelo es reconocible pertenecen a una redacción temprana, que seguramente se ha de relacionar con el célebre y enigmático Curso de retórica del periodo académico.

Resultado de imagen de retorica de aristoteles traduccion quintinPero a éste le sigue un segundo modelo de persuasión (concebido posiblemente en los primeros años del Liceo, a la vuelta de la preceptura de Alejandro). El problema es en este modelo el de la modificación de las conductas, lo cual implica un más detallado examen de los elementos emocionales de la persuasión. Los enunciados que connotan tales elementos, o sea, los que expresan los caracteres y las pasiones, son considerados ahora por ARISTÓTELES como susceptibles de proporcionar premisas al razonamiento, en el mismo plano que los que se refieren al prágma o asunto de los discursos. Esto obliga a sustituir la concepción original respecto de la necesidad de valerse exclusivamente de enunciados generales y, a la inversa, introduce en la retórica abundantes catálogos de enunciados particulares, susceptibles de enseñanza, de los que el orador puede hacer uso, con sólo recordarlos, bajo cualesquiera circunstancia como materia de sus argumentaciones. Esto quiere decir que ARISTÓTELES concibe tales enunciados particulares ellos mismos como lugares comunes, por lo que no siente que haya ninguna contradicción entre el primero y el segundo de sus planteamientos y puede sobreponerlos meramente: con ambas técnicas, en efecto, no hace sino proporcionar términos medios a los razonamientos de que haya de servirse el retórico. Pero la disposición de esos catálogos de enunciados le permite, en cambio, reorganizar la retórica conforme a los cánones de toda argumentación, es decir, le permite construir inducciones y silogismos específicamente retóricos, lo que implica una reordenación de los argumentos persuasivos según el modelo de los Analíticos.

el problema que se plantea es si la retórica tiene más de arte de decir que de modo de argumentar o viceversa. En el primer caso la retórica formaría parte de la poética, donde la ha colocado la tradición escolástica; en el segundo caso, formaría parte del órganon de la lógica.

En rigor, dice Quintin Racionero, para hacerse cargo de la posición de ARISTÓTELES hay que partir de las consideraciones platónicas en torno a la retórica y, simultáneamente, de las consecuencias que para el Estagirita tuvo la «crisis de la dialéctica». 

Los requisitos que con respecto a la retórica PLATÓN había señalado en el Fedro se resumían en dos: ante todo, que sólo son verdaderos discursos los discursos que son verdaderos; y, después, que tal objetivo únicamente puede cumplirse cuando los discursos remiten a un plano adecuado de referencia ontológica, es decir, no a las opiniones o a las realidades sensibles, sino a las Ideas o Formas. Ahora bien, el cumplimiento de estos requisitos implicaba que todos los discursos dependiesen de un órganon o «discurso de los discursos», que pudiese establecer la conexión del lenguaje con los objetos esenciales comprendidos en él. Y tal órganon era la dialéctica, en cuanto que, mediante divisiones y composiciones de conceptos, permitía demostrar la validez de las definiciones y de los procesos deductivos empleados en los discursos. Desde este punto de vista, los únicos «discursos verdaderos» posibles eran los discursos científicos; y la retórica no podía ser entonces nada distinto de la dialéctica misma, puesto que, no siendo una ciencia particular y, al contrario, pretendiendo ella también ser un órganon o «discurso de todos los discursos», había de cumplir las mismas exigencias que la dialéctica y en nada podía diferenciarse de ésta. 

Una vez que Aristóteles de despega de Platón, sin el apoyo de la referencia a las Ideas, la transformación de la dialéctica incluye, no la suspensión de la retórica, sino, al contrario, su pleno desarrollo y constitución autónoma.

Para poder argumentar bien lo que hay que tener claras son las definiciones que se manejan. Ahora bien, perdida la referencia de las ideas,  estamos en un plano lingüístico, un plano de creencias sociales en las que el significado de la definición se produce siempre en el orden de lo que se dice. 

Sin embargo, ARISTÓTELES cree poder conservar todavía algún tipo de criterio semántico (de relación entre lenguaje y realidad) puesto que, a su vez, el cuerpo de creencias sociales refiere mediatamente al orden de la realidad sobre el que aquellas creencias se sostienen. De ahí que las opiniones que «comparten todos o, al menos, la mayoría o, si no, los más sabios»  resulten ser más dignas de crédito que sus contrarias, por cuanto su mayor o más cualificada aceptación es signo de una mayor integración en el sentido de la unidad de su significado. Las opiniones más plausibles, más sujetas al acuerdo social, son, desde este punto de vista, también las más probables ontológicamente. Y, de este modo, la dialéctica puede superar el mero arte de la controversia entre pareceres (en que se halla instalada la erística) para situarse en el marco de un cálculo de probabilidades, susceptible de asignar a cada proposición la cuota de verdad que le corresponde.

La dialéctica puede probar la mayor credibilidad de una tesis por el procedimiento de confrontarla con el sistema de opiniones comunes, lo que en definitiva quiere decir, por la constatación de la identidad de sus usos en el contexto de los lugares lógicos de la opinión común.

Como la mayor credibilidad de una tesis no impide la posibilidad de su contradicción, el problema de determinar mediante razonamientos dialécticos que ella es más probablemente verdadera halla su réplica en el problema de persuadir al oponente mediante argumentos de convicción objetivados en el discurso. O dicho de otro modo: supuesta la no necesidad absoluta de las tesis del dialéctico, al análisis de las condiciones que hacen posible su verificación relativa debe seguir el análisis de las condiciones que hace posible su comunicación. Pues bien, este último análisis es el que desarrolla la retórica.


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martes, 5 de junio de 2018

FENICIOS, GRIEGOS Y NACIONALISMOS RECIENTES.

Resultado de imagen de celtas griegos feniciosLos nacionalismos reivindican pasados que legitiman su realidad nacional. Eso es un tópico ahora, pero no es en ningún caso un tópico reciente. 

En España hubo un relato filosemítico y un relato filohelenista que contaron cada uno de ellos versiones distintas de cómo fueron los acontecimientos en pasados tan lejanos como los tiempos anteriores al dominio romano de la península ibérica. Relatos alternativos en los que indígenas autóctonos, colonizadores fenicios, colonizadores griegos e invasores celtas van jugando distintos papeles según que se les asigne la función de  héroes o de villanos.

No es por casualidad que estas atribuciones vayan por rachas, en las que no es difícil identificar las filiaciones de la comunidad científica de cada momento, de tal modo que el paradigma dominante, la corriente científica principal, se inserta en un estado de cosas fácilmente reconocible.

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Paradigmas historicistas de la civilización occidental. Los fenicios en las costas mediterráneas de Andalucia.

Oswaldo Arteaga

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La historia prerromana de los territorios de la península ibérica puede interpretarse dede el nacionalismos centralista o desde los nacionalismos anticentralistas. Así, puede verse un pueblo prerromano hispánico con valores comunes: entusiasmo por su independencia y ansia por un vivo culto religioso  (Calvo y Cabré); o bien  puede verse un mosaico poliétnico formado por íberos, celtíberos, tartesios,..; de los que catalanes, aragoneses y andaluces serian herederos (Bosch Gimpera).

En España, en los años cuarenta, después de la guerra civil y con la influencia pangermánica todavía viva, se pone el acento en las colonizaciones griegas interpretadas como invasiones indoeuropeas. La excavaciones en Ampurias dan pie a la evocación de un prestigioso pasado legitimador del régimen. Los obras de Garcia Bellido son exponentes, por otro lado magistrales, de estos puntos de vista.

En ese orden de cosas, se relativiza la influencia fenicio-púnica que se ve como bloqueadora, como interferencia y pantalla opaca que impide que la luces griegas lleguen a iluminar esta parte del Mediterráneo. Que el rey Argantonio de Tartesos sea amigo y aliado de los griegos focenses no es irrelevante en este contexto; como no lo es que arqueológicamente  se pudiese descubrir una opulenta Tartesos.


Precisamente los hallazgos arqueológicos son los que van a inducir en los años sesenta una revolución en las investigaciones. la intención primera era encontrar Mainake, y con ello la huella de los griegos en el sur de la península; sin embargo, por el contrario, lo que se halló fue la innegable presencia de una colonización fenicia. 

Pero más importante aun que los resultados son la innovaciones metodológicas de ese periodo.  En la investigación histórica de la antigüedad se reproduce la contienda general de la guerra de las ciencias entre positivismo e historicismo, es decir la contienda entre aquellos que defienden la objetividad de los datos obtenidos en el trabajo de campo, y aquellos que defiende la especulación a partir de las fuentes. En los años sesenta los positivistas ganan terreno. En los setenta son el paradigma dominante. 

Pero estos años son suficientes para ver que los datos por sí solos no aportan información sobre una visión general de las culturas del pasado, sino solamente apuntes muy parciales que en definitiva se limitan a estratificar los hallazgos en función de los restos encontrados; básicamente, cerámica, monedas y huesos. 

En los años ochenta se desarrollan, para superar este defecto, teorías que den cuenta de los procesos sociales involucrados y que den explicaciones lógicas sobre las transiciones de unos estratos a otros. 

Resultado de imagen de geoarqueologiaAhora bien, eso se hace en general desde las teorías económicas marxistas, lo que significa que no salimos del positivismo en tanto que estas teorías teorías parten de una realidad económica objetiva. Si bien es cierto que la teoría marxista postula la existencia de una ideología, como sistema de creencias que responde a unos intereses de clase, es sin embargo precisamente la teoría marxista la que como ciencia objetiva rompe el velo ideológico que enmarcara la realidad para descubrir la verdad objetiva que nos es otra que la estructura económica determinada por las relaciones de producción. el sujeto del conocimiento se coloca ante el objeto, la estructura económica, en actitud claramente positivista.

No obstante, había ya en los ochenta otras teorías disponibles: la arqueoecología de la escuela de Cambridge, que pone el acento en la relación del hombre con el medio; y la geo-arqueología de la escuela de Chicago, centrados en la adaptación y transformación del medio. Lo que introducen estas teorías es el beneficio de la multidisciplinariedad, objetiva, y por lo tanto también positivista.

Imagen relacionadaQue la arqueología tradicional, la arqueoecología y la geoarqueología sean enfoques positivistas, en los que no entran en principio las distintas percepciones de los sujetos (los fenómenos) o sus intenciones; no significa que los resultados no sean sumamente interesantes, salvo que se les considere la forma más refinada de investigación histórica. Qué es entonces lo no positivista sin caer en la mera especulación: la hermeneutica.

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La pesca con vigía  

Para interpretar las fuentes antiguas no basta con atender a al literalidad de los textos, ni a las evidencias arqueológicas, hay que colocarse en la actitud de comprender las percepciones de aquellos que escribieron los textos y sobre todo de los protagonistas de los hechos que se narran. 

Sólo así, empiezan a tomar significado la toponimias antiguas, colocándose, por ejemplo, en el modo en que los navegantes antiguos percibían la costa. 

Viene muy al caso la interpretación sobre el topónimo hemeroscopeion.

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HEMEROSKOPEION=THYNNOSKOPEION. EL FINAL DE UN PROBLEMA HISTÓRICO MAL ENFOCADO

Francisco Javier Fernández Nieto 
Universidad de Valencia

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Resulta paradójico, dice Fernández Nieto, que la reflexión histórica no sepa en muchos casos distinguir las cosas evidentes y se refugie con frecuencia en dificultades y contradicciones, que suelen derivarse de la pobreza de los conocimientos precisos sobre un determinado problema y de la renuencia a seguir el camino más simple, que es casi siempre el más seguro y verdadero. La explicación más sencilla tiene mayor probabilidad de acierto: u
na serie de topónimos ligados a la presencia de griegos en Occidente, de la que forman parte Salauris, Lebedontia, Cipsela y Hemeroscopeion, no representan ningún tipo de asentamientos o colonias, sino que se trata de nombres descriptivos de circunstancias navales y de accidentes topográficos relacionados con el mar y el comercio; y que tales denominaciones, por aparecer expresamente indicadas en los rudimentarios mapas de navegación y de registro de la configuración costera, se tomaron por verdaderas colonias.

La pregunta correcta que desde el principio debería haberse formulado desde el s. XIX, era la siguiente: “atalaya, ¿de quién?, ¿para qué?, ¿con qué fin?”. Y habiendo eliminado, por altamente inverosímil, la posibilidad de que nos encontrásemos ante un puesto de vigilancia para prevenir los ataques desde el mar (de enemigos, de piratas), no se hacía demasiado complicado reparar en el difundido y organizado sistema de aprovechamiento de puntos idóneos para la detección de los bancos migratorios de peces, lugares cuya nomenclatura contiene siempre, en solitario o formando un compuesto, el vocablo skopei`on.

¿Cómo se capturaban los cardúmenes de atún entre los siglo VI y II a. de C.?

Existen testimonios antiguos (Claudio Eliano, Filóstrato, Opiano) de cómo se hacía en el mar Negro, que no podía ser muy diferente a cómo se hacía en el Mediterráneo occidental .

"las gentes que habitan toda esta región conocen a la perfección la fecha de la llegada de los atunes y, efectivamente, éstos llegan en el momento del año que saben esas gentes, y para entonces están preparados para atacarlos muchos instrumentos: naves, redes y una alta atalaya. Pues bien, esta atalaya, fijada en un lugar elevado de la costa, se levanta en un calvero que permite una buena visión en derredor por estar totalmente libre de obstáculos. 

Se fijan en el suelo dos altos troncos de abeto unidos entre sí con anchos tablones, que están pegados unos a otros de forma compacta y que son excelentes para que el vigía suba y se plante allá arriba. Las barcas tienen cada una a cada costado seis remeros jóvenes, que reman con gran vigor. Las redes son muy largas, no demasiado fofas ni retenidas por los corchos, sino más bien lastradas con plomo. Y resulta que las bandadas de estos peces nadan compactas al interior de este mar. Cuando empieza a relucir la primavera y los vientos traen ya brisas suaves y la atmósfera ambiente está radiante y como sonriente y las olas se hallan paralizadas y el mar tranquilo, el vigía, al ver a los atunes gracias a una habilidad inexplicable y a una condición de su vista que le hace ver con la mayor agudeza, dice a los pescadores de qué parte vienen, y también les hace saber si deben extender las redes hacia la costa. Y si deben extenderlas más adentro da, como un general, el santo y seña, o, como un corifeo, el tono. ¡Y ya podrá decir montones de veces la cifra exacta de cada bandada de atunes que llega, que no se equivocará ni una sola vez en el número! Y los siguientes hechos, ¡qué maravilla! Cuando el tropel de atunes se lanza a mar abierto, el que está al cuidado de la vigilancia y que tiene un conocimiento preciso de los citados peces, lanzando gritos agudos, les dice que los persigan allá y que remen derecho al mar abierto. Y los pescadores atando a uno de los dos troncos de abeto que sostienen al vigía una soga muy larga prendida a las redes, reman en las barcas que van en fila unas detrás de otras y pegando entre sí, porque, como es de comprender, la red se reparte también entre todas y cada una de ellas. La barca que va la primera suelta su porción de red y se retira; luego hace la misma operación la segunda y la tercera, y es ahora cuando la cuarta debe soltar su porción, mientras los que mueven a remo la quinta esperan todavía y los que van detrás de ésta no tienen que soltar aún su porción. A continuación reman alternativamente unos detrás de otros, llevan su porción de red y, tras esta operación, se quedan quietos. Y claro está, los atunes, como son retraídos e incapaces de llevar a cabo un rápido golpe de audacia, se quedan quietos y sin rebullir al verse acorralados. Y los remeros capturan, como si se tratara de una ciudad tomada, como diría el poeta, la población de los peces....".

Hemeroskopeion no es sino la atalaya para el vigía.

A partir de una época (en torno al cambio del siglo V al IV) todos los sistemas de captura utilizando atalayas se habrían extendido por el Mediterráneo y serían comunes a semitas y griegos, gracias a los viajes y a los contactos comerciales, aun cuando estos últimos dominaban con mayor pericia esta ciencia.
Que hubo un grupo de pescadores griegos en el promontorio de Denia me parece hallarse fuera de discusión, no tanto porque mantuviese el nombre de hemeroskopeion –pues los visitantes griegos podrían haber registrado esta denominación, sin darse la circunstancia de que ellos mismos trabajasen allí, sólo porque conocían la función que desempeñaba– cuanto por la noticia de Estrabón (Artemidoro) que le otorga filiación masaliota. Massalia se dedicaba a la captura y explotación del atún en la desembocadura del Ródano, de manera que no resulta insólito que, en un momento dado (¿siglos V/IV a. C.?), llegasen desde Massalia tanto un grupo de especialistas en la preparación de almadrabas como, desde luego, algunos profesionales en la explotación de los recursos obtenidos (fabricantes de salazones, comerciantes exportadores de las conservas), tal vez todos ellos asociados, que establecerían buenas relaciones con la poblaciones más cercanas.
El origen étnico de los habitantes tuvo que ser múltiple: situándonos a partir del siglo IV a. C., habría griegos para organizar la pesca y dirigir la factoría y las operaciones mercantiles –una parte de ellos no serían sino empleados y agentes de los ricos comerciantes que, teniendo casa de negocios en los grandes puertos (Sagunto, Ampurias, Massalia), traficarían con las conservas–; habría también semitas de las ciudades fenicias del sur de la Península o de Cartago, los cuales colaborarían tanto en tareas de pesca y conservación del pescado como en las operaciones comerciales (incluso como asociados de los griegos); habría por último algunos indígenas empleados como obreros en los arrastres.

Si el lugar estuvo tan indisociablemente ligado a la figura de Ártemis, pues Estrabón (Artemidoro) registra que la colina llevaba asimismo el nombre de Artemision, lo fue evidentemente porque la diosa recibía allí veneración. Su doble condición de observatorio y de lugar consagrado puede ser consecuencia de que la tarea del vigía no está lejos de representar un ritual secreto y religioso –ya vimos que posee una “sabiduría oculta”–, y de que éste es capaz de interpretar como un profeta o adivino. las señales que desde el mar remite la divinidad en forma de bancos. Creo que dentro de la religiosidad de los pescadores del atún en almadrabas habría que incluir los sacrificios de peces a Ártemis, e imagino que cada vez que el vigía subía a la atalaya/santuario, imbuido de respeto y misticismo (cuando no de tabúes y supersticiones), llevaría a cabo una ofrenda o una súplica a la diosa.

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DE LA HIPÓTESIS DE PLATÓN A LA HIPÓSTASIS DE PLOTINO.

Un capítulo del final de la filosofía antigua, que suele desconcertar a los estudiantes, es el que da cuenta de la teoría de Plotino sobre l...