lunes, 3 de abril de 2017

RELIGION Y PODER. JULIANO EL APOSTATA CONTRA EL CRISTIANISMO EN ASCENSO


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La tesis de E. Gibbon 

El contexto del siglo IV, al que pertenece Juliano, fue ya tratado en versión extendida por Gibbon en el XVIII: el imperio romano sucumbió a las invasiones bárbaras, principalmente, debido a la pérdida de las virtudes cívicas tradicionales romanas, por parte de sus ciudadanos. 

Estos se habrían vuelto débiles, delegando la tarea de defender el Imperio en mercenarios bárbaros, que se hicieron tan numerosos y arraigados, en sus estructuras de poder, que fueron capaces de tomarlo al fin. 

Se habría producido el abandono progresivo de sus libertades a favor de la tiranía de los césares, que habría conducido a la degeneración del ejército romano y de la guardia pretoriana

Gibbon ve como primer catalizador de la decadencia del Imperio a la propia guardia pretoriana, que, instituida como una clase especial y privilegiada de soldados, acampada en la propia Roma, no cesó de interferir en la administración del poder. Ofrece continuos ejemplos de la injerencia de esta guardia, que él llamó "las huestes pretorianas", cuya "furia licenciosa fue el primer síntoma y causa primera de la decadencia del Imperio romano", poniendo de manifiesto los calamitosos resultados de dicha injerencia que, al incluir varios asesinatos de emperadores y demandas continuas de mejores soldadas, que el erario no podía sobrellevar, habrían desestabilizado al Imperio.

Al abundar en las causas de la decadencia cívica, Gibbon encuentra un culpable en el cristianismo, que según él predicaba un modo de vida incompatible con el sostenimiento del Imperio. Argumenta que con el auge del cristianismo surgió la creencia en una existencia mejor tras la muerte, lo que fomentó una mayor indiferencia sobre el presente entre los ciudadanos romanos, haciendo que desapareciera su deseo de sacrificarse por lo de aquí. El pacifismo cristiano habría acabado con el espíritu marcial que había dominado la sociedad romana, y la intolerancia de los cristianos, para consigo mismos y para con los demás, habría sido una fuente continua de inestabilidad. 

Juliano Augusto

El problema histórico de la caída del imperio romano es inmenso, pero se puede hacer un acercamiento más breve, pero no menos interesante, al episodio concreto de la apostasía de Juliano Augusto y a su intento de sustituir el cristianismo adoptado por su familia (la familia de Constantino) por el culto de Mitra.

Una prueba del interés de personaje es que la vida de Juliano inspiró la obra Emperador y Galileo, de Henrik Ibsen, así como las novelas históricas del simbolista ruso Dmitri Merezhkovski (1861-1945) La muerte de los dioses (1896), Juliano, de Gore Vidal (1964), Dioses y legiones, de Michael Curtis Ford (2002) y El último pagano de Adrian Murdoch (2004)


Una Biografía breve: 

Juliano el Apóstata


Gore Vidal

Resultado de imagen de juliano el apostata gore vidalJuliano, junto con Claudio y Adriano son algunos de los emperadores romanos a los que autores de éxito han dedicado atención: Gore Vidal, Robert Graves, Margerite Yourcenar...

El libro de Gore Vidal da sin duda un visión definida del perfil del personaje, que se va dibujando en los varios cientos de páginas. 

Se pueden ver también algunos trazos de la relación muy estrecha que en el tiempo de Juliano se vive entre religión y poder En concreto, entre el cristianismo ascendente y el helenismo descendente al que Juliano quiere recuperar. 




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Texto completo:


Gore Vidal

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Helenismo derrotado

La política religiosa de Juliano ha sido la parte de su reinado que ha despertado tradicionalmente más interés entre los historiadores.
Año 361. Nada más conocer la muerte de Constancio, Juliano había hecho públicas sus creencias paganas: dio solemnemente las gracias a los dioses paganos y reunió en torno suyo a los intelectuales paganos más famosos del mundo helenístico.
Las creencias religiosas del nuevo Emperador estuvieron determinadas en gran medida por la formación recibida en su juventud. El propio Juliano atestigua en su correspondencia con Libanio que el cristianismo le había sido impuesto desde niño por el emperador Constancio, pero que en su fuero interno nunca había aceptado realmente ninguna religión hasta que leyó los poemas homéricos.

Del filósofo neoplatónico Porfirio (c. 234–301/305) y también de Jámblico (c. 250–330) tomó posiblemente la concepción de igualar helenismo con paganismo. Para Juliano, la antigua literatura helénica era la fuente principal de la cultura, siendo imposible separar su belleza formal de su contenido ideológico-religioso, todo lo contrario de lo que preconizaban los intelectuales cristianos coetáneos, como Gregorio de Nacianzo (Nacianceno) y Basilio el Grande, a los que conoció durante sus estudios en Atenas.
Las convicciones religiosas de Juliano son motivo de considerables disputas, ya que no llegó a practicar el paganismo propio de los primeros años del Imperio. Juliano pretendía ser filósofo hasta en el atuendo físico. Era un hombre propenso al misticismo, a la teúrgia y a las prácticas adivinatorias. Detestaba por igual a los paganos agnósticos, los cínicos y a los cristianos.
Uno de los primeros actos del nuevo Emperador fue proclamar la libertad de cultos y religiones, suprimiendo toda la legislación represiva que de facto había hecho del cristianismo la religión del Estado. Constantino y su inmediato sucesor habían prohibido la conservación de los templos paganos, y algunos de estos templos fueron destruidos o convertidos en templos cristianos. Juliano terminó con la cristianización y con la destrucción de los templos, al tiempo que decretó la restauración de cultos paganos y la consiguiente devolución de los bienes confiscados por Constantino y sus sucesores, ordenando además la reconstrucción de los templos paganos arruinados. Estas reconstrucciones no fueron de hecho muchas, dadas las limitaciones económicas y temporales, aunque sí tuvieron una clara intencionalidad contra el cristianismo.
Además, Juliano se propuso la tarea urgente de organizar una especie de anti-Iglesia pagana, capaz de atraer nuevos prosélitos. Trató así de reorganizar el clero pagano de forma similar a la Iglesia Católica. A tal efecto, instauró en cada provincia una especie de archisacerdotes paganos, reivindicando para sí, como cabeza de la nueva Iglesia pagana, el antiguo título de Pontifex Maximus. Al clero pagano le concedió también privilegios fiscales e intentó fomentar en él las dos virtudes que consideraba válidas en la moral cristiana: la pureza de costumbres y la caridad, que él denominaría filantropía, disponiendo algo semejante a la excomunión para aquellos sacerdotes paganos que no cumpliesen con sus deberes.
Resultado de imagen de juliano el apostataCon ello trataba de minimizar la capacidad de los cristianos para organizarse en una resistencia contra el restablecimiento de las creencias paganas en el Imperio. 

Lo cierto es que la proclamada libertad de culto y religión tenía un fin último muy claro: la erradicación del cristianismo. Por de pronto Juliano suprimió las rentas concedidas al clero cristiano por Constantino. Pero además, reclamó de vuelta a los obispos cristianos considerados heréticos, que habían sido exiliados por los edictos de la Iglesia, reavivando así los disturbios y cismas internos en el seno de la Iglesia. Cuando se produjo el asesinato del obispo arriano de Alejandría, Jorge de Capadocia (su antiguo tutor en Macelo), Juliano no intervino, mostrando satisfacción por la eliminación de un «enemigo de los dioses».
A pesar de todo, la Iglesia cristiana resistió estos esfuerzos. Incluso en el turbulento Egipto, desgarrado por las luchas entre docenas de tendencias, Atanasio logró unirlas momentáneamente contra su enemigo común.
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De la novela de Gore Vidal, quizás uno de los pasajes más reveladores de la posición de Juliano con respecto al cristianismo es uno en el que Prisco se expresa del siguiente modo:

"Pese a todo lo que Juliano ha escrito al respecto, nunca he entendido bien por qué razón se volvió contra la religión de su familia (La de Constantino). A fin de cuentas, el cristianismo le ofrecía casi todo lo que necesitaba. Si deseaba participar simbólicamente del cuerpo de un dios, ¿por qué no permanecer con los cristianos y comer su pan y beber su vino en vez de buscar el pan y el vino de Mitra? Los cristianos han incorporado con astucia en sus ritos la mayoría de los elementos de los misterios de Mitra, Deméter y Dionisos. La moderna cristiandad es una enciclopedia de las supersticiones tradicionales. Sospecho que el origen del rechazo de Juliano al cristianismo se encuentra en su familia. Constancio era un cristiano apasionado, absorbido por las disputas doctrinarias, y en buena lógica Juliano odiaba a Constancio. Por consiguiente odiaba a la cristiandad. Esto simplifica el problema. Siempre tiendo a adoptar la perspectiva obvia de las cosas, ya que muchas veces es la correcta, aunque por supuesto nadie puede llegar al fondo de algo tan misterioso como el carácter de otro hombre, donde siempre hay un misterio". 

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En realidad, siguiendo el relato de Gore Vidal, Juliano no pretende recuperar los antiguos cultos paganos de Roma. quiere que el culto de Mitra sea el culto del Imperio. Este culto, que es un culto de misterios, esto es que prepara a sus seguidores, iniciados, para la inmortalidad, es un culto en muchos aspectos similar y en ese momento competidor del cristianismo.

Aunque Juliano conoce y admira a Plotino, y él mismo quiere intensamente ser un filósofo de ese estilo, sólo parece asimilar del neoplatonismo de Plotino los aspectos más mágicos.

De todas las ofertas en pugna, será una de las versiones del cristianismo, la propuesta pro Pablo de Tarso y los paulinos, la que saldrá finalmente triunfante.

Atanasio

La figura quizás más representativa del lado triunfante es San Atanasio el Grande o Atanasio de Alejandría.

No sólo el cristianismo sale triunfador sino que dentro de éste las posiciones de Atanasio (las del concilio de Nicea) frente al arrianismo resultan finalmente vencedoras.

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Bio breve:

San Atanasio
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Secuela

A pesar de que Constantino había legalizado el cristianismo, este no fue declarado religión oficial del Estado hasta que Teodosio I lo hizo en 380, casi veinte años después de la muerte de Juliano,  con el el Edicto de Tesalónica.

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Sobre la muerte y enterramiento de Juliano:

LA TUMBA DEL EMPERADOR JULIANO
JAVIER ARCE MARTÍNEZ

Instituto Rodrigo Caro (C. S. I. C.)


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Para una visión en profundidad del ascenso del cristianismo en el imperio romano y la Edad Media.


y siguientes.

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