Paul Ricœur 
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EL MAL: DESAFIO A LA FILOSOFÍA Y A LA TEOLOGÍA
P. RICOEUR. «Le Mal: un défi à la philosophie et à la théologie» (1986) en Lectures 3, Aus frontières de la philosophie, tr. Personal. G. Zapata, SJ. Ed. Seuil, Paris, 1994, 211-233.
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Tres afirmaciones que se resisten a una teodicea coherente:
- Dios es todopoderoso.
- Dios es absolutamente bueno.
- El mal existe.
Ricoeur propone ir por partes.
Tres aspectos (fenomenológicos) del mal: el pecado, el sufrimiento y la muerte.
Dejando de momento a un lado el asunto de la muerte, nos queda que el sufrimiento se distingue del pecado por sus rasgos contrarios. El pecado, como mal moral, se centra en un agente responsable. El sufrimiento, en cambio, subraya su carácter esencialmente mal padecido.
Por otro lado, el castigo es la pena que se sufre por un mal producido. Surge entonces la cuestión de si el sufrimiento es el castigo por una falta personal o colectiva, con lo que pecado y sufrimiento serian expresión de los mismos poderes maléficos. ¿Es el mal un único enigma?
Ricoeur propone analizar los niveles del discurso sobre el mal.
El nivel del mito va ligado a la explicación del origen del mal. El estadio de la sabiduría quiere responder además al por qué del mal. El estadio de gnosis añade otra cuestión más: ¿de dónde viene el mal?
Llegados aquí, Ricoeur nos trae a san Agustín, que a su vez había recurrido al aparato conceptual del neoplatonismo y con ello supera el problema del dualismo gnóstico. El mal no es sustancial nos dice san Agustín. El mal no viene del creador sino de las criaturas. La pregunta de dónde viene el mal se transforma en de dónde viene el mal que hacemos. La solución es grave: una inculpación en masa: el pecado original.
El siguiente nivel es el de la Teodicea. El balance entre bienes y males es positivo. Así deja las cosas Leibniz. Kant, no obstante, al negar el carácter ontológico del mal, no puede más que considera la teodicea como un ilusión. hay que llevar la cosas la terreno de la práctica y con ello a la cuestión de la predisposición al mal.
Hegel retoma las cosas don de las había dejado Leibniz. el balance es ahora superación dialéctica: es necesario que algo muera para algo mayor nazca.
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