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miércoles, 2 de julio de 2025

LA TENSIÓN ENTRE EL PODER DEL CIVIL Y EL RELIGIOSO, CONDICIÓN DE POSIBILIDAD DE LA FILOSOFÍA

Que el poder político y e poder religioso estén concentrados en una misma institución no es bueno para el desarrollo de la filosofía.

De hecho, tenemos ejemplos de ello comparando la edad medid de Europa occidental con el mundo bizantino. 

El Imperio Bizantino, a pesar de su larga existencia y su papel crucial en la preservación de la cultura griega clásica, no experimentó un desarrollo filosófico comparable al de la antigua Grecia o el posterior Renacimiento occidental. 

La filosofía se puso en gran medida al servicio de la religión, buscando la armonización entre el pensamiento griego y los dogmas cristianos. El objetivo no era tanto generar nuevas ideas filosóficas, sino más bien comprender y justificar la fe ortodoxa. Se consideraba que la sabiduría ya había sido revelada a través de las escrituras y los Padres de la Iglesia. Bizancio destacó por la conservación y transmisión del saber antiguo, especialmente los textos griegos clásicos. Los eruditos bizantinos se dedicaron a copiar, comentar y compilar obras de autores como Platón y Aristóteles. Sin embargo, esta labor de preservación a menudo eclipsó la creación original y el desarrollo de nuevas corrientes filosóficas. A partir del siglo VI, el pensamiento bizantino, aunque erudito, tendió a ser menos creativo y más "epigonal" . La autoridad de la tradición y la ortodoxia religiosa pesaban fuertemente, limitando la libertad de especulación y la búsqueda de nuevas perspectivas. Las interminables controversias teológicas (las "discusiones bizantinas") consumieron gran parte de la energía intelectual de la época. Si bien estas disputas eran complejas y generaban argumentación, estaban inherentemente ligadas a cuestiones de fe y poder eclesiástico y estatal. 

La clave está, desde este punto de vista en el denominado cesaropapismo: la subordinación de la Iglesia al Estado,  bloqueando la disidencia filosófica interna. El Imperio Bizantino estuvo constantemente bajo presión de invasiones y conflictos externos. La necesidad de mantener la unidad, la estabilidad y la supervivencia castigaba la disidencia interna. 

-------------------------------------------------------------------------------------------- Lo anterior no significa que no hubiera una cierta  continuidad de la filosofía griega antigua durante el período bizantino. 

Los pensadores bizantinos combinaron conceptos filosóficos clásicos con la fe cristiana, usando términos como "filosofía" para referirse tanto al conocimiento secular como al conocimiento cristiano. También tomaron ideas de Platón y Aristóteles como base para construir su pensamiento espiritual, seleccionando aquellas teorías que apoyaban las enseñanzas cristianas.

Los primeros filósofos bizantinos

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El cesaropapismo, la subordinación de la Iglesia al poder secular del emperador o rey, se manifestó de manera mucho más atenuada y con características diferentes en Europa Occidental en comparación con el Imperio Bizantino.

Mientras que en Bizancio el emperador era la máxima autoridad tanto en lo político como en lo religioso (el "basileus" era un monarca-sacerdote), en Occidente se desarrolló una dinámica de tensión constante y lucha por la supremacía entre el poder imperial/real y el poder papal.

Existen razones para esta atenuación:

La Caída del Imperio Romano de Occidente (476 d.C.) y la desaparición de una autoridad imperial centralizada en Occidente dejó un vacío de poder. El Papa de Roma, como heredero de la tradición romana y figura de autoridad moral, comenzó a llenar este vacío. A diferencia de Bizancio, donde el emperador mantenía una línea de sucesión ininterrumpida y una autoridad indiscutible, en Occidente el poder secular estaba fragmentado en múltiples reinos "bárbaros".

Por otro lado, la Europa Occidental medieval estuvo marcada por la existencia de numerosos reinos y principados fragmentados. Esto impidió la consolidación de un único poder imperial que pudiera ejercer un control tan férreo sobre la Iglesia como en Bizancio. Los Papas podían buscar alianzas con diferentes monarcas, lo que les otorgaba mayor autonomía.

A partir del siglo V, la Iglesia Occidental formuló la doctrina de las "Dos Espadas", que establecía que Dios había entregado dos espadas, una espiritual (para el Papa y el clero) y otra temporal (para el emperador y los reyes). Aunque la teoría implicaba una colaboración, en la práctica generó una competencia por la primacía. La Iglesia defendía la superioridad del poder espiritual, argumentando que el Papa tenía la autoridad de guiar las almas y, por tanto, también de juzgar las acciones de los príncipes.

Muchos de los reyes germánicos que se asentaron en el antiguo Imperio Romano de Occidente carecían del prestigio y la autoridad para someter completamente a la Iglesia. De hecho, a menudo buscaban la legitimación de la Iglesia para afianzar su propio poder. La conversión de estos reyes al cristianismo (en muchos casos del arrianismo al catolicismo) fortaleció la posición de la Iglesia de Roma.

en este contexto, la Reforma Gregoriana (siglo XI): Fue un punto de inflexión crucial. El Papa Gregorio VII, con su Dictatus Papae, afirmó la supremacía papal sobre el poder temporal, reivindicando el derecho del Papa a deponer emperadores y a nombrar y deponer obispos sin la injerencia real. Esto marcó el inicio de la "Querella de las Investiduras", una larga y compleja lucha que, aunque no eliminó por completo la influencia real en los asuntos eclesiásticos, sí limitó significativamente el cesaropapismo..

En suma el cesaropapismo en Europa Occidental fue un fenómeno fluctuante, caracterizado por una lucha de poderes entre el trono y el altar. A diferencia de Bizancio, donde el emperador gozaba de una autoridad casi incontestada en asuntos eclesiásticos, en Occidente el Papado logró, con el tiempo y a través de importantes reformas y conflictos, consolidar una autonomía considerable y, en ciertos momentos, incluso la primacía sobre el poder temporal.


martes, 1 de julio de 2025

LA LECCIÓN MAGISTRAL DE COLLI SOBRE EL MUNDO GRIEGO

 

-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------La Sabiduría Griega. 

Dionisos, Apolo. Eleusis, Orfeo, Museo, Hiperbóreos, Enigma. 

Giorgio Colli

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Colli fue profesor de Filosofía Antigua en la Universidad de Pisa, y es sin duda una de las figuras filosóficas más relevantes de la segunda mitad del siglo XX. Perfecto conocedor de la filosofía griega y de la historia de la filosofía occidental, su trabajo de filólogo e historiador le llevó a ser editor de la obra completa de Nietzsche, y a traducir y editar el Organon de Aristóteles y la Crítica de la razón pura de Kant. Además de su importante Filosofía de la expresión (1969), entre sus libros destacan Después de Nietzsche (1974) y Escritos sobre Nietzsche (1980), fruto de su frecuentación del filósofo alemán, y los que se mueven en el ámbito de la filosofía griega, como El nacimiento de la filosofía (1975) o la obra en tres volúmenes, la Sabidruría Griega, a la que dedicó los últimos años de su vida.

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Diónisos es el dios de la contradicción, de todas las contradicciones — así lo demuestran sus mitos y sus cultos— o, mejor dicho, de todo lo que, manifestándose en palabras, se expresa en términos contradictorios. Diónisos es lo imposible, lo absurdo, que se convierte en realidad con su mera presencia. Diónisos es vida y muerte, alegría y tristeza', éxtasis y congoja, benevolencia y crueldad, cazador y presa, toro y cordero, macho y hembra, deseo y desasimiento, juego y violencia. Pero todo ello en el momento, en su interioridad de un cazador que se lanza inmisericorde y en la fragilidad de una presa que se desangra hasta morir; todo como una vivencia única e indivisible, sin antes ni después, con una plenitud alocada en los dos extremos.

Apolo es el dios de la sabiduría de modo explícito y pacífico. Efectivamente, en el ámbito arcaico, la plenitud del conocimiento, la presunción de conocer, pertenece sólo al arte adivinatoria; y este arte es un don de Apolo. Ya lo dice Homero a propósito de Calcante: «Conocía lo presente, lo futuro y lo pasado» En cuanto a Diónisos, ya hemos dicho que la sabiduría es la suma de su ser, que la presunción del conocimiento es uno de los rasgos de su naturaleza: la sabiduría es la imposibilidad plenamente real que reside en él, no una cosa que él conceda a los demás, que él transmita fuera de sí. Apolo, en cambio, concede la sabiduría a los hombres o, mejor dicho, a un hombre, pero él se mantiene a distancia, él es el dios «que hiere de lejos». Pero su sabiduría no es la que comunica fuera de sí, porque él posee «la mirada que conoce todas las cosas» mientras que la sabiduría que él concede está compuesta de palabras, y por eso es algo que concierne al hombre. 

De aquí se deduce claramente que entre los dos dioses existe, por una parte, una profunda afinidad —por la estrecha relación que ambos mantienen con la sabiduría— y, por otra parte, una innegable antítesis, tanto en su carácter como en su modo de manifestarse.